FERNANDO HENRIQUE CARDOSO SILVA- BRASIL.
Intelectual, político. |
Nacido en una familia de amplia tradición militar donde la disciplina y la instrucción elitista eran imperativos, recibió su primera educación en el hogar, a cargo de preceptores privados, quienes le enseñaron también los idiomas inglés y francés. Carioca de nacimiento, desde los diez años vivió en São Paulo, donde el padre, el general Leónidas Fernandes Cardoso, había sido destinado.
Incursión en la política desde la sociología con talante progresista
1. Incursión en la política desde la sociología, con talante progresista
En 1953 se licenció en Ciencias Sociales por la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de São Paulo (USP) y al poco contrajo matrimonio con una compañera de estudios, Ruth Correa Leite, con la que iba a tener tres hijos, Beatriz, Paulo Henrique y Luciana.
De ideas izquierdistas en estos años, Cardoso colaboró como redactor en la revista Problemas, que editaba el Partido Comunista Brasileño (PCB), mientras ejercía de auxiliar docente en su facultad. En 1961 obtuvo el doctorado en Ciencias Políticas en la USP con una tesis sobre el desarrollo económico y el empresariado industrial brasileños, y de 1962 a 1963 cursó un posgrado en el Laboratorio de Sociología Industrial de la Universidad de París.
Culminada su formación académica, empezó a impartir la asignatura básica de Sociología en la USP al tiempo que dirigía el Centro de Sociología Industrial y del Trabajo (CESIT) de la facultad, pero en marzo de 1964 fue arrestado brevemente acusado de desarrollar actividades subversivas. Días después se produjo el golpe de Estado militar contra el Gobierno izquierdista de João Goulart y Cardoso escapó al extranjero para excusar nuevas y más peligrosas represalias.
Reanudó la actividad docente en Santiago de Chile, dando comienzo un período en el que conquistó una reputación internacional como sociólogo e intelectual progresista.
Durante un trienio impartió su especialidad en el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES, dependiente de la ONU), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Chile, sitos los tres en la capital chilena, así como cursillos de extensión universitaria en México o Buenos Aires. En 1967 fue reclamado por la Universidad de París-Nanterre y la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (EHESS), así que prosiguió su actividad docente en el país europeo, donde fue testigo de la protesta estudiantil y la revolución de mayo de 1968.
Ese mismo año retornó a Brasil y, no obstante su orientación izquierdista, en una de las fases más represivas de la dictadura, conquistó la titularidad de Catedrático de Ciencia Política en su alma máter, pasando a dirigir el Departamento de Ciencias Sociales. En 1969 estuvo entre los fundadores del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (CEBRAP) con sede en São Paulo y poco después volvió a acogerse a una suerte de auto-exilio itinerante, sin faltar las ofertas del extranjero para dar clases o investigar.
Sus originales estudios comparativos, para la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) o para las más prestigiosas publicaciones del ramo, sobre el nacionalismo económico, la sociología del desarrollo y el sistema de partidos políticos brasileño, tuvieron amplia trascendencia en su país y el resto del subcontinente, en unos años en que regímenes políticos de diversa naturaleza exploraban vías alternativas a la planificación socialista y el capitalismo de mercado.
Aparte la tesis doctoral convertida en un divulgado manual, sus estudios más conocidos en estos años, traducidos al francés, el español y al inglés, son Dependencia e desenvolvimento na América Latina y Política e desenvolvimento em sociedades dependentes: ideologias do empresariado industrial argentino e brasileiro.
En la década de los setenta Cardoso fue: profesor con contrato o visitante en el Instituto Internacional de Estudios Laborales (IILS), basado en Ginebra y perteneciente a la Organización Internacional de Trabajo (OIT), la Universidad de Stanford, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, la Cátedra Simón Bolívar de la Universidad de Cambridge y el Instituto de Estudios sobre Desarrollo Económico y Social (IEDES) de la Universidad de París.
Cada vez más interesado en el análisis político y en la situación de su país, en 1973 retornó a Brasil y entabló relación con Ulysses Guimarães, presidente del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que aglutinaba diversas sensibilidades ideológicas y era el único partido de oposición autorizado por el régimen militar, conformando con su rival por la derecha, la oficialista Alianza Renovadora Nacional (ARENA), el sistema bipartidista instaurado en 1966.
Desde comienzos de 1979 Cardoso combinó las aulas con la política profesional luego de salir elegido, el 15 de noviembre de 1978, senador suplente por el estado de São Paulo en las listas del MDB; extinguido en noviembre de 1979 junto con ARENA por decisión del Gobierno del general João Baptista Figueiredo, en la etapa de transición a la democracia multipartidista que ahora comenzaba el grueso de los dirigentes del MDB organizaron, en enero de 1980, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), con el veterano Guimarães renovado en su presidencia.
