S.S. PÍO XII - PARTE II-


                                                                        S.S. PÍO XII

Después de la Segunda Guerra Mundial.

Las actitudes anticomunistas del papa Pío XII se volvieron más fuertes después de la guerra. En 1948, Pío XII declaró que cualquier italiano católico que apoyara a los candidatos comunistas en las elecciones parlamentarias de ese año sería excomulgado e instó a Azione Cattolica para que apoyara a la Democracia Cristiana. En 1949, autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a ex-comulgar a cualquier católico que militara o apoyara al Partido Comunista. También condenó públicamente la Revolución húngara de 1956.
Le tocó ser el papa de la Guerra Fría, y en este contexto su opción fue clara: ferviente anticomunismo y aproximación a la nueva potencia emergente, los Estados Unidos de América. En este sentido resultó determinante su amistad personal con Francis J. Spellman, arzobispo de Nueva York y vicario militar de las fuerzas norteamericanas, al cual nombró cardenal del título de Ss. Giovanni e Paolo (1946).
Pío XII , una vez finalizada la guerra, fue el vocero para instar a la clemencia y al perdón de todas las personas que participaron en la guerra, incluyendo a los criminales de guerra. Así también intercedió, mediante el nuncio apostólico en Estados Unidos, para conmutar las sentencias de los alemanes convictos por las autoridades de ocupación. El Vaticano solicitó el perdón para todos aquellos que estaban condenados a muerte, una vez que se permitió la ejecución de criminales de guerra en 1948.
Reconoció explícita mente el régimen surgido en España de la guerra civil (1936–1939). En 1953 firmó con el general Franco un concordato que daba base jurídica al llamado «Nacional-catolicismo» español: con notables ventajas para la Iglesia a cambio de la legitimación de aquel sistema.
Pío XII también realizó el concordato con Rafael Trujillo de la República Dominicana en 1954. En este país los derechos de la Iglesia católica fueron violados por los regímenes represivos. Pío XII también excomulgó a Juan Perón en 1955 por sus arrestos a sacerdotes de la Iglesia.
Dentro de la Italia de posguerra, a pesar de la tutela y el favorecimiento al partido de la Democracia Cristiana, llegó incluso a enfrentarse con su líder Alcide de Gasperi por el rechazo de éste a cualquier pacto con la extrema derecha,  en cambio por su interés en colaborar con la izquierda dentro de un espíritu democrático. Pío XII movilizó todas sus fuerzas para impedir el acceso de un socialista a la alcaldía de Roma en 1952, pero no lo consiguió.
El 01 de noviembre de 1950 y mediante la constitución apostólica Munificentissimus Deus promulgó la doctrina de la Asunción de la Virgen como dogma de fe católica. Es el último dogma que la Iglesia Católica ha definido hasta hoy.
Uno de sus últimos documentos fue la encíclica Fidei donum (1957), por la que invitaba a toda la Iglesia a reactivar el espíritu misionero, especialmente en África

Últimos años de Pío XII

Los últimos años del pontificado de Pío XII, comenzaron a finales de  con una larga enfermedad, durante la cual se llegó a considerar la abdicación. Posteriormente, los cambios en su hábito de trabajo se hicieron notar. El papa empieza a evitar las largas ceremonias, las canonizaciones y los consistorios, y aparece la vacilación en asuntos personales. Durante sus últimos años de pontificado, Pío XII empieza a demorar las designaciones de personal dentro del Vaticano, encontrándose cada vez más difícil sancionar a los subordinados y designados como Ricardo Galeazzi-Lisi, que, después de numerosas indiscreciones, fue excluido del servicio del papa en los últimos años, pero manteniendo su título, fue capaz de entrar en los apartamentos papales para fotografiar al papa moribundo; vendiendo luego las instantáneas a revistas francesas.
  1. Pío XII, tenía la costumbre de elevar a jóvenes sacerdotes como obispos, como Julius Döpfner (35 años) y Karol Wojtyla (38 años), este último fue uno de sus últimos nombramientos en 1958. Él tomó una posición firme contra los experimentos pastorales, tales como "sacerdotes obreros", que trabajaban a tiempo completo en las fábricas y se unían a los partidos políticos y sindicatos. Continuó la defensa de la tradición teológica del Tomismo como digno de una reforma continua, y como superior a las tendencias modernas, como la fenomenología o el existencialismo.

Enfermedad y muerte

Desde su enfermedad de 1954, el papa dirigía personas laicas y grupos sobre una gama de temas sin precedentes. Con frecuencia, se dirigió a los miembros de los congresos científicos, explicando la doctrina cristiana a la luz de los resultados científicos más recientes. A veces debió contestar preguntas específicas sobre moral, que se dirigían hacia él. Para las asociaciones profesionales específicas explicó la ética profesional a la luz de las enseñanzas de la Iglesia. Pío concedió el honor de ser la "Universidad Católica de Filipinas" a la Universidad de Santo Tomás en Manila, la más antigua existente en Asia.
Antes de 1955, Pío XII trabajó durante muchos años con Giovanni Battista Montini. El Papa no tenía un asistente a tiempo completo. Robert Leiber le ayudó en ocasiones con sus discursos y publicaciones. Augustin Bea era su confesor personal. La madre Pascalina Lehnert fue durante 40 años, su ama de llaves y asistente. Domenico Tardini, probablemente era el más cercano a él.

Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 de una insuficiencia cardíaca aguda provocada por un infarto de miocardio súbito en Castel Gandolfo, la residencia de verano del papa. Tenía ochenta y dos años. Su médico Gaspanini dijo después: "El Santo Padre no murió a causa de alguna enfermedad específica. Estaba agotado por completo. Tuvo un exceso de trabajo más allá del límite. Su corazón estaba sano, sus pulmones estaban bien. Pudo haber vivido otros 20 años, si se hubiera salvado a sí mismo."

Fallido embalsamamiento

El médico de Pío XII, Ricardo Galeazzi-Lisi, informó que el cuerpo del pontífice fue embalsamado en la sala donde murió mediante un nuevo proceso inventado por el Dr. Oreste Nuzzi.
A diferencia de todos los papas anteriores a él, Pío XII no quería que sus órganos vitales fueran extraídos, exigiendo en cambio, que se le mantuviera en la misma condición "en la cual Dios lo creó". Según Galeazzi-Lisi, ésta fue la razón por la que él y el profesor Oreste Nuzzi, un embalsamador de Nápoles, utilizaron un nuevo método de embalsamamiento.
En una controvertida conferencia de prensa, Galeazzi-Lisi describió en detalle el embalsamamiento del cuerpo del difunto pontífice. Afirmó que utilizaría el mismo sistema de aceites y resinas con el que se ungió el cuerpo de Jesucristo. Galeazzi-Lisi, afirmó que el nuevo proceso podía "preservar el cuerpo indefinidamente en su estado natural".Sin embargo, el embalsamamiento para preservar eficazmente el cuerpo resultó impedido por el intenso calor de Castel Gandolfo durante el proceso.
A pesar de todos los intentos de reconstituir el rostro, la situación permitió que se recurriera a la aplicación de una máscara de cera.

