NELSON MANDELA (NUEVA VERSIÓN)
NELSON MANDELA E/María Alejandra Carrillo Colina
Perteneciente al clan almadiaba, de la etnia xhosa, y uno de los 15 hijos de un consejero principal de la casa real Thembu (a su vez nieto de rey), en 1927, tras quedar huérfano de padre, estuvo al cuidado del regente de los thembu, el jefe Jongintaba Dalindyebo.
Recibió la educación primaria en el Methodist Boarding School -donde el profesor, el primer día de clase, le puso el nombre anglófono de Nelson- y la secundaria en el Wesleyan School de Healdtown, de donde pasó al University College de Port Hare en 1939.
Como miembro del Consejo de Representantes Estudiantiles, su participación en acciones de protesta le acarreó la expulsión de las aulas en el tercer año de carrera, con lo que tuvo que terminar su diplomatura por correspondencia desde Johannesburgo.
Posteriormente, inició estudios de Derecho en la Universidad de Witwatersrand. Fue en Johannesburgo -ciudad en la que se había establecido para evitar un matrimonio concertado por su protector- donde trabó contacto con el activismo puramente político, uniéndose, en 1942, al Congreso Nacional Africano (ANC), organización abanderada del nacionalismo negro que había sido fundada el 8 de enero de 1912. Mandela inició un estrecho vínculo con Walter Sisulu, quien le presentó a un bufete de abogados, que le facilita una salida profesional.
Dirigente del ANC y preso de conciencia:
En los años de la Segunda Guerra Mundial, Mandela, Sisulu, Oliver Tambo y otros jóvenes militantes, bajo el liderazgo de Anton Lembede, trabajaron por la transformación del ANC, que hasta entonces había expresado sus reivindicaciones dentro de los cauces parlamentarios, en un movimiento de masas con un programa de exigencias más firmes al Gobierno racista sudafricano. A tal fin, en septiembre de 1944 pusieron en marcha la Liga de la Juventud del ANC (ANCYL), de la que Mandela fue elegido secretario tres años después.
En 1949, un año después de la victoria electoral del Partido Nacional (NP) y del inicio formal por la minoría blanca del sistema de segregación racial o apartheid, el Comité Ejecutivo Nacional (NEC) del ANC, con James Moroka de presidente y Sisulu de secretario general, aceptó un Programa de Acción, conforme a las tesis de la ANCYL, que fue elaborado y supervisado en su aplicación por un subcomité de seis miembros entre los que figuraba Mandela.
El programa, que contemplaba el llamamiento a la huelga, la desobediencia civil, la no cooperación y otros instrumentos de lucha no violenta, más un plantel de demandas políticas y sociales sobre la igualdad jurídica de los ciudadanos de color, un parlamento representativo según el principio de un hombre, un voto, una redistribución más democrática de la tierra y la remoción de impedimentos a la educación de los jóvenes negros, se integró en la doctrina de partido, más allá de constituir una estrategia coyuntural.
Cada vez más prestigiado entre sus compañeros, en 1950 Mandela fue promocionado a miembro del NEC.
Como presidente de la ANCYL desde 1951, en junio de 1952 el ANC le encomendó la divulgación por todo el país de la denominada...
Campaña del Desafío a las Leyes Injustas, un movimiento de masas no violento por el que en el mes de julio fue procesado bajo la acusación de violar la Ley de Supresión del Comunismo.
En septiembre la sentencia de nueve meses de prisión que recibió quedó en suspenso durante dos años, pero a cambio se le prohibió participar en actos públicos y ejercer cargos políticos hasta 1958, quedando confinado en Johannesburgo por espacio de seis meses.
En diciembre de 1952, Tambo y Mandela, el cual acababa de ser elegido vicepresidente del partido y por tanto adjunto a su nuevo máximo dirigente, Albert Lutuli, así como presidente de la sección del ANC en Transvaal, consiguieron abrir en aquella ciudad un despacho de abogados, el primero del país regentado con licencia por negros, labor que fue constantemente hostigada por las autoridades hasta el cierre del bufete en 1956.