El PMDB perfiló su posición centrista en el sistema emergente de partidos, y Cardoso y su círculo, no obstante las discrepancias de doctrina con la dirección más moderada, mantuvieron la militancia. En 1980 el sociólogo sostuvo contactos con el líder sindical paulista Luiz Inácio Lula da Silva para la puesta en marcha de un gran partido de izquierda en Brasil que captara el voto de las clases trabajadoras y de sectores universitarios progresistas, pero el proyecto no prosperó y Lula siguió adelante con su Partido de los Trabajadores (PT), exponente de un socialismo filomarxista con el que el sociólogo no comulgaba.
Las responsabilidades políticas en su país no fueron óbice para que Cardoso ejerciera, por citar sólo las filiaciones más notables, como presidente del CEBRAP (1980-1982), director de estudios en la EHESS parisina (1980-1981), presidente de la Asociación Sociológica Internacional (ISA) con sede en Amsterdam (1982-1986), y presidente de la Fundación Escuela de Sociología y Política de São Paulo. Senador de pleno derecho desde 1983 y reelegido en su escaño en los comicios del 15 de noviembre de 1986, Cardoso participó en los trabajos de la Asamblea Nacional Constituyente que elaboró la nueva Carga Magna y desde marzo de 1985 lideró la mayoría en el Congreso del PMDB, que, en la persona del ex arenista José Sarney Costa (sustituto del presidente electo en la votación indirecta de enero, Tancredo Neves, fallecido antes de poder tomar posesión del cargo), encabezaba el Gobierno federal al cabo de dos décadas de dictadura.
El mismo año 1985 Cardoso se presentó a la elección para el puesto de prefecto (alcalde) de São Paulo y perdió por una diferencia del 1% de votos ante el ex presidente de la República Jânio Quadros, derrota a la que, según parece, contribuyó el público reconocimiento de su ateísmo. Por otro lado, el fracaso de la gestión económica liberal del Gobierno Sarney y la enmienda constitucional que prolongó en un año el mandato del presidente, nutrieron el malestar de Cardoso y sus asociados, que constituyeron una corriente de opinión en el seno del PMDB llamada Movimiento de Unidad Progresista.
Culminando varios meses de desencuentros con Sarney y Guimarães, el 25 de junio de 1988 Cardoso, André Franco Montoro, Mário Covas, Tasso Jereissati, José Serra y otros destacados representantes populares del PMDB pusieron en marcha el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que recibió la adhesión inmediata de 48 congresistas. El PSDB se configuró como un partido animado por intelectuales formados en el pensamiento marxista y empresarios, sobre todo del área metropolitana de São Paulo, partidarios de una economía de mercado socialmente orientada y, por tanto, alternativa al modelo liberal aplicado por el Gobierno Sarney con resultados muy poco convincentes.
2. El Ministerio de Hacienda como trampolín para la Presidencia
En la I Ejecutiva Nacional del PSDB, elegida en la Convención del 14 de mayo de 1989, Cardoso tuvo su puesto como líder del grupo parlamentario en el Senado al tiempo que Franco Montoro fue elegido presidente del partido. El PSDB se registró el 24 de agosto para poder participar en las elecciones presidenciales directas del 15 de noviembre de aquel año. Su candidato, Covas, quedó en cuarto lugar con el 10,8% de los votos y fue aventajado por Leonel Brizola, del Partido Democrático Laborista (PDT), Lula da Silva y Fernando Collor de Mello, del derechista Partido de Reconstrucción Nacional (PRN), a la postre, ganador de la liza.
Desde marzo de 1990, Cardoso pasó a dirigir la oposición del PSDB en el Senado al Gobierno de Collor, adalid de un proyecto de estabilización financiera y liberalización económica que perseguía, más allá del apaño coyuntural, introducir grandes reformas estructurales. Las elecciones legislativas del 3 de octubre y el 25 de noviembre de aquel año convirtieron al PSDB en la tercera fuerza del Senado, con 10 escaños, y la sexta de la Cámara de Diputados, con 37. El 1 de septiembre de 1991 se constituyó la II Ejecutiva Nacional del PSDB y Cardoso fue renovado en su puesto.
La suspensión de Collor de Mello por la Cámara de Diputados en su función presidencial el 29 de septiembre de 1992, como paso previo para enjuiciarle por corrupción, dio paso a la formación por el vicepresidente Itamar Franco de un gobierno de amplio espectro para cuyo Ministerio de Relaciones Exteriores, el 5 de octubre, fue requerido Cardoso. La asunción de esta cartera en el Ejecutivo supuso su cese al frente del grupo de senadores del PSDB.