Funeral

Testamento:
Su cortejo fúnebre en Roma fue la mayor congregación de los romanos a partir de esa fecha. Los romanos lamentaron la muerte del papa, el cuál había nacido en esa ciudad, aparte de su recuerdo como héroe en tiempos de guerra. El cardenal Angelo Roncalli escribió en su diario el 11 de octubre que, probablemente, ningún emperador romano había disfrutado tanto de un triunfo, que él consideraba como un reflejo de la grandeza espiritual y la dignidad religiosa de Pío XII. Fue finalmente sepultado en las grutas vaticanas. Su testamento fue publicado inmediatamente después de su muerte.

Controversias sobre su pontificado

En lo referente al análisis historiográfico acerca de la conducta del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial y en lo concerniente al pueblo judío y la Shoá, se pueden reconocer tres períodos claramente distintos: una primera etapa, que va desde 1945 hasta 1963, en la cual la comunidad internacional tenía una imagen positiva del papel de Pacelli respecto a su intervención en favor del pueblo judío.

Una segunda etapa, que se extiende desde 1963 hasta entrado el siglo XXI, en la que predomina una visión de Pacelli como aliado de los nazis, una tesis abonada por Rolf Hochhuth, Daniel Goldhagen, John Cornwell, Sergio Minerbi y otros; y una tercera etapa, en la que historiadores como Martin Gilbert, Ronald J. Rychlak y David Dalin vuelven a presentar una imagen positiva del pontífice.
Durante los años posteriores al final del conflicto, la opinión acerca del papel que jugó Pío XII durante la guerra era por demás favorable y laudatoria. Se pueden citar las opiniones —ya expuestas en las secciones anteriores de este mismo artículo— de Isaac Herzog, Giuseppe Nathan, Leo Kubowitzki, Golda Meir, Dwight D. Eisenhower, Eugenio Zolli y Albert Einstein, entre otros.
Einstein dijo:
Siendo un amante de la libertad, cuando llegó la revolución a Alemania miré con confianza a las universidades sabiendo que siempre se habían vanagloriado de su devoción por la causa de la verdad. Pero las universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Sólo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés personal en la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque sólo la Iglesia ha tenido la valentía y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba ahora lo alabo incondicionalmente.
Time Magazine, 23 de diciembre de 1940
El agradecimiento a Pío XII de la comunidad judía de Roma quedó inmortalizado en una placa que se puede ver en el Museo Histórico de la Liberación de Roma.
El editorial del New York Times en 25 de diciembre de 1942 decía: "La voz de Pío XII es la única voz en el silencio y oscuridad que envuelve a Europa esta Navidad... Él es el único gobernante que queda del continente de Europa que se atreve a hablar en voz alta."
Peter Gumpel repite lo dicho por la colaboradora de Pío XII, Sor Pascalina Lehnert acerca de lo que ella escuchó decir al cardenal Pacelli sobre Hitler:
Este hombre está completamente exaltado; todo lo que dice y escribe lleva la marca de su egocentrismo; este hombre es capaz de pisotear cadáveres y eliminar todo lo que le sea un obstáculo. No llegó a comprender cómo hay tantas personas en Alemania que no lo entienden y no saben sacar conclusiones de lo que dice o escribe. ¿Quién de éstos al menos se ha leído su espeluznante Mein Kampf?.

Gumpel revela que Pío XII realizó varios exorcismos a distancia a Hitler. Sor Pascalina Lehnert, declaró bajo juramento:
... el cardenal alemán Michael von Faulhaber y otros obispos estaban persuadidos de que Hitler estaba endemoniado, así que alertaron al Santo Padre, y éste, cuando se empezó la guerra, no sólo hizo oraciones, sino que recurrió al exorcismo sobre Hitler en su Capilla privada, presentes nosotras, las religiosas.
El escritor católico Ronald J. Rychlak dice que, después de la guerra, la izquierda italiana trató de desprestigiar a Pío XII diciendo que había sido aliado de Hitler.
El acontecimiento que dio origen a la imagen controvertida del papa respecto a su relación con el nazismo fue la publicación de la obra de teatro El vicario del alemán Rolf Hochhuth en 1962. La obra se basó en documentación fraguada provista por la KGB, que se proponía minar la autoridad del Vaticano. A esta teoría adhiere el historiador británico Sir Martin Gilbert, biógrafo oficial de Winston Churchill y experto en historia del pueblo judío.
El filósofo Bernard-Henri Lévy recuerda que Hochhuth "es también un conocido negacionista, condenado varias veces como tal", y recordó una entrevista suya, publicada en un semanario alemán de extrema derecha, "en la que defendía a David Irving, que niega la existencia de las cámaras de gas".
En su libro The Pontiff in Winter (2005), John Cornwell tiene una mirada más piadosa sobre Pacelli y su silencio, diciendo que el papa no tenía mucho margen de acción bajo la dictadura de Mussolini y la posterior ocupación nazi, aunque sigue señalando que Pío XII no habló al concluir la guerra.
La posición del Estado de Israel se puede sintetizar en lo escrito en el monumento del Yad Vashem:
Cuando fue elegido Papa en 1939, archivó una carta contra el racismo y el antisemitismo que su predecesor había preparado. Aún tras la llegada al Vaticano de informes sobre el asesinato de judíos, el Papa no llevó a cabo ninguna protesta ni verbal ni por escrito. En diciembre de 1942, se abstuvo de firmar una declaración de los Aliados que condenaba la ex terminación de Judíos. Cuando los judíos fueron deportados de Roma a Aushwitz, el Papa tampoco intervino. El Papa mantuvo su posición neutral durante la Guerra, con la excepción de algunas apelaciones a los dignatarios de Hungría y Eslovaquia al final de la guerra. Su silencio y la falta de una guía obligaron a los hombres de la Iglesia en toda Europa a decidir por su propia cuenta como reaccionar.
Las acusaciones del Estado de Israel contra Pío XII se pueden resumir en las siguientes cuestiones:
  • su intervención en la firma del Concordato imperial
  • su participación en la redacción de la encíclica Humani generis unitas
  • el no haber hecho una protesta pública del Holocausto
  • la falta de apoyo para proteger a los judíos romanos durante la "razzia" de octubre de 1943
  • la neutralidad del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial
El rabino David G. Dalin —profesor de historia y ciencias políticas en la católica Universidad Ave María— dice que Cornwell tiene razón en decir que Hitler tenía un "clérigo favorito" pero que este no era el papa sino el gran muftí de Jerusalén, el antisemita Hajj Amin al-Husseini.
Según el historiador Michael Hesemann, Pío XII arregló el éxodo de cerca de 200 000 judíos alemanes tres semanas antes de la Kristallnacht.
El historiador judío Saul Friedländer, destaca la aversión que el papa Pacelli tenía por el nazismo y recalca su decisiva colaboración en la redacción de la encíclica Mit brennender Sorge.
El diplomático Israelí Pinchas Lapide calculó que Pío XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700,000 judíos.
En contra de la teoría de que Pío XII era antisemita, el historiador judío Elliot Hershberg, señala que "quien examina la gran cantidad de documentos, testimonios, evidencias probadas y demostrables, debe necesariamente concluir que el papa Pío XII fue un afectuoso y solidario amigo del pueblo judío... Como judío conozco bien el antisemitismo, y no existe ni rastro de prejuicio antijudío en la vida de Eugenio Pacelli."
El rabino Eric Silver también asevera que Pío XII no era antisemita y agrega que: "Quien afirme lo contrario evidentemente no se ha preocupado nunca de verificar las propias tesis confrontando las fuentes directas, estudiando los documentos en los archivos libremente consultables en Roma".
El rabino David Dalin dice que el título de Justos entre las Naciones debería ser conferido a Pío XII, ya que salvó a más judíos que Oskar Schindler.
Dan Kurzman sostiene que Hitler pensó en secuestrar e incluso asesinar a Pío XII en 1944, pero que desistió por temor al posible levantamiento de los italianos. Kurzman también menciona que Pío XII participó en 1939 en un frustrado intento de derrocamiento de Hitler.
En cuanto al silencio de Pío XII, el sacerdote católico Peter Gumpel —postulador de la causa de beatificación de Pío XII— señala que una denuncia pública de la Shoá por parte del papa no habría salvado una sola vida sino incrementar la persecución contra el pueblo judío, tal como sucedió en Holanda en 1942, cuando el arzobispo de Utrecht, Johannes de Jong denunció públicamente la persecución contra los judíos; los nazis capturaron y deportaron a todos los judíos conversos al catolicismo, tal como sucedió con Edith Stein.