En los años siguientes, Mandela siguió participando en las campañas contra las leyes discriminatorias de la mayoría negra y prestando asistencia legal a activistas con problemas con la justicia. Detenido y encarcelado en varias ocasiones, a finales de marzo de 1960 le sobrevino un nuevo arresto inmediatamente después de producirse la matanza de Sharpeville (21 de marzo) y en vísperas de las declaraciones (8 de abril) por el Gobierno del primer ministro Hendrik Verwoerd del estado de emergencia nacional y de la ilegalidad tanto del ANC como del Congreso Panafricano (PAC) de Robert Sobukwe.
Más radical, el PAC había surgido en diciembre 1959 como una escisión del partido de Mandela para oponerse a la inclusión de activistas no de raza negra, como indios y blancos autóctonos, en la lucha anti apartheid.
En 1961 su caso fue revisado y Mandela quedó exonerado de la acusación de participar en actividades terroristas, pero en junio de 1962 fue detenido otra vez y recibió una sentencia condenatoria de cinco años de cárcel por los delitos de incitación a la huelga y de abandono ilegal del país, en referencia a unas estancias en Etiopía y Argelia para recibir entrenamiento militar.
Lo cierto es que en diciembre de 1961 Mandela, convencido de la inutilidad de la lucha pacífica contra el apartheid, había organizado en la clandestinidad y tomado la jefatura del brazo armado del ANC, Umkhonto we Sizwe (Escudo de la Nación). Este viraje fue inmediatamente posterior a la proclamación por el NP de la República de Sudáfrica (31 de mayo de 1961) y la subsiguiente retirada de la Commonwealth, rompiendo los lazos con la corona británica mantenidos desde la independencia de facto en 1910 como Unión de Sudáfrica.
En octubre de 1963 Mandela continuaba encarcelado cuando se le extendió su causa a los cargos de sabotaje y terrorismo. El 12 de junio de 1964, junto con otros siete altos dirigentes del ANC, fue condenado a cadena perpetua (el fiscal solicitó para él la pena capital) e internado en la prisión de máxima seguridad de Robben Island, situada en una pequeña isla en el mar a 11 km de Ciudad del Cabo. Desde su celda, el preso 466/64 se convirtió en el símbolo de la resistencia negra y de la conciencia secuestrada de la nación, ganando una masiva solidaridad internacional y abundando en el descrédito de un gobierno que no acertaba a presentarle como un extremista peligroso o como un racista negro.
Su segunda esposa desde junio de 1958, Nkosi Kazi Nomzamo Madikizela-Mandela, más conocida como Winnie Mandela, que pronto se iba a revelar como una dirigente del ANC radical y autocrática a medida que la Policía se ensañaba con ella, fue a su vez puesta bajo confinamiento en 1977 en compañía de sus dos hijas y de sus nietos, no pudiendo visitarlo en prisión más que en contadas ocasiones.
En abril de 1984 Mandela fue transferido a la prisión de Pollsmoor, en Ciudad del Cabo, y en diciembre de 1988 a la prisión Victor Verster, cerca de Paarl, donde, en atención a su dolencia de tuberculosis, se le aisló en un bungalow con piscina, jardines y un cocinero particular. Desde finales de los años setenta venía rechazando los ofrecimientos de los gobiernos de Balthazar Vorster y Pieter Botha para una remisión de su pena a cambio de aceptar la independencia, no reconocida internacionalmente, de cuatro -Bophuthatswana, Ciskei, Transkei y Venda- de los bantustanes o homelands(los territorios de gobierno negro teóricamente autónomos que suponían el 13% de la superficie del país y que constituían una forma especialmente insidiosa de segregación racial) y de hacer público su rechazo a la violencia.
No obstante, a partir de 1986 sus contactos secretos con el régimen, agriamente rechazados por algunos dirigentes del ANC por su carácter unilateral, permitieron intuir un próximo desenlace negociado. En un encuentro sin precedentes, el 5 de julio de 1989 Mandela fue invitado a tomar té con Botha en su residencia presidencial.
De la liberación a la jefatura del Estado la llegada al poder de Frederik de Klerk a la Presidencia del país en agosto de 1989 inauguró una era de reformas que liquidó el apartheid.