El 19 de mayo de 1993 Franco se decantó por su ministro de Exteriores para sustituir al dimitido Elizeu Resende como ministro de Hacienda, con la misión principal, y absolutamente perentoria, de poner coto a la inflación desaforada. Tras varios meses de aplicar medidas sin resultados, en febrero de 1994 Cardoso puso en marcha un ambicioso plan de estabilización económica. Para entonces, los precios crecían a un ritmo del 40% mensual, lo que auguraba un índice de inflación a final de año superior al 2.086% con que había cerrado 1993.
El popularmente conocido como Plan Cardoso, que aunaba características de la ortodoxia liberal y el protagonismo del Estado según el modelo socialdemócrata, constaba de tres etapas: primero, la creación de un fondo social de urgencia para atender las penurias más urgentes de la población azotada por la crisis; segundo, la unificación de los múltiples mecanismos monetarios de cambio y unidades de cuenta con la introducción de la Unidad Real de Valor (URV); y tercero, desde el 1 de julio, la entrada en circulación de una nueva moneda a partir de la URV y paritaria con el dólar, el real, el cual, complementado con un bloqueo de los salarios, hizo notar sus efectos fulminantes sobre la escalada de los precios.
La ganancia de popularidad gracias a este plan, muy valorado por una población expuesta en los últimos años a alarmantes vaivenes en los precios y depreciaciones de las débiles unidades monetarias en circulación, animó a Cardoso a lanzar su candidatura a la Presidencia de la República. Con el objeto de prepararla, el 30 de marzo de 1994 se separó del Gobierno y dos meses después hizo lo propio de la Ejecutiva Nacional del partido. En las elecciones generales del 3 de octubre de ese año compitió con el respaldo del Partido del Frente Liberal (PFL, conservador-liberal) de Jorge Konder Bornhausen, el Partido Laborista Brasileño (PTB, centrista-liberal) de José Eduardo de Andrade Vieira y el pequeño Partido Liberal (PL, conservador), los cuales se agruparon con el PSDB en la plataforma Unión del Trabajo y el Progreso.
Incidiendo en sus facetas de servidor público excepcionalmente preparado, intelectual de prestigio internacional y, sobre todo, de gestor económico eficaz, Cardoso convenció a una mayoría del electorado, con ideologías y estatus sociales bien dispares, de que con él al timón Brasil enfilaba seguro el camino de la estabilidad, el progreso y el bienestar. Cosechó el 54,3%, el porcentaje más elevado desde la elección presidencial de 1945 que ganó Eurico Gaspar Dutra y duplicando en votos a su seguidor más inmediato, Lula da Silva, postulado por siete partidos de izquierda y al que el sociólogo había apoyado en la segunda ronda de la elección de 1989 para impedir la victoria de Collor de Mello. Según los observadores, la perspectiva de Lula convertido en presidente atemorizó a sectores del establishment partidarios del liberalismo económico con pragmatismo y a las clases pudientes, que convergieron masiva mente con el electorado centro-izquierdista propio del PSDB para votar por Cardoso.
En los comicios al Congreso, la coalición que postulaba a Cardoso se hizo con 197 de los 513 escaños de la Cámara de Diputados y 35 de los 81 escaños del Senado, aunque la mayoría absoluta se alcanzó con creces luego de brindar su apoyo los 107 diputados y 22 senadores del PMDB, entonces dirigido Luiz Henrique da Silveira. Así reforzado, Cardoso tomó posesión de la Presidencia el 1 de enero de 1995 con un mandato de cinco años y formó gobierno de coalición con el PMDB, el PFL (uno de cuyos dirigentes, Marco Antônio de Oliveira Maciel, asumió la Vicepresidencia), el PTB y el PL, más algunas personalidades independientes.
3. Estabilidad monetaria y reestructuración económica
El año de la inauguración de Cardoso cerró con balances prometedores en algunas de las macro-magnitudes: la inflación anual fue del 28%, la tasa más baja desde 1957 y radicalmente alejada del 2.312% registrado en 1994, al tiempo que crecían espectacular-mente las reservas de divisas y las inversiones extranjeras (representando el 70% de todas las realizadas en Sudamérica) merced a los exorbitantes tipos de interés impuestos por el Gobierno para frenar la demanda consumista, que estaba desequilibrando gravemente la balanza comercial, y para atraer, precisamente, los capitales financieros y así espantar el fantasma de una tormenta como la padecida por México a finales de 1994.
No obstante lo oneroso de los créditos bancarios y la fortaleza del real, absolutamente sobre-valorado frente al dólar aunque estable, la economía creció un 4% en 1995. Por el contrario, aumentaron la deuda interna y los déficits en las cuentas públicas. En un sentido general, la actuación de Cardoso en su primer mandato se caracterizó por la aceleración de las reformas estructurales de la economía brasileña con el objetivo declarado de prepararla para los retos de la globalización y hacerla más competitiva en los mercados internacionales, avanzando en la des regulación y manteniendo el rigor presupuestario.