En 1968 Robert Kempner, fiscal General Adjunto de los Estados Unidos de América en los juicios de Núremberg, sostuvo que la decisión de Pío XII de no hacer una denuncia pública fue acertada, ya que no hubiese salvado ni una sola vida.

Bernard-Henri Lévy dice: “Hay que precisar que antes de optar por la acción clandestina, antes de abrir, sin decirlo, sus conventos, a los judíos romanos perseguidos por los sicarios fascistas, el silencioso Pío XII pronunció unos discursos radiofónicos (por ejemplo, los de las Navidades de 1941 y 1942) que después de su muerte le valdrían el homenaje de Golda Meir”. 

El historiador Paolo Mieli cita a Kempner: "Cualquier declaración propagandista de toma de posición por la Iglesia contra el gobierno de Hitler no solo hubiese sido un suicidio premeditado, sino que hubiese acelerado el asesinato de un número mucho mayor de judíos y sacerdotes".

El Rabino en Jefe de DinamarcaMarcus Melchior dijo: «Si el Papa hubiera hablado, Hitler habría masacrado a muchos más de los seis millones de judíos y quizá a 10 millones de católicos». El miembro de la resistencia alemana Josef Müller le aconsejó a Pío XII que se abstuviera de hacer declaraciones públicas contra el régimen nazi, que solo se refiriese de manera general y que dejara que la jerarquía católica alemana se encargase de realizar las condenas contra el régimen nazi; según Müller, cualquier condena pública hecha por el papa habría dificultado grandemente el accionar de la resistencia alemana.
Franz Josef Müller, último miembro con vida de la Rosa Blanca opinaba acerca de que Pío XII no hubiese hecho una declaración pública denunciando el Holocausto: "Mire, hasta yo aún hoy me pregunto: ¿habría podido hacer algo más? En Alemania entonces había también muchos católicos cuya vida estaba en peligro. Párrocos y obispos, el mismo Papa dijeron palabras iluminadoras; ¿pero cómo habrían podido oponerse más al poder, sabiendo que los católicos habrían pagado las consecuencias de ello? Escuchando los radio-mensajes del Papa, nosotros captábamos entre líneas sus indicaciones".
El padre Pierre Blet recuerda que Pío XII una vez se decidió a escribir una declaración condenando las atrocidades cometidas por los nazis en Polonia. En agosto de 1943 Pío XII envió al padre Quirino Paganuzzi a Polonia para que entregase la protesta en las manos del Arzobispo de Cracovia, el príncipe Adam Sapieha para que fuese publicada. Ni bien monseñor Sapieha leyó la carta la quemó, aduciendo que: "esta es una valiente declaración... pero si este escrito cae en las manos de los Nazis, nosotros, los polacos, lo pagaremos con una masacre masiva".
El empresario e investigador de la vida de Pacelli, Gary Krupp, sostiene que Pío XII llegó hasta rescatar personalmente a algunos judíos romanos, oculto como monje franciscano, cuando recorría las calles de Roma durante la ocupación nazi.

En cuanto a la Razia de Roma del 16 de octubre de 1943, los historiadores difieren acerca del involucramiento de Pío XII en el salvataje de la población judía de la ciudad; de los cerca de 8.000 judíos romanos que habitaban la ciudad, 7.000 lograron escapar. Según Susan Zuccotti y otros, Pío XII no hizo nada al respecto y el salvataje fue el producto de esfuerzos aislados, valientes y desesperados y de sacerdotes, monjes y laicos como el monje capuchino Père Marie-Benoît; según el historiador Martin Gilbert, Pío XII fue quien alertó durante las primeras horas de la madrugada acerca de la redada lo que permitió la fuga hacia lugares seguros de cerca de 7.000 personas.

En 1999 se creó la Comisión judeo-católica de historiadores un grupo mixto de historiadores judíos y católicos cuyo objeto era examinar el papel de la Iglesia durante el Holocausto. La comisión fue suspendida en 2001 tras el surgimiento de importantes desacuerdos, principalmente por la imposibilidad de acceder a la documentación en poder del Vaticano. El diálogo fue reiniciado en 2010 gracias a los esfuerzos de la Fundación Pave the Way.
En 2012 se encontraron en los archivos de Yad Vashem documentos que atestiguan la disposición favorable de Pacelli en lo concerniente a la creación de un Estado judío en Palestina después de la entrevista que tuvo con el militante sionista Nahum Sokolow en 1917. En el mismo año, Pacelli como nuncio apostólico en Baviera, pidió al gobierno alemán que protegiese a los judíos de Palestina de las represalias de los turcos, y en 1926 le pidió al gobierno alemán que apoyara la creación de un Estado judío en Palestina.

Martin Gilbert sostiene que el análisis final acerca de la actitud de Pío XII acerca de los judíos sólo se podrá realizar cuando se abran los archivos secretos del Vaticano del período de su pontificado al escrutinio de los investigadores, cosa que sucederá en 2013. No obstante, Gilbert hace algunas observaciones en cuanto a las críticas que ciertos investigadores hacen a la actuación de Pío XII con respecto al pueblo judío y que se hallan plasmadas en el memorial de Yad Vashem:
  • Pío XII no firmó y nunca podría haber firmado la declaración conjunta de los Aliados de 1942 respecto a la persecución de los judíos europeos precisamente porque era una declaración del los Aliados y el Vaticano no formaba parte de esa entente político-militar y que la crítica la realizó sólo siete días después en el mensaje de Navidad de 1942.
  • El mensaje radial de Navidad de 1942 nunca mencionó expresamente que los judíos fueran perseguidos por los nazis, pero sus destinatarios comprendieron la crítica que el mensaje contenía: los altos círculos de la diplomacia alemana expresaron que "en una manera nunca vista antes, el papa ha repudiado el nuevo orden nacional-socialista europeo. Él prácticamente ha acusado a todo el pueblo alemán de injusticias contra los judíos y se ha convertido en el vocero de los criminales de guerra judíos."
  • Gilbert señala que es injusto que en el monumento se señala que los esfuerzos en favor de los judíos de Hungría y de Eslovaquia solo se realizaran hacia fines de la guerra como una manera que tuvo la Iglesia de congraciarse tardíamente con la comunidad internacional; los esfuerzos hechos por la Iglesia se realizaron en ese momento porque fue precisamente en ese momento y no con anterioridad, que los gobiernos de Eslovaquia y de Hungría llevaron a cabo la deportación masiva de judíos hacia los campos de concentración nazis
En julio de 2012 —debido a la gran cantidad de material documental y al aporte de los historiadores antes mencionados— las autoridades del Yad Vashem modificaron el texto escrito en el monumento:
El Vaticano, bajo Pío XI, Achille Ratti, y representado por el Secretario de Estado Eugenio Pacelli, firmaron un concordato con la Alemania Nazi en julio de 1933, con el objetivo de preservar los derechos de la Iglesia Católica en Alemania.

