VÍCTOR MANUEL GIMÉNEZ LANDÍNEZ
VÍCTOR GIMÉNEZ LANDÍNEZ
Conocí al doctor Víctor Manuel Giménez Landínez, en julio del año 1974, en el antiguo y todavía existente Hotel El Conde, en el centro de Caracas, presentado por la señora Estrellita Serfatti.
En el desarrollo de la conversación a la cual me hicieron partícipe, pude apreciar la gran preocupación venezolanista que animaba el pensamiento de este venezolano integral que fue ensayista, político, educador, abogado y, fundamentalmente, especialista en el tema agrario en todas sus incidencias.
Víctor Manuel Giménez Landínez fue fundador y promotor en su adolescencia y juventud del partido social cristiano Copey en su estado natal, donde ocupó lugar de preeminencia entre sus dirigentes locales y, posteriormente, desde la dirección nacional.
En 1958, al conformarse el gobierno de unidad nacional que presidió Rómulo Betancourt, el doctor Giménez Landínez fue escogido para desempeñar la que sería la más importante cartera ministerial en esa etapa de transición institucional: Agricultura y Cría.
Desde esta atalaya, el ministro Giménez Landínez promovió la extraordinaria tarea de preparar al país a la aceptación por los sectores de su vida nacional, de la puesta en práctica de una política orientada a la promoción social de los pobladores de las zonas rurales, para integrarlos al desarrollo nacional, en forma integral.
Este postulado constituía la idea base del presidente Rómulo Betancourt, desde la época del gobierno revolucionario de octubre de 1945, como fue la de concebir y formalizar una reforma agraria sin traumas para el resto de la población, y necesaria, como substituta del sistema de propiedad, tenencia y explotación de la tierra.
Pero, al no procurarse una profunda transformación en la estructura, tenencia y explotación de la tierra, los esfuerzos quedaron en suspenso, produciéndose desviaciones en los objetivos relacionados con efectos, organización e indemnizaciones contenidos en el proyecto agrario patrocinado por el presidente Rómulo Betancourt, y secundado, por su ministro de Agricultura y Cría.
Esta desviación, afectó a la economía tradicional de Venezuela, creándose por ley “el estado latifundista”, como derivación de la aventurada rivalidad surgida entre los pequeños, medianos y grandes productores, que ocasionó el abandono de las tierras productivas, y la sistemática quiebra de empresas del sector agro-industrial protegidas con dinero proveniente del tesoro nacional.
Sin explícitos objetivos posteriores, la idea que animó a la “Reforma Agraria” y la gestión de Víctor Manuel Giménez Landínez, terminó descomponiéndose, al trastocarse en un embarazoso compromiso para el Estado que, al financiarla, hubo de resignarse a importar la mayoría de los bienes requeridos por la dieta natural de los venezolanos, dando nacimiento a la política de puertos que perjudica en su estructura la economía de los Estados.
¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!
Conocí al doctor Víctor Manuel Giménez Landínez, en julio del año 1974, en el antiguo y todavía existente Hotel El Conde, en el centro de Caracas, presentado por la señora Estrellita Serfatti.
En el desarrollo de la conversación a la cual me hicieron partícipe, pude apreciar la gran preocupación venezolanista que animaba el pensamiento de este venezolano integral que fue ensayista, político, educador, abogado y, fundamentalmente, especialista en el tema agrario en todas sus incidencias.
Víctor Manuel Giménez Landínez fue fundador y promotor en su adolescencia y juventud del partido social cristiano Copey en su estado natal, donde ocupó lugar de preeminencia entre sus dirigentes locales y, posteriormente, desde la dirección nacional.
En 1958, al conformarse el gobierno de unidad nacional que presidió Rómulo Betancourt, el doctor Giménez Landínez fue escogido para desempeñar la que sería la más importante cartera ministerial en esa etapa de transición institucional: Agricultura y Cría.
Desde esta atalaya, el ministro Giménez Landínez promovió la extraordinaria tarea de preparar al país a la aceptación por los sectores de su vida nacional, de la puesta en práctica de una política orientada a la promoción social de los pobladores de las zonas rurales, para integrarlos al desarrollo nacional, en forma integral.
Este postulado constituía la idea base del presidente Rómulo Betancourt, desde la época del gobierno revolucionario de octubre de 1945, como fue la de concebir y formalizar una reforma agraria sin traumas para el resto de la población, y necesaria, como substituta del sistema de propiedad, tenencia y explotación de la tierra.
Pero, al no procurarse una profunda transformación en la estructura, tenencia y explotación de la tierra, los esfuerzos quedaron en suspenso, produciéndose desviaciones en los objetivos relacionados con efectos, organización e indemnizaciones contenidos en el proyecto agrario patrocinado por el presidente Rómulo Betancourt, y secundado, por su ministro de Agricultura y Cría.
Esta desviación, afectó a la economía tradicional de Venezuela, creándose por ley “el estado latifundista”, como derivación de la aventurada rivalidad surgida entre los pequeños, medianos y grandes productores, que ocasionó el abandono de las tierras productivas, y la sistemática quiebra de empresas del sector agro-industrial protegidas con dinero proveniente del tesoro nacional.
Sin explícitos objetivos posteriores, la idea que animó a la “Reforma Agraria” y la gestión de Víctor Manuel Giménez Landínez, terminó descomponiéndose, al trastocarse en un embarazoso compromiso para el Estado que, al financiarla, hubo de resignarse a importar la mayoría de los bienes requeridos por la dieta natural de los venezolanos, dando nacimiento a la política de puertos que perjudica en su estructura la economía de los Estados.
¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!
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