MANUEL ALFREDO RODRÌGUEZ*****
MANUEL ALFREDO RODRÌGUEZ
Manuel Alfredo Rodríguez. Fue un hombre comprometido con las luchas políticas y con la creación intelectual, y, sobre todo un amante de Guayana; y dos de sus libros más importantes lo indican: “Gallegos creó Canaima” , “La Guayana del Libertador” , “La ciudad de la Guayana del Rey”, y “Lecturas guayanesas”.
En la madrugada del sábado 12 de octubre de 2002, a la edad de 73 años cumplidos, falleció en Caracas el doctor Manuel Alfredo Rodríguez, voz recia, apasionada, gallarda y elocuente de Guayana.
Murió distante de la tierra amada, de la tierra que lo vio nacer y crecer y en la que habría querido realizarse y morir. “Yo quisiera tener real para vivir en Ciudad Bolívar”, me dijo en una ocasión. “El problema es que las cosas de las cuales yo vivo, me obligan a vivir donde estoy”, es decir en Caracas, a donde han tenido que parar muchos ilustres. Allá en Caracas, MAR también se casó, tuvo sus hijos y sus grandes amigos porque sus grandes afectos siempre estuvieron en Ciudad Bolívar.
Había otra generación de poetas ya ausentes que era motivo de inspiración y estímulo para la gente que como él comenzaba a escribir. Tal era el grupo encabezado por Héctor Guillermo Villalobos que fue el primer nombre que sonó fuerte en el ámbito guayanés desde el punto de vista literario.
Luego vino la generación de Manuel Alfredo Rodríguez que aparentemente no tiene ubicación temporal precisa, pero que a la edad de 16 años ya estaba políticamente identificada. Casi toda militaba en Acción Democrática con una intensa actividad en la Federación de Estudiantes de Venezuela y la Juventud Venezolana.
Ese grupo intelectual de la generación de MAR solía compartir la política con la lectura y la poesía, pero era un grupo que laboraba por intuición, casi defendiéndose solo, especialmente porque eran escasos los libros de literatura moderna. Distinto fue, cuando esa generación se radicó en la ciudad metropolitana donde había un mar de cosas. Manuel terminó su bachillerato en el Fermín Toro de Caracas y de allí a la universidad hasta graduarse de abogado. Por Amèrico Fernàndez.
!HONOR, A QUIEN HONOR MERECE !
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