La reacción de Pío XII, Eugenio Pacelli, sobre el asesinato de judíos durante el Holocausto es materia de controversia entre los eruditos. Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano mantuvo una política de neutralidad. El Pontífice se abstuvo de firmar la Declaración de los Aliados del 17 de diciembre de 1942 condenando el exterminio de los judíos.

Sin embargo, en su mensaje radial de Navidad del 24 de diciembre de 1942, él se refirió a los "cientos de miles de personas que, sin ninguna culpa de su parte, a veces por su nacionalidad u origen étnico, han sido consignados a la muerte o a una lenta desaparición." Los judíos no fueron explícitamente mencionados. Cuando los judíos fueron deportados de Roma hacia Auschwitz, el Pontífice no hizo protesta pública alguna. La Santa Sede apeló separadamente a los gobernantes de Eslovaquia y Hungría en favor de los judíos.
Los críticos del papa sostienen que la decisión de abstenerse en condenar el asesinato de los judíos por la Alemania Nazi constituye una falta moral: la falta de una guía clara dejó espacio para que muchos colaboraran con la Alemania Nazi, re-asegurados por la idea que no contradecía a la enseñanza moral de la Iglesia. Esto también dejó la iniciativa del rescate de los judíos a clérigos individuales y laicos.

Sus defensores sostienen que esta neutralidad previno medidas más duras contra el Vaticano y las instituciones de la Iglesia de toda Europa, permitiendo que una considerable actividad de rescate tuviera lugar en diferentes niveles de la Iglesia. Por otra parte, señalan los casos en los que el Pontífice ofreció apoyo a las actividades en los que judíos fueron rescatados. Hasta que todo el materia relevante este a disposición de los eruditos, este asunto permanecerá abierto a futuras investigaciones.

Causa de canonización


La causa de Pío XII fue abierta el 18 de noviembre de 1965 por el papa Pablo VI. Para el estudio de la actuación de Pío XII durante la guerra fue nombrada una comisión de cuatro eminentes historiadores formada por Pierre Blet (Francia), Angelo Martini (Italia), Burkhart Schneider (Alemania) y Robert A. Graham (Estados Unidos). En marzo de 2007, la congregación recomendó que Pío XII debería ser declarado Venerable. El papa Benedicto XVI lo hizo el 19 de diciembre de 2009, al mismo tiempo que la de San Juan Pablo II.
El inicio de la causa de beatificación provocó una reacción negativa de rabinos que calificaron a la decisión como «insensible». El Estado de Israel también se opone a la canonización de Pío XII hasta que no se hayan abierto los archivos del Vaticano referidos a su pontificado.
El Dr. Riccardo Di Segni, rabino en jefe de Roma se opone a la beatificación de Pacelli diciendo: «A nivel humano, puedo aceptar la debilidad de Pacelli, pero su beatificación podría hacer de él un ideal para futuras generaciones. Para mi, la beatificación sería un impedimento para el diálogo.»
  1. Arzobispo y nuncio

    El papa Benedicto XV designó a Pacelli como nuncio apostólico en Baviera el 23 de abril de 1917, consagrándolo obispo titular de Sardes e inmediatamente elevándolo a arzobispo en la Capilla Sixtina el 3 de mayo de 1917, antes de que partiera a Baviera, donde se reuniría con el rey Luis III el 28 de mayo, y luego con el Kaiser Guillermo II. Como por esa fecha no había nuncio en Prusia, Pacelli fue, por motivos prácticos, nuncio de todo el Imperio alemán, teniendo su nunciado extendido oficialmente el 23 de junio de 1920 y en 1925 a Alemania y Prusia respectivamente. 

    Cardenalato

    El 19 de diciembre de 1929, el papa Pío XI lo nombra cardenal presbítero del título de Ss. Giovanni e Paolo y el 7 de febrero de 1930 secretario de Estado, en sustitución de Pietro Gasparri. Pesaron los años de servicio al dicasterio regido por este cardenal, pero además Pacelli era sin duda el mejor experto en política alemana y era Alemania el país que marcaba el ritmo de la época.
    Negoció y firmó los concordatos de la Santa Sede con el ducado de Baden (1932), la república de Austria (1933) y el reino de Yugoslavia (1935). Destaca históricamente la firma del Concordato imperial entre la Santa Sede y Alemania, con el apoyo de los dirigentes conservadores y católicos alemanes Franz von Papen y Ludwig Kaas. Este Concordato sigue vigente hasta la actualidad.
    Por otro lado, una de sus actuaciones más importantes como Secretario de Estado fue dar forma a la que luego sería la encíclica Mit brennender Sorge, la cual supuso una dura condena de las políticas del régimen nazi. Esta encíclica se escribió a iniciativa de los obispos alemanes, redactada en Roma en un primer borrador por Michael von Faulhaber, cardenal del título de Santa Anastasia y arzobispo de Múnich y Freising. Pacelli fue el redactor del texto definitivo. Fechada el 14 de marzo de 1937, fue leída en todas las iglesias alemanas el Domingo de Ramos (21 de marzo), provocando la ira de Hitler. Fue respondida por el aparato de propaganda del régimen a cargo de Joseph Goebbels. En su presentación de la encíclica, el futuro Pío XII comparó a Hitler con el diablo y advirtió proféticamente su temor de que los nazis lanzaran una «guerra de exterminio».[cita requerida]
    En 1938, bautizó en la capilla de la Orden de Malta al futuro rey Juan Carlos I de España.
    Durante la permanencia en el segundo cargo vaticano viajó a los Estados Unidos, a Argentina, a Hungría y a Francia. Se reunió con mandatarios de estos países, circunstancia que le empezó a otorgar gran proyección internacional.

    Pacelli acumuló a la Secretaria de Estado (cargo al que no renunció ni aun siendo papa) los cargos de arcipreste de la Patriarcal Basílica Vaticana (1930), de gran canciller del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana (1932) y de Camarlengo de la Santa Iglesia Romana (1935).

    Elección papal

    A la muerte de Pío XI, la organización de la sede vacante correspondió a Pacelli por su cargo de camarlengo. Él, precisamente, era el candidato favorito. Después de un cónclave de sólo dos días y a la tercera votación, fue elegido papa. Era el 2 de marzo de 1939. Diez días después fue coronado por el cardenal Camilo Caccia-Dominioni, protodiácono de Santa Maria in Dominica.