La profunda reforma del mercado laboral otorgó carta legal a los despidos masivos que ya venían produciéndose como consecuencia de las privatizaciones, las cuales completaron en julio de 1997 su más importante fase con la venta al mejor postor de doce grandes compañías públicas, entre ellas el gigante de las telecomunicaciones, Telebrás. Los compradores, de Brasil, Estados Unidos, España, Italia y Portugal principalmente, desembolsaron al Estado alrededor de 19.000 millones de dólares sólo por la adquisición de las empresas de Telebrás.
4. Un proyecto de reelección respaldado en las urnas
A finales de 1996, con una coyuntura económica bonancible, Cardoso dio a entender que aspiraba a la reelección, siguiendo el ejemplo de sus homólogos Alberto Fujimori en Perú y Carlos Menem en Argentina (quienes, como él, habían aplicado con éxito recetas de saneamiento económico, aunque se trató de recetas neo-liberales sin capítulo social), para lo que iba a ser necesario una reforma constitucional. La unidad de criterio en la coalición gobernante hizo posible la propuesta, no ajena a controversia, y el 4 de junio de 1997 el Senado aprobó una enmienda de la Carta Magna que introducía el mandato presidencial de cuatro años renovables por otros cuatro. Cardoso confirmó al punto su decisión de presentarse a la reelección al amparo del nuevo artículo constitucional.
Respaldado esta vez por el PFL, el PTB, el Partido Social Demócrata (PSD) y el derechista Partido Progresista Brasileño (PPB) de Paulo Maluf, en las elecciones del 4 de octubre de 1998 Cardoso se impuso de nuevo en la primera ronda, con el 53% de los votos, a Lula, candidato unitario de la izquierda, que recibió el 31,7%. La alianza pro Cardoso se hizo en el Congreso con una holgada mayoría absoluta de 299 diputados y 41 senadores, a los que debían sumarse los 109 legisladores del PMDB, el cual, si bien rehusó apoyar expresa y unánimemente a Cardoso, terminó por renovar la colaboración con el Ejecutivo. El PSDB mejoró notablemente su representación a costa del PMDB, pasando de 64 a 99 diputados y de 10 a 16 senadores, siendo sólo superado por el PFL.
Con una campaña al estilo estadounidense y los principales medios de comunicación a su servicio, Cardoso acertó en convencer a muchos votantes potenciales de Lula de que sólo él podía, con el segundo mandato, culminar las reformas económicas, no dudando sus asesores en descalificar al antiguo metalúrgico como un hombre sin preparación e inapropiado para las complicadas tareas de gobierno.
A su vez, el frente izquierdista acusó a Cardoso y a los tucanos (apelativo popular de los miembros del PSDB, por el tucán que aparece en su logotipo) de haberse acercado progresivamente a las tesis económicas liberales, antes sólo auspiciadas por el PFL y el PTB, de practicar políticas excluyentes y de apropiarse de su discurso social. Pero la oposición no acertó a capitalizar el agudo descontento que habían generado las privatizaciones -observadas en parte como un desembarco de capital privado internacional con una dudosa capacidad para reportar riqueza a la sociedad brasileña-, el desempleo rampante, el encarecimiento de los productos de primera necesidad, la ineficacia gubernamental para combatir los incendios en el Amazonas y las trabas decisivas a la reforma de los grandes latifundios agropecuarios.
5. Abandono forzado de la política de moneda fuerte
El caso es que la reelección de Cardoso se produjo cuando el apartado que le había hecho acreedor de la alabanza internacional mostraba también signos para la inquietud. Desde agosto de 1998, las turbulencias financieras y bursátiles en Sudamérica, espoleadas por las crisis rusa y asiática, afectaron particularmente a Brasil, que padeció una fuga de capitales por un valor bastante superior a lo que el Estado había ingresado por las privatizaciones, defendidas por Cardoso, entre otras razones, por brindar recursos para la financiación del servicio de la deuda externa, cuyo montante total, sumando los débitos públicos y privados, ascendía a 240.000 millones de dólares.
Además de Telebrás, se entregaron al capital privado las principales industrias mineras y siderúrgicas, los servicios de telefonía y las compañías eléctricas; incluso la emblemática compañía nacional de petróleos, Petrobrás, cedió algunas de sus explotaciones a concesionarias privadas. Por otra parte, el severo programa gubernamental de recorte de gastos, que supuso el despido de decenas de miles de funcionarios, y el aumento del impuesto sobre la renta, aplicados a finales de 1997, no lograron la meta de recortar sensiblemente el déficit en la balanza financiera del Estado.
