LUCAS GUILLERMO CASTILLO LARA

                                                          LUCAS GUILLERMO CASTILLO LARA

                                ESCRIBE: HORACIO BIORD CASTILLO

  Había nacido en San Casimiro estado Aragua, Estados Unidos de Venezuela, el 23 de junio de 1921, por lo que al momento de su fallecimiento tenía 81 años. 

  En la madrugada del 15 de diciembre de 2002 falleció en Caracas, en su casa en la Avenida Principal de la urbanización La Castellana, Lucas Guillermo Castillo Lara. 

  El día anterior había estado corrigiendo las pruebas de su último libro, titulado Nortemar aragüeño. Las querencias de azul y oro que aparecería en forma póstuma en dos volúmenes. 

 El primero lleva por subtítulo: Noticias coloniales de Choroní, Chuao y Zepe y el segundo Ocumare, Cata, Cuyagua y TuriamoSus padres fueron: Rosalio Castillo Hernández y Guillermina Lara Peña. 

 Abogado de profesión, egresado de la Universidad Central de Venezuela como Doctor en Ciencias Políticas y Sociales en 1944, se dedicó durante largos años a la función pública como Inspector de Registros Públicos y Tribunales (1947-1952), Notario (1951-1953) y Registrador Mercantil del Distrito Federal y Estado Miranda (1953-1972). 

  Llegó a ocupar la vicepresidencia del Consejo Supremo Electoral y fue asimismo embajador de Venezuela ante la Santa Sede. Sin embargo, su gran pasión fue la historia. Ganó en 1942 el premio Andrés Bello de la Academia Venezolana de la Lengua con un ensayo biográfico sobre Fermín Toro, galardón que compartió con Oscar Palacios Herrera. Dejó inédita asimismo una biografía de Arístides Rojas que había preparado para una siguiente edición de ese premio. Otro género que cultivó con singular acierto fue la oratoria. 

  De hecho, fue invitado como orador de orden a diversos actos. Muchos de sus discursos no fueron más que una extraordinaria excusa para escribir una densa monografía sobre un tema particular (como las historias fundacionales de Ocumare del Tuy, Guarenas y Coro, entre otras). Fue electo individuo de número de la Academia Nacional de la Historia en 1975 para ocupar el sillón letra D. Se incorporó en 1977 con un extenso trabajo sobre la historia provincial de Aragua. En su discurso hizo una defensa de la historia regional como base para la comprensión de la historia del país (la llamada “historia nacional”).

 Reconstruyó la historia del Panteón Nacional e hizo una biografía del Libertador, titulada "Bolívar, pasión de Libertad". Escribió también apuntes biográficos sobre diversos personajes como José Laurencio Silva, Ruy Fernández de Fuenmayor y Monseñor Francisco José Iturriza Guillén. Publicó un hermoso poemario titulado Del agua mínima y libros de ensayos como Cuando los pasos afincaron su rumor y Los hombres y sus muros.

  Dentro de los estudios históricos la principal y más extensa contribución del Dr. Castillo Lara fue el estudio de la historia regional. Se distinguió como un gran conocedor de la historia, especialmente del período colonial, de dos regiones venezolanas: el Táchira y la región centro-norte, el alto Llano y el Guárico. Adicionalmente fue un experto en historia eclesiástica de Venezuela.

 Sobre el Táchira escribió, entre otros libros, los referidos a San Cristóbal y La Grita y otros pueblos del Ande tachirense. Sobre la región centro-norte las historias de Los Altos mirandinos, Guarenas, Barlovento, San Casimiro de Guiripa (su pueblo natal y del cual fue cronista oficial), San Sebastián de Los Reyes (cuna de su madre), Ocumare del Tuy, Camatagua, Carmen de Cura, la historia provincial de Aragua y de Maracay colonial así como de los pueblos de la costa norte de Aragua, Calabozo y Guardatinajas.

 Sobre historia eclesiástica, estudió la creación de la diócesis del Zulia, la vida social de Caracas y los mercedarios, la historia de la congregación salesiana en Venezuela e hizo una amplia recolección de documentos de la historia de Venezuela en el Archivo Secreto del Vaticano, que luego publicó la Academia Nacional de la Historia en seis tomos.

  El Dr. Castillo Lara fue un hombre amigable y de una gran afabilidad. Dejó muchos amigos, especialmente en esos sitios que historió con profunda mirada analítica y que visitaba para pulsar el sentir de la gente y sentir el olor y el palpitar de la tierra, para embriagarse del llamado color local, pesquisar en archivos y bibliotecas y recoger testimonios orales y pistas que lo condujeran por sus investigaciones, no siempre fáciles. 

 Su amplio conocimiento de la geografía venezolana le facilitó sus trabajos de analista de la historia. Terminó siendo uno de los historiadores más reconocidos como colonialista. Es importante destacar que hizo verdaderos estudios de historia regional y local (es decir, no teorizó únicamente sobre la importancia del enfoque, limitándose de esa manera a un discurso militante), sino que lo aplicó y lo desarrolló en distintos y complejos casos.

  Su prosa es de una enorme belleza poética, llena de imágenes y de una aproximación lírica al paisaje. Solía iniciar algunos de sus textos fundamentales con una evocación emotiva para atrapar al lector y situarlo en la dimensión humana de la tierra y los acontecimientos que se propone historiar. A veces, se lamentaba de haber retrasado su producción histórica debido a su largo desempeño como registrador mercantil. Sin embargo, esa experiencia fue fundamental en su sólida obra de historiador, pues le permitió un dominio seguro y asertivo de los archivos y las fuentes históricas.

   Recordar a Lucas Guillermo Castillo Lara nos lleva a evocar un hombre afable y cercano en el cariño y a un historiador que cada día se apasionaba más por los temas y regiones que estudiaba. En la comprensión del pasado, remoto y reciente, encontraba claves para entender el presente, especialmente en ese pasado pequeño, a veces nimio, de aldeas y pueblos anodinos, casi perdidos en el mapa, pero cuyos pobladores antiguos formaron el pueblo, la región y, por extensión, el país. Los habitantes recientes o actuales veían y ven con orgullo, a través de los textos de Castillo Lara, los vericuetos de la formación de sus pueblos, las vicisitudes de los antepasados, el valor de quienes soportaron de manera pacífica o, en ocasiones, no tanto los retos de consolidar un centro poblado.

 Al historiar pueblos y ciudades Lucas Guillermo Castillo Lara nos mostró un camino para comprender el país y sus regiones, un camino lleno de hallazgos, desafíos metodológicos y perspicacia interpretativa. Queda pendiente: una valoración amplia de su contribución historiográfica. www.wikipedia.org

                !HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!

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