El 13 de diciembre Mandela celebró con él, el primero de tres encuentros preliminares, para tratar su liberación, la cual tuvo lugar el 11 de febrero de 1990. Tras casi 28 años en prisión y varias ofertas de libertad condicionada, Mandela había conseguido la vindicación política para su causa, pero también una victoria personal.
En sus primeras declaraciones, tanto a la prensa como a la muchedumbre que le acogió en el estadio de Soweto, el castigado barrio negro de Johannesburgo, el líder nacionalista prodigó los mensajes de moderación y de cooperación en la empresa iniciada por de Klerk, lo que, empero, no suscitó la unanimidad en el campo negro nacionalista; así, los extremistas de izquierda del PAC siguieron apostando por la vía revolucionaria y el derrocamiento del poder blanco por la fuerza.
Mandela aceptó la renuncia a la lucha armada del ANC, que había sido legalizado el 2 de febrero, por los Acuerdos de Pretoria del 6 de agosto de 1990. En los meses siguientes realizó una serie de viajes por todo el mundo para advertir contra un prematuro levantamiento de las sanciones a Sudáfrica, en tanto el Gobierno blanco no adoptará reformas decisivas y las fuerzas de seguridad siguieran cometiendo abusos. En julio de 1991 fue elegido presidente ejecutivo del ANC, reunido en Durban en su primera conferencia anual en Sudáfrica desde 1959, sustituyendo a Tambo, quien, enfermo y hospitalizado en Suecia, venía ocupando el puesto desde la muerte en 1967 de Lutuli, galardonado en 1960 con el Premio Nobel de la Paz.
Para la Secretaría General fue escogido el sindicalista Cyril Ramaphosa en sustitución de Alfred Nzo.
El desmantelamiento jurídico, político e institucional del apartheid fue un proceso que estuvo trufado de tensiones y expuesto a muy peligrosos embates, en particular los sangrientos enfrentamientos armados entre xhosas -mayoritariamente identificados con el ANC- y zulúes -representados por el Partido Inkatha de la Libertad (IFP) del primer ministro del bantustán de Kwazulu en Natal, Mangosuthu Buthelezi-, pero también las provocaciones terroristas de la extrema derecha blanca.
Los respectivos compromisos adquiridos por Mandela y de Klerk salvaron la delicada transición, pese a los recelos y a las acusaciones mutuas.
El líder negro denunció en numerosas ocasiones que las fuerzas de seguridad seguían perpetrando tropelías como en los mejores tiempos del apartheid, y censuró la intención del NP de otorgar a la minoría blanca algún tipo de veto en un futuro Gobierno de mayoría negra.
Mandela tuvo también que aplicarse en la ordenación de sus propias filas, donde las posiciones radicales seguían teniendo vigencia. En esta tesitura se enmarca el anuncio de separación, el 13 de abril de 1992, de su esposa Winnie, a la sazón presidenta de la Liga de Mujeres del ANC y miembro del NEC desde la conferencia del año anterior, debido a que las “tensiones aparecidas en los últimos meses por diversas cuestiones”, habían hecho la ruptura “inevitable”.
Condenada el año anterior a seis años de prisión por el rapto en diciembre de 1988 de cuatro jóvenes y el asesinato de uno ellos a manos de sus guardaespaldas (reclutados del Club de Fútbol United Mandela) en su propia vivienda -un asunto escandaloso que dañó irremisiblemente una trayectoria política ya controvertida-, Winnie apeló y en junio de 1993 consiguió la suspensión de la pena a cambio de una multa.
Luego de consensuar Mandela y de Klerk los mecanismos e instituciones del período de transición más una Constitución provisional en la Convención por la Democracia en Sudáfrica (CODESA, I y II) y, tras el colapso de la anterior, en el más plural Foro de Negociaciones Multipartitas, que emprendió sus deliberaciones en abril de 1993, las históricas elecciones a una Asamblea Nacional multirracial de 400 miembros pudieron celebrarse del 26 al 28 de abril de 1994.
Sin sorpresas, el ANC obtuvo una victoria arrolladora con el 62,6% de los votos y 252 escaños, mientras que el NP se hizo con el 20,4% y 82 escaños.