En vísperas de los comicios de 1998 se ultimó con el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la banca privada de Estados Unidos un paquete de ayuda totalizando los 41.000 millones de dólares. El préstamo, muy criticado por la oposición de izquierda por suponer el automático aumento de la deuda pública externa, fue liberado al día siguiente de la victoria electoral de Cardoso, quien así encontró un asidero a su afirmación de que los brasileños le habían expresado su confianza por segunda vez para mantener al país por el recto camino de la estabilidad monetaria y financiera.
El 02 de enero de 1999 Cardoso inició su segundo mandato, primero de un presidente brasileño por reelección democrática, con un programa de ajuste fiscal "dramático, definitivo y permanente", consistente en el aumento de los tipos de interés, más austeridad en el gasto público, nuevos recortes en las plantillas de funcionarios y el incremento de las cotizaciones de la seguridad social, con los objetivos de rebajar el déficit fiscal del 8,4% registrado en 1998 al 3% en 2000, volver a los presupuestos excedentarios, sostener el real siempre que fuera atacado en los mercados y atraer los capitales expatriados, sin ocultar que con todo ello se daba satisfacción a las condiciones del FMI.
El 15 de enero, arreciando una segunda oleada de fuga de capitales, el Banco Central había agotado sus reservas para defender el real, viéndose obligado a dejarlo en flotación. En el libre mercado la moneda rápidamente se devaluó con respecto al dólar. La medida, confirmada como definitiva el día 18, resultó muy dolorosa para Cardoso, que había hecho de la estabilidad y la fortaleza de la moneda que creó en 1994 su bandera electoral. La cotización artificialmente alta del real, su sostenimiento a toda costa y unos tipos de interés de hasta el 41% (los más altos del mundo), habían disparado las deudas públicas interna y externa, volatilizado 75.000 millones de dólares de las reservas y, finalmente, dañado la actividad económica, el consumo y la inversión.
El cambio de política monetaria de Cardoso fue bien recibido por los inversores internacionales y los gobiernos interesados, pues un derrumbe de la bolsa brasileña habría tenido efectos catastróficos en las demás bolsas de Latinoamérica y habría producido graves alteraciones en Wall Street. Para abril de 2000, regulada su cotización por el mercado, el real se había recuperado, quedando estabilizada su depreciación con respecto al dólar en torno al 40% después haber caído el tipo de cambio hasta un 75%. La inflación interanual repuntó sólo moderadamente y se aceró al 7%. Sin embargo, la popularidad interior de Cardoso salió malparada del sobresalto y el mandatario se exponía ahora a las incertidumbres de la evolución del PIB y el horizonte de la inestabilidad social. Si 1998 había terminado con un crecimiento cero, 1999 mantuvo esta tendencia, entre recesiva y anémica, con una tasa positiva de sólo el 0,5%.
6. Vicisitudes en el MERCOSUR y visión continental
El presidente brasileño ha sido un paladín del Mercado Común del Sur (MERCOSUR, del que forman parte Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), el más ambicioso proyecto de integración económica de América, que, coincidiendo con la asunción presidencial en Brasilia en enero de 1995, puso en marcha una unión aduanera con arancel externo común. Esta organización firmó un histórico acuerdo inter-regional con la Unión Europea el 15 de diciembre de 1995 en Madrid, que Cardoso rubricó aparte en la misma capital cinco días después.
Con motivo de la visita del presidente de Estados Unidos Bill Clinton a Brasil del 13 al 15 de octubre de 1997, salieron a relucir diferencias entre los dos mandatarios en materia de comercio continental, al defender Cardoso la profundización y la ampliación del MERCOSUR (cuyos éxitos contra la dependencia económica excesiva del gigante del norte son innegables) a otros países del subcontinente antes de poner en servicio el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Washington deseaba que arrancara en 2005. El presidente brasileño expresó su preferencia por un Área de Libre Comercio Sudamericana (ALCSA), que tuviera presentes elementos extra-comerciales como la afinidad cultural, y, en cualquier caso, por que los países del MERCOSUR negociaran como bloque en la fase de preparación del ALCA.
Este espíritu presidió la cumbre especial de doce presidentes sudamericanos en Brasilia el 31 de agosto y el 1 de septiembre de 2000. Con la denominada Declaración de Brasilia, los mandatarios expresaron su voluntad de converger económica y políticamente y de hacer de la democracia una conquista irreversible antes de que el ALCA fuera una realidad. En concreto, Cardoso y sus colegas hablaron de fusionar el MERCOSUR y la Comunidad Andina (CAN, reuniendo a Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia y Ecuador), quizá en fecha tan temprana como 2002, en un solo bloque al que se podrían unir Chile, Surinam y Guyana. Se hizo notar el apoyo entusiasta que otorgó a la idea de Cardoso el presidente venezolano Hugo Chávez.