    Papado

    En el año 1939, tras el descubrimiento de una necrópolis bajo la Basílica de San Pedro, Pío XII mandó realizar excavaciones que luego servirían para estudiar si la Basílica había sido construida sobre la auténtica tumba del Apóstol Pedro. Se hallaron varias tumbas antiguas y una de ellas tenía una inscripción que señalaba que allí se encontraba enterrado el apóstol. En 1964 Pablo VI confirmaría que se trataba de los restos de Pedro y en el año 2006 con Benedicto XVI se volvió a confirmar este hecho.[cita requerida]
    Pío XII fue un papa sin experiencia pastoral directa, ni en parroquias ni en diócesis, puesto que toda su carrera se había desarrollado en la administración vaticana. Fue, en cambio, un perfecto conocedor de la curia romana, en la que se movió prácticamente toda su vida. Antes de su coronación y como medida preventiva, redactó ante notario una carta de renuncia en el caso de que fuera hecho prisionero por los nazis, de forma que no ocurriera lo mismo que había acontecido con el apresamiento de Pio VII por Napoléon Bonaparte.
    El New York Times en su editorial de Navidad de 1941, elogió al papa Pío XII por «ponerse plenamente contra el hitlerismo» y por «no dejar duda de que los objetivos de los nazis son irreconciliables con su propio concepto de la paz Cristiana».
    Varios historiadores judíos, como Joseph Lichten, de B'nai B'rith (organización judía dedicada a denunciar el antisemitismo y mantener viva la memoria del genocidio nazi), han documentado los esfuerzos del Vaticano en favor de los hebreos perseguidos. Según el mismo Lichten, en septiembre de 1943, Pío XII ofreció bienes del Vaticano como rescate de judíos apresados por los nazis. 
    Después de la guerra, organizaciones y personalidades judías reconocieron varias veces oficialmente la sabiduría de la diplomacia del papa Pío XII.
    El Congreso Judío Mundial agradeció en 1945 la intervención del papa, con un generoso donativo al Vaticano. En el mismo año, el gran rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, envió a Pío XII una bendición especial «por sus esfuerzos para salvar vidas judías durante la ocupación nazi de Italia».
    Israel Zolli, gran rabino de Roma, quién como nadie pudo apreciar los esfuerzos caritativos del papa por los judíos, al terminar la guerra se hizo católico y tomó en el bautismo el nombre de pila del papa, Eugenio, en señal de gratitud. El escribió un libro sobre su conversión ofreciendo numerosos testimonios sobre la actuación de Pío XII.
    El jueves 7 de septiembre de 1945 Giuseppe Nathan, comisario de la Unión de Comunidades Judías Italianas, declaró: «Ante todo, dirigimos un reverente homenaje de gratitud al Sumo Pontífice y a los religiosos y religiosas que, siguiendo las directrices del Santo Padre, vieron en los perseguidos a hermanos, y con valentía y abnegación nos prestaron su ayuda, inteligente y concreta, sin preocuparse por los gravísimos peligros a los que se exponían» (L'Osservatore Romano, 8 de septiembre de 1945, p. 2).
    El 21 de setiembre del mismo año, Pío XII recibió en audiencia al Doctor A. Leo Kubowitzki, secretario general del Congreso judío internacional, que acudió para presentar «al Santo Padre, en nombre de la Unión de las Comunidades Judías, su más viva gratitud por los esfuerzos de la Iglesia católica en favor de la población judía en toda Europa durante la guerra» (L'Osservatore Romano, 23 de septiembre de 1945, p. 1).
    El jueves 29 de noviembre de 1945, el papa recibió a cerca de ochenta delegados de prófugos judíos, procedentes de varios campos de concentración en Alemania, que acudieron a manifestar «el sumo honor de poder agradecer personalmente al Santo Padre la generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible período del nazi-fascismo» (L'Osservatore Romano, 30 de noviembre de 1945, p. 1).
    El diplomático israelí Pinchas Lapide calculó que Pío XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700 000 judíos. El historiador judío Richard Breitman, ha escrito un libro sobre el holocausto. Como consultor del Grupo de trabajo para la restitución de los bienes a los judíos (grupo que ha obtenido la desclasificación de los dossieres del OSS). En una entrevista al Corriere della Sera, del 29 de junio del 2000, Breitman que es hasta ahora el único autorizado a ver los documentos del OSS (el espionaje estadounidense en la Segunda Guerra Mundial), ha explicado que lo que más le ha impresionado ha sido la hostilidad alemana hacia el papa y el plan de germanización del país de septiembre de 1943. Breitman ha encontrado también «sorprendente el silencio aliado sobre el holocausto».

    Después de la Segunda Guerra Mundial  Pío XII el  9 de septiembre de 1950.

    Las actitudes anticomunistas del papa Pío XII se volvieron más fuertes después de la guerra. En 1948, Pío XII declaró que cualquier italiano católico que apoyara a los candidatos comunistas en las elecciones parlamentarias de ese año sería excomulgado e instó a Azione Cattolica para que apoyara a la Democracia Cristiana. En 1949, autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a excomulgar a cualquier católico que militara o apoyara al Partido Comunista. También condenó públicamente la Revolución húngara de 1956.
    Le tocó ser el papa de la Guerra Fría, y en este contexto su opción fue clara: ferviente anticomunismo y aproximación a la nueva potencia emergente, los Estados Unidos de América. En este sentido resultó determinante su amistad personal con Francis J. Spellman, arzobispo de Nueva York y vicario militar de las fuerzas norteamericanas, al cual nombró cardenal del título de Ss. Giovanni e Paolo (1946).
    Terminada la guerra, Pío XII también fue el vocero para instar a la clemencia y al perdón de todas las personas que participaron en la guerra, incluyendo a los criminales de guerra. Así también intercedió, mediante el nuncio apostólico en Estados Unidos, para conmutar las sentencias de los alemanes convictos por las autoridades de ocupación. El Vaticano solicitó el perdón para todos aquellos que estaban condenados a muerte, una vez que se permitió la ejecución de criminales de guerra en 1948.
    Reconoció explícitamente el régimen surgido en España de la guerra civil (1936–1939). En 1953 firmó con el general Franco un concordato que daba base jurídica al llamado «Nacional-catolicismo» español: con notables ventajas para la Iglesia a cambio de la legitimación de aquel sistema.
    Pío XII también realizó el concordato con Rafael Trujillo de la República Dominicana en 1954. En este país los derechos de la Iglesia católica fueron violados por los regímenes represivos. Pío XII también excomulgó a Juan Perón en 1955 por sus arrestos a sacerdotes de la Iglesia.
    Dentro de la Italia de posguerra, a pesar de la tutela y el favorecimiento al partido de la Democracia Cristiana, llegó incluso a enfrentarse con su líder Alcide de Gasperi por el rechazo de éste, a cualquier pacto con la extrema derecha, y en cambio  su interés en colaborar con la izquierda dentro de un espíritu democrático. Pío XII movilizó todas sus fuerzas para impedir el acceso de un socialista a la alcaldía de Roma en 1952, pero no lo consiguió.
    El 1 de noviembre de 1950 y mediante la constitución apostólica Munificentissimus Deus promulgó la doctrina de la Asunción de la Virgen como dogma de fe católica. Es el último dogma que la Iglesia Católica ha definido hasta hoy.
    Uno de sus últimos documentos fue la encíclica Fidei donum (1957), por la que invitaba a toda la Iglesia a reactivar el espíritu misionero, especialmente en África.