El primer día de la consulta entró en vigor la Constitución provisional, que supuso la abolición de los diez bantustanes que poseían el estatus autónomo o independiente, y por ende la incorporación de sus territorios a la división provincial. También lo hizo la nueva bandera nacional, con un diseño multicolor que simbolizaba la pluralidad racial del país.
El 6 de mayo de 1994, conforme a lo pactado, Mandela formó un Gobierno de unión nacional con el NP, el IFP y el Partido Comunista de Sudáfrica (SACP), una organización hermanada con el ANC hasta el punto de tener asiento en el NEC varios de sus líderes. El día 9 la Asamblea le eligió presidente de la República y al día siguiente, en presencia de numerosos líderes mundiales y en un ambiente festivo y colorista, tomó posesión del puesto con un mandato de cinco años.
La construcción de una nueva Sudáfrica:
Sobre Mandela recayeron todas las esperanzas de un pueblo que, si bien había conseguido plenitud de derechos políticos, aún topaba con numerosas barreras para su promoción social, educativa y profesional, pero que fundamentalmente, sobre todo esos millones de habitantes de los guetos y los barrios de miseria, ansiaba salir de su extremada postración económica.
El presidente definió unas reglas de juego que equilibraba el dominio indiscutible del ANC con la cooperación y la concesión de parcelas de poder y de responsabilidad a los otros partidos y las nuevas minorías, que no necesariamente eran aliados naturales, e incluso ni siquiera fácticos.
...Con sensatez y realismo, Mandela confió al NP sectores claves casi en exclusiva, como la economía, la cual se mantuvo en los criterios capitalistas de mercado, o en un régimen de cogestión, como la defensa y la seguridad interior.
El sistema innegablemente funcionó en los cinco años siguientes: aseguró el total respaldo internacional; implicó a las élites blancas, luego de calmar sus últimas aprehensiones, en la normalización del país; desarmó dialécticamente, con más rapidez de lo esperado, a la extrema derecha racista, que se auto marginó completamente del escenario político; y apaciguó a ojos vista las tensiones violentas en la provincia de Natal, luego de ir aceptando el IFP su posición en el nuevo orden político.
En la hora de su partida se hizo un balance agridulce del compromiso con la emancipación socio-económica de la mayoría negra, pues si bien ésta había mejorado un tanto su situación con la extensión de los servicios sociales en los populosos barrios marginales y el surgimiento de una incipiente clase media, los blancos, que constituyen menos del 14% de la población, seguían detentando la práctica totalidad del sistema financiero y de los negocios. Además, su Gobierno se vio incapaz de contener la explosión de una violencia mayormente delictiva, fenómeno que azota a todas las sociedades recién salidas del proscenio de la guerra y que en el caso de Sudáfrica se entremezcla con nuevas e inquietantes formas de radicalismo.
El 30 de junio de 1996 el NP, conforme al anuncio hecho por de Klerk el 9 de mayo y coincidiendo con la aprobación de la nueva Constitución (que fue ratificada por Mandela el 10 de diciembre), abandonó el Gobierno de unión nacional alegando que el período de transición había concluido sin novedad, lo que dejó al segundo de Mandela, Thabo Mbeki, como único vicepresidente.
El hecho, más que generar incertidumbre, vino a certificar hasta qué punto la minoría blanca se sentía tranquila por la evolución política, prefiriendo que el ANC -con quien las relaciones tampoco habían sido excesivamente cordiales, sino, antes bien, bastante resignadas- asumiera todas las cargas de gobierno.
Mandela, en aras de la unidad nacional, convocó por ley en julio de 1995 una Comisión de la Verdad y la Reconciliación (TRC) para elucidar las masivas violaciones de los Derechos Humanos cometidas durante el apartheid.
La TRC, presidida por el obispo y premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, publicó el 29 de octubre de 1998 el resultado de sus investigaciones en un documento de 3.500 páginas, cuyas conclusiones eran contundentes:
El Estado racista blanco fue responsable de la mayoría de las atrocidades, pero el movimiento de liberación negro también cometió violaciones de los Derechos Humanos, por todo lo cual solicitaba el procesamiento de Pieter Botha, Buthelezi y Winnie Mandela.