La cita de Brasilia se valoró como un triunfo diplomático de Cardoso frente a Estados Unidos en esta particular porfía que, como queda dicho, confronta dos visiones estratégicas del futuro marco de relaciones de los estados americanos desde una perspectiva Norte-Sur y sobrepasando lo comercial, y, de hecho, situó a Brasil como el abanderado de una suerte de nuevo latino-americanismo que, por ejemplo, acogía con aprensión la mayor implicación militar y financiera de Estados Unidos en Colombia para combatir la producción de droga. Con todo, las discrepancias no fueron óbice para que después de los atentados del 11 de septiembre Cardoso hiciera una encendida defensa de la cooperación continental y de la solidaridad irrestricta con Washington en el combate a la amenaza terrorista.
Por otro lado, en julio de 1999 Cardoso sostuvo un enfrentamiento con Carlos Menem al exigir éste a Brasil compensaciones por las pérdidas que la devaluación del real había causado a los productores argentinos, ya que la mudanza monetaria fue seguida de una avalancha de mercancías brasileñas muy competitivas al tiempo que se elevaba el arancel interno para las procedentes de Argentina. Las desavenencias ilustraban al mismo tiempo el grado de integración de las economías del área MERCOSUR y las propias distorsiones congénitas de este conjunto regional, cuales son la contribución abrumadora de la economía brasileña, el 70%, al PIB agregado de los cuatro países miembros, la falta de una moneda común y la ausencia también de un tribunal encargado de arbitrar y dirimir en conflictos de competencia, sobre todo los que afectan a particulares.
Pero, sobre la asincronía entre Cardoso y Menem gravitaban también dos visiones hemisféricas diferentes, ya que Menem llevó sus afinidades pro-estadounidenses hasta el punto de proponer en vísperas del final de su mandato, en diciembre de 1999, la dolarización de las economías sudamericanas. Las relaciones no fueron menos conflictivas con el sucesor de Menem, Fernando de la Rúa, quien, tratando de hacer frente a la gravísima crisis económica y financiera nacional, respondió a las devaluaciones del real con la supresión de preferencias a la importación de productos brasileños frente a los de países de fuera del MERCOSUR.
Cardoso ha sido el organizador de varias cumbres presidenciales del MERCOSUR: la XI, celebrada el 17 de diciembre de 1996 en Fortaleza y en la que se firmó un acuerdo de libre comercio con Bolivia; la XV, el 9 y el 10 de diciembre de 1998 en Rio de Janeiro, y la XIX, el 14 y el 15 de diciembre de 2000 en Florianópolis. El 28 y el 29 de junio de 1999 auspició en Rio de Janeiro la primera cumbre de mandatarios de América Latina, Unión Europea (UE) y el Caribe, que proyecto un área de libre cambio compartida por la Europa Comunitaria, el MERCOSUR y Chile para 2003. En otro ámbito, Cardoso acogió en Brasilia el 26 de octubre de 1998 al peruano Fujimori y al ecuatoriano Jamil Mahuad para la firma de un acuerdo de paz que puso fin a su contencioso fronterizo en el Alto Amazonas.
Entre sus visitas de Estado se citan las realizadas a Estados Unidos (19 a 22 de abril de 1995), Portugal (18 a 23 de julio de 1995), Alemania (17 a 21 de septiembre de 1995), China (diciembre de 1995), España (diciembre de 1995) y Reino Unido (febrero de 1997). También participó en la reunión especial de jefes de Estado y de Gobierno en Lisboa el 17 y 18 de julio de 1996 en la que siete estados de Europa, África y América fundaron la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa. En otro ámbito, bajo la presidencia de Cardoso Brasil, el 13 de julio de 1998, se adhirió al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) de 1968 y ratificó el Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBT) de 1996.
7. Último tramo de mandato zarandeado por la incertidumbre económica
El bienio 2000-2001 discurrió con relativa suavidad económica, no materializándose las predicciones catastróficas formuladas tras la colocación del real en el régimen de cambios variables regulados por el mercado. Gracias a la recuperación de los índices de riesgo-país, el mantenimiento de unos tipos de interés todavía muy atractivos para el comprador de deuda pública y la estabilización de la moneda en cotización baja, experimentaron un re-lanzamiento de las exportaciones y las inversiones de capital, lo que se reflejó en la producción, con vigorosas tasas trimestrales que en 2000 produjeron el valor medio anual del 4%, en el volumen de ingresos del Estado y en las contrataciones laborales. Como consecuencia, se aliviaron todos los déficits, muy especialmente el de la balanza comercial.
De todas maneras, la economía brasileña sólo había sorteado -briosamente, eso sí- un peligrosísimo bache, pero seguía siendo muy vulnerable a los avatares exteriores además de estar más hipotecada que nunca. Por otro lado, los progresos en los programas gubernamentales de distribución de tierras incultas y de colonización de espacios silvestres, sin constituir ni de lejos una reforma agraria, apaciguaron un poco el frente de reivindicaciones del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST).
