JOSÈ ANTONIO MAITÌN

 
   JOSÉ ANTONIO MAITÍN

Nacido el año 1804, en Puerto Cabello, una ciudad de Venezuela, capital del municipio Puerto Cabello en el Estado Carabobo, en cuyas inmediaciones se halla el puerto marítimo más importante y de mayor valor económico del País.

Fallecido el año 1874, en Choroní, Parroquia urbana Choroní-Puerto Colombia, una división-político administrativa venezolana, que se encuentra ubicada en el Municipio Girardot, Estado Aragua, Venezuela y posee una población aproximada de 5 mil habitantes.en 1874.


Está considerado como el mayor poeta romántico de la literatura del país, por haber alcanzado la madurez literaria de un movimiento universal que, en Venezuela, había sido introducido por Rafael Agostini. 

La pieza clave de esta poesía romántica de Maitín es su obra titulada Canto Fúnebre (1851), un poemario que el propio autor, consciente de la importancia histórico-literaria de sus versos, dedicó al poeta español José Zorrilla, de quien se confesaba así deudor y, en buena medida, continuador de su legado literario en tierras hispanoamericanas.

Pero antes de  dar  a la imprenta el Canto fúnebre, José Antonio Maitín sufrió los avatares políticos y las desgracias personales que parecen determinar la trayectoria vital y literaria de cualquier poeta romántico. A la caída de la Primera República se ve obligado a exiliarse, primero en Curaçao y luego en Cuba.  A su regreso a Venezuela en 1824, comenzó a brillar con luz propia en los cenáculos culturales caraqueños durante la presidencia de José María Vargas, a cuya política era afecto; pero, ahora un  golpe de estado de 1835, le obligó a abandonar el ámbito cultural de Caracas para refugiarse, en casa de sus padres. 

Allí, en Choroní, acaeció la muerte de su esposa, circunstancia que le llenó de dolor y le inspiró su famoso Canto fúnebre(1). Se trata de un largo poema que, a pesar de carecer de unidad y mostrar un amplio abanico de formas métricas que no siempre resultan adecuadas a sus contenidos, encierra algunos versos en los que la soledad y la intimidad del poeta, transido de dolor, logran reflejar una conmovedora melancolía doméstica, una sensación de opaca tristeza alojada en todos los espacios de ese hogar al que daba razón de ser la esposa desaparecida.
  
Desde el momento de su aparición(1) se subrayó el depurado lirismo de esta pieza, caracterizada además por una emoción y una sinceridad que inmediatamente la auparon a la cabeza de la poesía romántica hispanoamericana.

En Choroní, donde permaneció hasta su muerte, José Antonio Maitín se dedicó a componer otros poemas marcados por su hondo dramatismo, algunos de los cuales, si bien no llegaron a alcanzar el valor literario e histórico del Canto fúnebre, sí pueden considerarse dentro de la mejor poesía de su tiempo. Entre todos ellos, destaca el titulado Las orillas del mar, que en 1851 apareció recogido en la publicación conjunta de su producción lírica, presentada bajo el marbete de Obras poéticas.

Como animador cultural de su tiempo, es obligado destacar la labor que realizó acompañado del también poeta Abigail Lozano, autor de dos poemarios en los que la estética romántica se empapa de inspiración popular: Horas de martirio (1847) y Tristezas del alma (1845). 

Maitín y Lozano fundaron varias publicaciones literarias, y juntos constituyeron una primera formulación del romanticismo venezolano, en la que hundieron sus raíces las obras de otros destacados poetas románticos posteriores, como Jacinto Gutiérrez Coll (1835-1901) y Manuel Pimentel Coronel (1863-1905).
Fuente: www.mcnbiografias.com

          ¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!




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