    Últimos años y fallecimiento

    Los últimos años del pontificado de Pío XII, comenzaron a finales de 1954 con una larga enfermedad, durante la cual se llegó a considerar la abdicación. Posteriormente, los cambios en su hábito de trabajo se hicieron notar. El papa empieza a evitar las largas ceremonias, las canonizaciones y los consistorios, y aparece la vacilación en asuntos personales. Durante sus últimos años de pontificado, Pío XII empieza a demorar las designaciones de personal dentro del Vaticano, encontrándose cada vez más difícil sancionar a los subordinados y designados como Ricardo Galeazzi-Lisi, que, después de numerosas indiscreciones, fue excluido del servicio del papa en los últimos años, pero manteniendo su título, fue capaz de entrar en los apartamentos papales para fotografiar al papa moribundo; vendiendo luego las instantáneas a revistas francesas.

    Pío XII, tenía la costumbre de elevar a jóvenes sacerdotes como obispos, como Julius Döpfner (35 años) y Karol Wojtyla (38 años), este último fue uno de sus últimos nombramientos en 1958. Él tomó una posición firme contra los experimentos pastorales, tales como "sacerdotes obreros", que trabajaban a tiempo completo en las fábricas y se unían a los partidos políticos y sindicatos. Continuó la defensa de la tradición teológica del Tomismo como digno de una reforma continua, y como superior a las tendencias modernas, como la fenomenología o el existencialismo.

    Enfermedad y muerte

    Desde su enfermedad de 1954, el papa dirigía personas laicas y grupos sobre una gama de temas sin precedentes. Con frecuencia, se dirigió a los miembros de los congresos científicos, explicando la doctrina cristiana a la luz de los resultados científicos más recientes. A veces debió contestar preguntas específicas sobre moral, que se dirigían hacia él. Para las asociaciones profesionales específicas explicó la ética profesional a la luz de las enseñanzas de la Iglesia. Pío concedió el honor de ser la "Universidad Católica de Filipinas" a la Universidad de Santo Tomás en Manila, la más antigua existente en Asia.
    Antes de 1955, Pío XII trabajó durante muchos años con Giovanni Battista Montini. El papa no tenía un asistente a tiempo completo. Robert Leiber le ayudó en ocasiones con sus discursos y publicaciones. Augustin Bea era su confesor personal. La madre Pascalina Lehnert fue durante 40 años, su ama de llaves y asistente. Domenico Tardini, probablemente era el más cercano a él.
    Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 de una insuficiencia cardíaca aguda provocada por un infarto de miocardio súbito en Castel Gandolfo, la residencia de verano del papa. Tenía ochenta y dos años. Su médico Gaspanini dijo después: "El Santo Padre no murió a causa de alguna enfermedad específica. Estaba agotado por completo. Tuvo un exceso de trabajo más allá del límite. Su corazón estaba sano, sus pulmones estaban bien. Pudo haber vivido otros 20 años, si se hubiera salvado a sí mismo."

    Fallido embalsamamiento

    El médico de Pío XII, Ricardo Galeazzi-Lisi, informó que el cuerpo del pontífice fue embalsamado en la sala donde murió mediante un nuevo proceso inventado por el Dr. Oreste Nuzzi.
    A diferencia de todos los papas anteriores a él, Pío XII no quería que sus órganos vitales fueran extraídos, exigiendo en cambio, que se le mantuviera en la misma condición "en la cual Dios lo creó". Según Galeazzi-Lisi, ésta fue la razón por la que él y el profesor Oreste Nuzzi, un embalsamador de Nápoles, utilizaron un nuevo método de embalsamamiento.
    En una controvertida conferencia de prensa, Galeazzi-Lisi describió en detalle el embalsamamiento del cuerpo del difunto pontífice. Afirmó que utilizaría el mismo sistema de aceites y resinas con el que se ungió el cuerpo de Jesucristo. 
    A pesar de todos los intentos de reconstituir el rostro, la situación requirió que se recurriera a la aplicación de una máscara de cera.

    Funeral

    El Papa de María: un cuadro de María y el Niño, agregado por San Juan XXIII, se cierne sobre la tumba de Pío XII en las grutas vaticanas.
    Su cortejo fúnebre en Roma fue la mayor congregación de los romanos a partir de esa fecha. Los romanos lamentaron la muerte del papa, el cuál había nacido en esa ciudad, aparte de su recuerdo como héroe en tiempos de guerra. El cardenal Angelo Roncalli escribió en su diario el 11 de octubre que, probablemente, ningún emperador romano había disfrutado tanto de un triunfo, que él consideraba como un reflejo de la grandeza espiritual y la dignidad religiosa de Pío XII. Fue finalmente sepultado en las grutas vaticanas.

    Testamento

    Su testamento fue publicado inmediatamente después de su muerte.

    Controversias sobre su pontificado

    En lo referente al análisis historiográfico acerca de la conducta del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial y en lo concerniente al pueblo judío y la Shoá, se pueden reconocer tres períodos claramente distintos: una primera etapa, que va desde 1945 hasta 1963, en la cual la comunidad internacional tenía una imagen positiva del papel de Pacelli respecto a su intervención en favor del pueblo judío; una segunda etapa, que se extiende desde 1963 hasta entrado el siglo XXI, en la que predomina una visión de Pacelli como aliado de los nazis, una tesis abonada por Rolf Hochhuth, Daniel Goldhagen, John Cornwell, Sergio Minerbi y otros; y una tercera etapa, en la que historiadores como Martin Gilbert, Ronald J. Rychlak y David Dalin vuelven a presentar una imagen positiva del pontífice.
    Durante los años posteriores al final del conflicto, la opinión acerca del papel que jugó Pío XII durante la guerra era por demás favorable y laudatoria. Se pueden citar las opiniones —ya expuestas en las secciones anteriores de este mismo artículo— de Isaac Herzog, Giuseppe Nathan, Leo Kubowitzki, Golda Meir, Dwight D. Eisenhower, Eugenio Zolli y Albert Einstein, entre otros.
    Einstein dijo:
    Siendo un amante de la libertad, cuando llegó la revolución a Alemania miré con confianza a las universidades sabiendo que siempre se habían vanagloriado de su devoción por la causa de la verdad. Pero las universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Sólo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés personal en la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque sólo la Iglesia ha tenido la valentía y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba ahora lo alabo incondicionalmente.
    Time Magazine, 23 de diciembre de 1940
    El agradecimiento a Pío XII de la comunidad judía de Roma quedó inmortalizado en una placa que se puede ver en el Museo Histórico de la Liberación de Roma.
    El editorial del New York Times en 25 de diciembre de 1942 decía: "La voz de Pío XII es la única voz en el silencio y oscuridad que envuelve a Europa esta Navidad... Él es el único gobernante que queda del continente de Europa que se atreve a hablar en voz alta."
    Peter Gumpel repite lo dicho por la colaboradora de Pío XII, Sor Pascalina Lehnert acerca de lo que ella escuchó decir al cardenal Pacelli sobre Hitler:
    Este hombre está completamente exaltado; todo lo que dice y escribe lleva la marca de su egocentrismo; este hombre es capaz de pisotear cadáveres y eliminar todo lo que le sea un obstáculo. No llegó a comprender cómo hay tantas personas en Alemania que no lo entienden y no saben sacar conclusiones de lo que dice o escribe. ¿Quién de éstos al menos se ha leído su espeluznante Mein Kampf?.