También tuvieron muy buena acogida los diversos programas federales de asistencia social, reflejo de que los imperativos de la gran economía no habían evaporado totalmente las señas de identidad socialdemócratas de Cardoso y sus ministros tucanos. Entre ellos se citan: Bolsa Alimentación, destinado a familias con niños de entre 6 meses y 6 años de edad y con madres embarazadas o lactantes; Bolsa Escolar, para familias con niños de entre 6 y 15 años; el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil (PETI), dirigido a familias con hijos de entre 7 y 14 años privados de educación por tener que contribuir a la economía doméstica; Agente Joven, para la inserción de adolescentes de 15 a 17 años en las dinámicas de desarrollo social; y, Bolsa de Renta Mínima, destinado a familias de áreas afectadas por la sequía y con un nivel de ingresos inferior a un tercio del salario base.
No obstante, a lo largo de 2001, año de efervescencia política por la proximidad de las elecciones generales, remontaron un malestar y una inquietud por el futuro inmediato del panorama económico y social, con la realidad de miseria, desempleo, violencia e injusticia social mostrándose cotidianamente a millones de brasileños.
En este ambiente enrarecido, como de inercia y estancamiento, se erosionó seriamente la credibilidad de Cardoso, perjudicando de paso las posibilidades electorales del candidato a la sucesión escogido por el PSDB, el ministro de Sanidad José Serra, responsable de una exitosa política contra la mortalidad infantil y el sida, cuya piedra angular fue la distribución de medicamentos genéricos subvencionados, tras dura batalla contra las multinacionales farmacéuticas.
Las principales preocupaciones de Cardoso en la recta final de su mandato siguieron siendo la estabilidad de la economía y el pago de los próximos vencimientos de deuda pública, interna y externa; luego de la devaluación del real, el presidente no estaba dispuesto a sufrir una segunda humillación y caer en la situación de la vecina Argentina, convertida en una paria financiera internacional por el colapso de la liquidez y la suspensión de los pagos. La perspectiva de ver a la novena economía del mundo -en términos de producción- y la tercera de América tras Estados Unidos y Canadá en suspensión de pagos o con la moneda desplomada, producía sudores en todas las capitales de Sudamérica, pero el comentado efecto samba, mucho más que el efecto tango argentino, no quitaba menos el sueño a los operadores bursátiles y financieros de aquellos países desarrollados donde tenían su sede corporaciones que basaban en el gran mercado brasileño un volumen sustancial de sus negocios.
En mayo de 2002 la deuda total neta del Estado brasileño excedía ya los 250.000 millones de dólares (370.000 millones en términos brutos) y seguía subiendo. Este valor colosal suponía el 60% del PIB, cuando en 1994 la proporción no llegaba a la tercera parte, pero todavía era inferior al conjunto de la deuda interna, sumando los débitos del Estado y de los particulares contraídos en moneda local. Aproximadamente el 70% de la deuda pública era interna, mientras que representaba el 43% de la deuda externa total.
En agosto de 2002, con el real devaluado un 30% desde enero, la inflación mensual acercándose al 2%, la economía decelerándose con rapidez y las calificaciones de la deuda pública y el riesgo inversor de mal en peor, Cardoso llegó a un providencial acuerdo con el Tesoro de Estados Unidos para la apertura por el FMI de una línea de crédito de 30.000 millones de dólares a 15 años y la autorización de gastar 10.000 millones de dólares adicionales de las reservas internacionales para defender al real de los ataques especulativos; a cambio, el Gobierno brasileño se fijó la meta de un superávit presupuestario primario de al menos el 3,75 % del PIB en 2003; como el servicio del interés de la deuda equivalía entonces al 9% del PIB, el déficit total de las finanzas del Estado excedía todavía el 5%.
Días después, Cardoso arrancó de los cuatro candidatos presidenciales con posibilidades en las elecciones de octubre, Lula da Silva, Serra, Ciro Gomes, del ex comunista Partido Popular Socialista (PPS), y Anthony Garotinho, del Partido Socialista Brasileño (PSB), un principio de garantía de respetar los compromisos financieros adquiridos por el ejecutivo saliente, más cuanto que de los 30.000 millones pactados, 6.000 iban a ser liberados en el año en curso y los 24.000 restantes estaban sujetos a la aceptación de los términos del paquete de ayuda por el gobierno salido de los comicios. Este gesto político dirigido a calmar los mercados, más las propias características del acuerdo crediticio con el FMI, valorado muy positivamente por los analistas financieros, repusieron parcialmente el malparado prestigio del presidente ante la opinión pública nacional.