El informe provocó un terremoto en el ANC, donde un sector, tildado de dogmático y de excluyente, encabezado por Mbeki (él mismo salió malparado en los testimonios escuchados por la TRC) se negó a disculparse de cualquier aspecto de la lucha anti apartheid. Mandela, que recibió de Tutú el documento, se limitó a expresar su apoyo incondicional al trabajo hecho por la TRC, pero se abstuvo de entrar en polémicas.
Un referente internacional de primer orden
Con Mandela, Sudáfrica removió sus últimos estigmas internacionales. En las semanas inmediatamente posteriores a su asunción presidencial se produjeron los retornos a la Commonwealth (1 de junio) y a la Asamblea General de Naciones Unidas (23 de junio), así como los ingresos en la Organización para la Unidad Africana (23 de mayo) y el Movimiento de países No Alineados (31 de mayo).
Durban fue la sede de la XII Cumbre trianual del MNA, el 2 y el 3 de septiembre de 1998, donde Mandela fue elegido presidente de turno de la organización para lo que le quedaba de mandato y donde declaró que su país, tenía intención de mantener buenas relaciones con todos los estados, incluidos los que figuran en la lista negra de Estados Unidos.
El presidente sudafricano viajó a las principales capitales mundiales, participó en numerosas citas multilaterales y tuvo invitaciones especiales a cumbres de organismos de los que su país no es miembro, como el Consejo Europeo de Cardiff del 15 de junio de 1998, donde, sin embargo, no se logró firmar el acuerdo comercial que Sudáfrica venía negociando con la Unión Europea, y la XIV Cumbre presidencial del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en Ushuaia, Argentina.
Durante y con posterioridad a su mandato, Mandela ha ejercido una suprema autoridad moral en los conflictos bélicos que asolan el continente negro, apareciendo como árbitro y mediador. En mayo de 1997 intentó, sin éxito, reconciliar al dictador zaireño Mobutu Sese Seko y al líder guerrillero Laurent Kabila, quien terminó haciéndose con el poder en Kinshasa.
En la guerra que, a mucha mayor escala, estalló en agosto de 1998 en la nueva República Democrática del Congo, caracterizada por la profusión de contendientes internos y la intervención militar de otros tantos estados de la región, Mandela multiplicó sus esfuerzos pacificadores, adoptando en el seno de la Comunidad de Desarrollo de África del Sur (SADC, de la que fue presidente de turno hasta septiembre de 1998) una posición sumamente cauta, aunque con claras simpatías por el Gobierno de Kabila, y llegando a enfrentarse con el presidente zimbabwe, Robert Mugabe, por su decisión de enviar tropas en ayuda de Kabila, roces que soterraron una rivalidad cierta por el liderazgo regional.
Precisamente, esta tendencia de buscar en la nueva Sudáfrica multirracial un patrón y guía para todo tipo de desavenencias y crisis nacionales en los estados de la zona, ha parecido prefigurar un escenario de presencia militar activa, ante la que, sin embargo, Mandela se mostró bastante reticente por entender que las intervenciones militares de interposición o humanitarias podrían añadir más leña al fuego y escalar el conflicto. La única excepción, y no por ello menos clamorosa y polémica dado su carácter expeditivo y de injerencia, fue el envío el 22 de septiembre de 1998 de un millar de soldados, junto con tropas de Botswana, al estado de Lesotho, pequeño reino independiente enclavado en Sudáfrica, para poner orden en un contexto de crisis política post-electoral y de motines militares.
Su éxito mediador más importante ha sido en Burundi, donde en octubre de 1999 tomó el relevo del fallecido Julius Nyerere, ex presidente de Tanzania y otro destacado exponente de la lucha contra la supremacía blanca de la región, en los esfuerzos para un poder compartido entre las distintas tendencias de la minoría tutsi y la mayoría hutu.
Así, el 28 de agosto de 2000 presidió en Arusha, Tanzania, la firma de un prometedor acuerdo de paz, del que, no obstante, se excluyeron los insurgentes hutus y varios partidos extremistas tutsis.