    Gumpel revela que Pío XII realizó varios exorcismos a distancia a Hitler. Sor Pascalina Lehnert, declaró bajo juramento:
    ... el cardenal alemán Michael von Faulhaber y otros obispos estaban persuadidos de que Hitler estaba endemoniado, así que alertaron al Santo Padre, y éste, cuando se empezó la guerra, no sólo hizo oraciones, sino que recurrió al exorcismo sobre Hitler en su Capilla privada, presentes nosotras, las religiosas.
    El escritor católico Ronald J. Rychlak dice que, después de la guerra, la izquierda italiana trató de desprestigiar a Pío XII diciendo que había sido aliado de Hitler.
    El acontecimiento que dio origen a la imagen controvertida del papa respecto a su relación con el nazismo fue la publicación de la obra de teatro El vicario del alemán Rolf Hochhuth en 1962. La obra se basó en documentación fraguada provista por la KGB, que se proponía minar la autoridad del Vaticano. A esta teoría adhiere el historiador británico Sir Martin Gilbert, biógrafo oficial de Winston Churchill y experto en historia del pueblo judío.
    El filósofo Bernard-Henri Lévy recuerda que Hochhuth "es también un conocido negacionista, condenado varias veces como tal", y recordó una entrevista suya, publicada en un semanario alemán de extrema derecha, "en la que defendía a David Irving, que niega la existencia de las cámaras de gas".
    En su libro The Pontiff in Winter (2005), John Cornwell tiene una mirada más piadosa sobre Pacelli y su silencio, diciendo que el papa no tenía mucho margen de acción bajo la dictadura de Mussolini y la posterior ocupación nazi, aunque sigue señalando que Pío XII no habló al concluir la guerra.
    La posición del Estado de Israel se puede sintetizar en lo escrito en el monumento del Yad Vashem:
    Cuando fue elegido Papa en 1939, archivó una carta contra el racismo y el antisemitismo que su predecesor había preparado. Aún tras la llegada al Vaticano de informes sobre el asesinato de judíos, el Papa no llevó a cabo ninguna protesta ni verbal ni por escrito. En diciembre de 1942, se abstuvo de firmar una declaración de los Aliados que condenaba la exterminación de Judíos. Cuando los judíos fueron deportados de Roma a Aushwitz, el Papa tampoco intervino. El Papa mantuvo su posición neutral durante la Guerra, con la excepción de algunas apelaciones a los dignatarios de Hungría y Eslovaquia al final de la guerra. Su silencio y la falta de una guía obligaron a los hombres de la Iglesia en toda Europa a decidir por su propia cuenta como reaccionar.
    Las acusaciones del Estado de Israel contra Pío XII se pueden resumir en las siguientes cuestiones:
    • su intervención en la firma del Concordato imperial
    • su participación en la redacción de la encíclica Humani generis unitas
    • el no haber hecho una protesta pública del Holocausto
    • la falta de apoyo para proteger a los judíos romanos durante la "razzia" de octubre de 1943
    • la neutralidad del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial
    El rabino David G. Dalin —profesor de historia y ciencias políticas en la católica Universidad Ave María— dice que Cornwell tiene razón en decir que Hitler tenía un "clérigo favorito" pero que este no era el papa sino el gran muftí de Jerusalén, el antisemita Hajj Amin al-Husseini.
    Según el historiador Michael Hesemann, Pío XII arregló el éxodo de cerca de 200 000 judíos alemanes tres semanas antes de la Kristallnacht.
    El historiador judío Saul Friedländer, destaca la aversión que el papa Pacelli tenía por el nazismo y recalca su decisiva colaboración en la redacción de la encíclica Mit brennender Sorge.
    Ya en 1939 Joseph Roth, famoso novelista y periodista austriaco judío y activo militante comunista, dijo:
    ...las bestias pre-apocalípticas (nazis) que ahora dominan en la política ya presagian los verdaderos motivos por los cuales persiguen a la Iglesia. Él (Pío XII) es el único que los daña verdaderamente. Lo que es más, los que no temían a un Papa, le temen a este. Y no se limitan a presagiarlo, sino que ya saben por qué.
    Joseph Roth
    El diplomático Israelí Pinchas Lapide calculó que Pío XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700,000 judíos.
    En contra de la teoría de que Pío XII era antisemita, el historiador judío Elliot Hershberg, señala que "quien examina la gran cantidad de documentos, testimonios, evidencias probadas y demostrables, debe necesariamente concluir que el papa Pío XII fue un afectuoso y solidario amigo del pueblo judío... Como judío conozco bien el antisemitismo, y no existe ni rastro de prejuicio anti judío en la vida de Eugenio Pacelli."
    El rabino Eric Silver también asevera que Pío XII no era antisemita y agrega que: "Quien afirme lo contrario evidentemente no se ha preocupado nunca de verificar las propias tesis confrontando las fuentes directas, estudiando los documentos en los archivos libremente consultables en Roma".
    El rabino David Dalin dice que el título de Justo entre las Naciones debería ser conferido a Pío XII, ya que salvó a más judíos que Oskar Schindler.
    Dan Kurzman sostiene que Hitler pensó en secuestrar e incluso asesinar a Pío XII en 1944, pero que desistió por temor al posible levantamiento de los italianos. Kurzman también menciona que Pío XII participó en 1939 en un frustrado intento de derrocamiento de Hitler.
    En cuanto al silencio de Pío XII, el sacerdote católico Peter Gumpel —postulador de la causa de beatificación de Pío XII— señala que una denuncia pública de la Shoá por parte del papa no habría salvado una sola vida sino incrementar la persecución contra el pueblo judío, tal como sucedió en Holanda en 1942, cuando el arzobispo de Utrecht, Johannes de Jong denunció públicamente la persecución contra los judíos; los nazis capturaron y deportaron a todos los judíos conversos al catolicismo, tal como sucedió con Edith Stein. 
    Franz Josef Müller, último miembro con vida de la Rosa Blanca opinaba acerca de que Pío XII no hubiese hecho una declaración pública denunciando el Holocausto: "Mire, hasta yo aún hoy me pregunto: ¿habría podido hacer algo más? En Alemania entonces había también muchos católicos cuyas vidas estaban en peligro. Párrocos y obispos, el mismo Papa dijeron palabras iluminadoras; ¿pero cómo habrían podido oponerse más al poder, sabiendo que los católicos habrían pagado las consecuencias de ello? Escuchando los radio-mensajes del Papa, nosotros captábamos entre líneas sus indicaciones".
    El padre Pierre Blet recuerda que Pío XII una vez se decidió a escribir una declaración condenando las atrocidades cometidas por los nazis en Polonia. En agosto de 1943 Pío XII envió al padre Quirino Paganuzzi a Polonia para que entregase la protesta en las manos del Arzobispo de Cracovia, el príncipe Adam Sapieha para que fuese publicada. Ni bien monseñor Sapieha leyó la carta la quemó, aduciendo que: "esta es una valiente declaración... pero si este escrito cae en las manos de los Nazis, nosotros, los polacos, lo pagaremos con una masacre masiva".
    El empresario e investigador de la vida de Pacelli, Gary Krupp, sostiene que Pío XII llegó hasta rescatar personalmente a algunos judíos romanos, oculto como monje franciscano, cuando recorría las calles de Roma durante la ocupación nazi.