El máximo favorito en las encuestas, Lula da Silva, fue el ganador de las elecciones, celebradas a dos vueltas el 6 y el 27 de octubre; en la segunda ronda, el petista se deshizo de Serra con más de 22 puntos de diferencia. Cardoso salió inmediatamente a felicitar a Lula y se reunió con él para establecer una dinámica coordinada entre su Gobierno saliente y el equipo de transición nombrado por aquel, dando lugar a una suerte de co-gobierno relativo en el que el mandatario electo jugó un rol institucional en los dos meses previos a la transferencia de poderes el 1 de enero de 2003. Llegado el histórico acontecimiento, Cardoso declaró sentirse "emocionado" de traspasar la banda presidencial a un líder de los trabajadores.
El último evento relevante dirigido por Cardoso fue la XXIII Cumbre de Presidentes del MERCOSUR, en Brasilia el 5 y el 6 de diciembre, en la que se firmó un Acuerdo de Complementación Económica con los países de la Comunidad Andina que apunta a la conformación a corto plazo de un área de libre comercio entre ambos bloques, así como los Acuerdos sobre Regularización Migratoria Interna de los Ciudadanos y Residencia para Nacionales del MERCOSUR, Bolivia y Chile, que allanan el camino para la libre circulación de personas de los países signatarios y que constituyen un paso fundamental hacia la formación de un verdadero mercado común en el extremo sur del subcontinente.
8. Membresías y distinciones
El currículum extra político del anterior presidente brasileño, uno de los más impresionantes de entre los estadistas mundiales, se completa con membresías y filiaciones diversas a numerosas organizaciones en las áreas sociológica, económica y politológica, por no hablar de su pertenencia a decenas de consejos editoriales de publicaciones especializadas y a asociaciones científicas brasileñas e internacionales.
Se citan aquí la Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN) de Santiago de Chile, el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) de Buenos Aires, la Asociación Mundial de Relaciones Internacionales de Atenas, el ya desaparecido Instituto de Relaciones Europa-Latinoamérica (IRELA) de Madrid, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton (IAS), el Instituto de Viena para el Desarrollo y la Cooperación (VIDC), el Instituto Aspen de Italia en Roma, la Academia Americana de Artes y Ciencias (AAAS) con sede en Cambridge, Estados Unidos, el Consejo de Presidentes y Primeros Ministros del Centro Carter de Atlanta y el Círculo de Montevideo, grupo de debate y reflexión que anima el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti.
Es, además, presidente del Club de Madrid y miembro activo del Club de Roma, otros dos foros de encuentro de personalidades políticas internacionales. En São Paulo tiene su sede un Instituto que lleva su nombre y que cumple los objetivos de facilitar al público los archivos documentales generados por sus actividades oficiales como gobernante y de promover el pensamiento multidisciplinario en torno a la realidad brasileña, al modo de un think tank.
Fernando Cardoso es doctor honorario en Derecho o Ciencia Política por las universidades de Rutgers, Notre Dame de Indiana, Chile, Central de Venezuela, Coimbra, Oporto, Libre de Berlín, Sophia y Soka de Japón, Lumière de Lyon, Bolonia, Londres Cambridge, Hebrea de Jerusalén, Moscú, Konstantina Filozofa de Nitra en Eslovaquia, Salamanca y Tecnológica del Perú, amén de la FLACSO de Quito. Aparte de las distinciones académicas, tiene en su haber una extensísima relación de premios, condecoraciones y honores concedidos por gobiernos e instituciones de todo el mundo. De entre estos laureles se destacan el Premio Latinoamericano al Liderazgo, otorgado en 1997 por la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), el Premio de Cooperación Internacional que le concedió en 2000 la Fundación española Príncipe de Asturias en reconocimiento a su liderazgo y esfuerzos en pro de la integración regional, y el Premio J. William Fulbright al Entendimiento Internacional en 2003.
DOCUMENTOS SONOROS
DE LA BIBLIOTECA DE VOCES DEL SIGLO XX
SONOROUS DOCUMENTS
OF THE LIBRARY OF VOICES OF 20TH CENTURY
Em sessão do Senado de 15 de dezembro de 1994,
eleito Presidente da República no primeiro turno das eleições
realizadas em 3 de outubro daquele ano, despede-se
da Casa e fala do seu programa de governo.
Anuncia, então, que o Brasil, ao ingressar em novo tempo,
tem pressa e precisa de reformas.
Compilación y Digitalización
Archivo Sonoro
“José Guillermo Carrillo”
Caracas. Venezuela
11 de noviembre de 2007
“FONOTECA JOSÉ GUILLERMO CARRILLO”
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL
DR. RODOLFO LOERO ARISMENDI
CARACAS • VENEZUELA
UNIVERSIDAD INTERAMERICANA
(UNICA)
SANTO DOMINGO • REPÚBLICA DOMINICANA
FONOTECA VIRTUAL
FUNDACION INTERNACIONAL JOSE GUILLERMO CARRILLO
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