Mandela cumplió 80 años en un momento de plenitud personal y política el 18 de julio de 1998, día que escogió para contraer matrimonio en Johannesburgo con Graça Machel, de 52 años, viuda del antiguo presidente mozambiqueño Samora Machel, a la que conoció en Maputo en 1990 y que era su compañera sentimental al menos desde 1996.
De su primera esposa, Evelyn Mase, una prima de su camarada Sisulu que pertenecía a los Testigos de Jehová, Mandela se separó en 1955 tras nueve años de matrimonio y haberle dado cuatro hijos (uno de ellos murió siendo un bebé y otro vástago pereció en un accidente de tráfico en 1969 cuando el padre estaba encarcelado), y la pareja terminó divorciándose en 1957. Como ya se citó, Mandela tuvo otras dos hijas con Winnie, de la que, tras tres años de separación, obtuvo el divorcio el 19 de marzo de 1996.
El 7 de julio de 1996 Mandela declaró a la BBC que no se presentaría a la reelección dentro de tres años y que propondría a Mbeki para el puesto. El 18 de diciembre de 1997, durante la 50ª Conferencia Nacional del partido celebrada en Mafikeng, presentó su renuncia oficial como presidente del ANC y fue sustituido por Mbeki. A partir de entonces fue alejándose del ejercicio práctico del poder y se concentró en su papel simbólico de padre de la nación y de estadista prestigioso, cuya presencia es solicitada en múltiples foros internacionales.
En la primavera de 1999 realizó una vibrante gira nacional de despedida, en la que aleccionó a su pueblo en un sentido moral, aunque tampoco se privó de hacer diagnósticos negativos sobre una "sociedad enferma", incapaz de librarse de la violencia y los sectarismos, y el 16 de junio entregó el testigo a Mbeki, rotundo vencedor en las elecciones presidenciales del día 2.
El jovial anciano de las camisas estampadas es un dirigente universalmente respetado y admirado. Probablemente la mayor figura política mundial viva, ha llegado a llamársele el "estadista perfecto". En su país, entre la mayoría negra es un personaje idolatrado, pero no son pocos los que comparten este sentimiento entre la población blanca, que terminó por rendirse ante su carisma, su talla humana y su responsabilidad política.
Mandela está en posesión de más de un centenar de títulos universitarios honoríficos y galardones de todo el mundo.
Además del Premio Nobel de la Paz concedido en 1993, que aceptó en nombre de todos los sudafricanos que se sacrificaron para traer la paz a su país, posee los premios:
- J. Nehru al Entendimiento Internacional (India, 1980),
- Simón Bolívar a la Lucha por la Libertad (Venezuela, 1983),
- Del Tercer Mundo (Reino Unido, 1985),
- De la ONU en el campo de los Derechos Humanos (1988),
- Lenin de la Paz (URSS, 1990),
- Sajarov a la Libertad de Conciencia por el Parlamento Europeo (1988),
- De la UNESCO en el campo de la Paz (1991) y
- Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (España, 1992), así como
- La orden de Oro Olímpica del COI (1993) y
- La medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos (1998), por citar sólo los principales honores.
Ha escrito los libros autobiográficos (títulos traducidos al español) La lucha es mi vida (1988) y El largo camino hacia la libertad (1995). Es miembro del Consejo InterAcción.
@ Copyright Fundació CIDOB, 2001.
Todos los derechos reservados
BIBLIOTECA DE VOCES DEL SIGLO XX
THE LIBRARY OF VOICES OF 20TH CENTURY
On November 30, 2002
Compilación, Restauración y Digitalización
Archivo Sonoro
“José Guillermo Carrillo”
Fotografía
Nelson Naveda
Caracas. Venezuela
25 de enero de 2006
“FONOTECA JOSÉ GUILLERMO CARRILLO”
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL
DR. RODOLFO LOERO ARISMENDI
CARACAS • VENEZUELA
UNIVERSIDAD INTERAMERICANA
(UNICA)
SANTO DOMINGO • REPÚBLICA DOMINICANA
FONOTECA VIRTUAL
FUNDACION INTERNACIONAL JOSE GUILLERMO CARRILLO
(Actualmente, fuera de servicio)
Comentarios
Publicar un comentario