    En cuanto a la Razia de Roma del 16 de octubre de 1943, los historiadores difieren acerca del involucramiento de Pío XII en el salvataje de la población judía de la ciudad; de los cerca de 8.000 judíos romanos que habitaban la ciudad, 7.000 lograron escapar. Según Susan Zuccotti y otros, Pío XII no hizo nada al respecto y el salvataje fue el producto de esfuerzos aislados, valientes y desesperados y de sacerdotes, monjes y laicos como el monje capuchino Père Marie-Benoît; según el historiador Martin Gilbert, Pío XII fue quien alertó durante las primeras horas de la madrugada acerca de la redada lo que permitió la fuga hacia lugares seguros de cerca de 7.000 personas.
    En 1999 se creó la Comisión judeo-católica de historiadores un grupo mixto de historiadores judíos y católicos cuyo objeto era examinar el papel de la Iglesia durante el Holocausto. La comisión fue suspendida en 2001 tras el surgimiento de importantes desacuerdos, principalmente por la imposibilidad de acceder a la documentación en poder del Vaticano. El diálogo fue reiniciado en 2010 gracias a los esfuerzos de la Fundación Pave the Way.
    En 2012 se encontraron en los archivos de Yad Vashem documentos que atestiguan la disposición favorable de Pacelli en lo concerniente a la creación de un Estado judío en Palestina después de la entrevista que tuvo con el militante sionista Nahum Sokolow en 1917. En el mismo año, Pacelli como nuncio apostólico en Baviera, pidió al gobierno alemán que protegiese a los judíos de Palestina de las represalias de los turcos, y en 1926 le pidió al gobierno alemán que apoyara la creación de un Estado judío en Palestina.
    Martin Gilbert sostiene que el análisis final acerca de la actitud de Pío XII acerca de los judíos sólo se podrá realizar cuando se abran los archivos secretos del Vaticano del período de su pontificado al escrutinio de los investigadores, cosa que sucederá en 2013. No obstante, Gilbert hace algunas observaciones en cuanto a las críticas que ciertos investigadores hacen a la actuación de Pío XII con respecto al pueblo judío y que se hallan plasmadas en el memorial de Yad Vashem:
    • Pío XII no firmó y nunca podría haber firmado la declaración conjunta de los Aliados de 1942 respecto a la persecución de los judíos europeos precisamente porque era una declaración del los Aliados y el Vaticano no formaba parte de esa entente político-militar y que la crítica la realizó sólo siete días después en el mensaje de Navidad de 1942.
    • El mensaje radial de Navidad de 1942 nunca mencionó expresamente que los judíos fueran perseguidos por los nazis, pero sus destinatarios comprendieron la crítica que el mensaje contenía: los altos círculos de la diplomacia alemana expresaron que "en una manera nunca vista antes, el papa ha repudiado el nuevo orden nacional-socialista europeo. Él prácticamente ha acusado a todo el pueblo alemán de injusticias contra los judíos y se ha convertido en el vocero de los criminales de guerra judíos."
    • Gilbert señala que es injusto que en el monumento se señala que los esfuerzos en favor de los judíos de Hungría y de Eslovaquia solo se realizaran hacia fines de la guerra como una manera que tuvo la Iglesia de congraciarse tardíamente con la comunidad internacional; los esfuerzos hechos por la Iglesia se realizaron en ese momento porque fue precisamente en ese momento y no con anterioridad, que los gobiernos de Eslovaquia y de Hungría llevaron a cabo la deportación masiva de judíos hacia los campos de concentración nazis.
    En julio de 2012 —debido a la gran cantidad de material documental y al aporte de los historiadores antes mencionados— las autoridades del Yad Vashem modificaron el texto escrito en el monumento:
    El Vaticano, bajo Pío XI, Achille Ratti, y representado por el Secretario de Estado Eugenio Pacelli, firmaron un concordato con la Alemania Nazi en julio de 1933, con el objetivo de preservar los derechos de la Iglesia Católica en Alemania.
    La reacción de Pío XII, Eugenio Pacelli, sobre el asesinato de judíos durante el Holocausto es materia de controversia entre los eruditos. Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano mantuvo una política de neutralidad. El Pontífice se abstuvo de firmar la Declaración de los Aliados del 17 de diciembre de 1942 condenando el exterminio de los judíos. Sin embargo, en su mensaje radial de Navidad del 24 de diciembre de 1942, él se refirió a los "cientos de miles de personas que, sin ninguna culpa de su parte, a veces por su nacionalidad u origen étnico, han sido consignados a la muerte o a una lenta desaparición." Los judíos no fueron explícitamente mencionados. Cuando los judíos fueron deportados de Roma hacia Auschwitz, el Pontífice no hizo protesta pública alguna. La Santa Sede apeló separadamente a los gobernantes de Eslovaquia y Hungría en favor de los judíos.
    Los críticos del papa sostienen que la decisión de abstenerse en condenar el asesinato de los judíos por la Alemania Nazi constituye una falta moral: la falta de una guía clara dejó espacio para que muchos colaboraran con la Alemania Nazi, re-asegurados por la idea que no contradecía a la enseñanza moral de la Iglesia. Esto también dejó la iniciativa del rescate de los judíos a clérigos individuales y laicos. Sus defensores sostienen que esta neutralidad previno medidas más duras contra el Vaticano y las instituciones de la Iglesia de toda Europa, permitiendo que una considerable actividad de rescate tuviera lugar en diferentes niveles de la Iglesia. Por otra parte, señalan los casos en los que el Pontífice ofreció apoyo a las actividades en los que judíos fueron rescatados. Hasta que todo el materia relevante este a disposición de los eruditos, este asunto permanecerá abierto a futuras investigaciones.

    .

    La causa de Pío XII fue abierta el 18 de noviembre de 1965 por el papa Pablo VI. Para el estudio de la actuación de Pío XII durante la guerra fue nombrada una comisión de cuatro eminentes historiadores formada por Pierre Blet (Francia), Angelo Martini (Italia), Burkhart Schneider (Alemania) y Robert A. Graham (Estados Unidos). En marzo de 2007, la congregación recomendó que Pío XII debería ser declarado Venerable. El papa Benedicto XVI lo hizo el 19 de diciembre de 2009, al mismo tiempo que la de San Juan Pablo II.
    El inicio de la causa de beatificación provocó una reacción negativa de rabinos que calificaron a la decisión como «insensible». El Estado de Israel también se opone a la canonización de Pío XII hasta que no se hayan abierto los archivos del Vaticano referidos a su pontificado.
    El Dr. Riccardo Di Segni, rabino en jefe de Roma se opone a la beatificación de Pacelli diciendo: «A nivel humano, puedo aceptar la debilidad de Pacelli, pero su beatificación podría hacer de él un ideal para futuras generaciones. Para mí, la beatificación sería un impedimento para el diálogo.» fuente: wikipedia

              ¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!

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