RAFAEL JOSÉ ÁLVAREZ

                                                         RAFAEL JOSÉ ÁLVAREZ
DIGNO REPRESENTANTE DE LA CORIANIDAD.

Rafael José Álvarez nació el 06 de noviembre de 1938, en la ciudad de Santa Ana de Coro, mejor conocida como Coro. 

Es una ciudad venezolana, capital del municipio Miranda y del estado Falcón, en el occidente del país, también llamada la Nueva Augsburgo, Ciudad Raíz de Venezuela o Ciudad Mariana,  y  murió el 9 de julio de 2004.

Periodista de profesión, poeta, narrador y ensayista, trabajó en el medio impreso y radial, y participó en diferentes eventos literarios.  Jefe de redacción del diario La Mañana y de la revista Campos, en Coro. Miembro Fundador del grupo literario "Coro del 56" y del semanario "5 días". Colaboró  con el Diario "El Nacional" y  con la Revista Nacional de Cultura.
A propósito del universo poético de Rafael José Álvarez, Luis Alberto Angulo señala lo siguiente: "Como un fotógrafo de lo imposible dentro de lo real, Rafael José Álvarez desanda los caminos de un universo propio". En efecto, en la poesía de Álvarez generalmente nos encontramos ante un universo onírico donde las cosas no suceden por pura coincidencia.

Luis Alberto Angulo por ello, hace referencia a la relación intangible que existe entre la noción de revelación de una verdad imaginaria, que se desdibuja y se recrea en una suerte de intermediario entre un "más allá", habitado por la voz y la presencia de antiguos habitantes de Falcón, desaparecidos físicamente, y el ahora de su poética.
Este poeta logra alejarse de la cotidianidad que lo rodea, marcada por el proceso modernizador que ha hecho cambiar a la Venezuela contemporánea, para sumergirse en la fantasía recreada por las viejas historias que en algún momento habrían relatado los más ancianos.

Esa manera de desligarse del mundo material para comulgar con el mundo de los aparecidos demuestra, en cierta medida, una propuesta característica, distintiva, inconfundible en el contexto mayor de la actual poesía venezolana. Insospechado, silencioso, voraz en las imágenes, reconstruyendo sus propias vivencias anexadas a lo volátil de las palabras, nos pone a indagar sobre la necesidad de hacer del inframundo una realidad paralela y vigente.
Se supone que en el mundo venezolano, donde las cosas que se construyen y que aparecen como una novedad tienden a hacer olvidar y obviar casi inmediatamente lo que se ha sostenido en el tiempo, especialmente en el plano de la creación cultural y la experiencia histórico-social, hay una fractura de la memoria; hay un oscurecimiento en el tiempo que de alguna forma destruye la continuidad del hombre como sujeto histórico. 

Al parecer, Rafael José Álvarez propone en sus poemas y cuentos rescatar esa memoria que parece perdida, ayudándola a reconstruir a través de sus personajes y visiones su "universo propio".
Imágenes como la de una abuela que, soñando, recrea un charco en el patio de la casa donde algunos muchachos, que posiblemente sean sus nietos, se bañan y disfrutan de los dones de la naturaleza, forman cuadros tridimensionales donde los personajes y el ambiente interactúan entre sí, desde una especie de estrategia "onírica" que conjuga la idea del sueño y de la realidad, una vez todos estén despiertos. Ese portal que permite vislumbrar la posibilidad de remontar seres ajenos a la realidad, se muestra como posibilidad de existencia en un universo ilimitado...al perecer; por ahí se encamina su propuesta.www.elnuevocojo.com › Literatura

ANTES DE LA LLUVIA

El sueño de la abuela
era un charco en el patio de la casa
donde iban
a pescar los muchachos
Antes de la lluvia
la anciana hablaba de flores oscuras
y de pájaros ahogados
en la gran boca del espejo
El perro saltaba alrededor
de una constelación
de grumos
de maíz
Pilaba la abuela
y para sus adentros
el tabaco
de manilla
alumbraba muertos familiares
Entonces su memoria
cigarroneaba por las matas
(DE "SAGRARIOS", 1978)

Una característica peculiar de la poética de Álvarez es su tendencia a atribuirle características fantásticas al espacio, a partir de la creencia de que existen conexiones entre un universo habitado por todos aquellos que han muerto y nuestro mundo, el de los vivos; dicha conexión es posible gracias a la existencia de una perspectiva intuitiva e inconsciente.
En el prólogo que le hiciera a la primera edición del libro "El gallo y la nube", Vicente Gerbasi dice que el estilo poético de Álvarez: "converge en una identidad entre la luz y la sombra, entre el día y la noche, ambos vistos con una densa plasticidad conformada en un lúcido barroquismo surrealista".
En efecto, el poeta trata de descifrar en las formas oníricas una composición llena de abismos y circunstancias que vislumbra una posibilidad sólo alcanzable desde una distancia esperanzadora y que tiene siglos de memoria en la cultura, en las regiones, en el potencial infinito de deslumbrar por medio del lenguaje el diseño, entre otras cosas, de las historias tratadas desde la realidad, con el fin de producir cierta felicidad en la invocación de los credos.
Los recuerdos de todos están por el aire, en sutiles fragmentos se desenvuelven las posibilidades de existir; los muertos aparecen en un espejo fantástico mientras la noción de existencia se reinterpreta en el presente propio, de allí se construye la poética de Rafael José Álvarez, una vitrina de voces unidas por ideal que el Ser tiene del pasado.
Para el escritor, esta constante trasciende las barreras genéricas, como puede verse en su libro "Trato con duendes" (1999), texto que se construye a partir del testimonio de personas que vieron y tuvieron contacto con estos seres. Los duendes permiten la representación de una alegoría construyendo el presente desde un pasado fantástico.

De allí, que nos tomemos la licencia de realizar la siguiente interpretación: "Trato con duendes" es un libro donde se exponen, por medio de las narraciones orales, los antecedentes y apariciones que han tenido los duendes en la Sierra de Coro y sus zonas aledañas. Este libro no tiene una estructura de novela, ni de cuento, es más un conjunto de testimonios ofrecidos por personas que han tenido contacto directo con estos personajes. 

Rafael José Álvarez comenta de cuentos sobre estos seres que se han difundido por esta zona. Generalmente, van acompañados de culebras, cantan, encantan, raptan, viven en grutas y jardines, caminan por los ríos, tratan de comunicarse con diferentes personas para comparar sus modos de vida. En esencia, los duendes venezolanos (los de la sierra de Coro) tienen bastante en común con los duendes irlandeses, siendo éstos los que han gozado de mayor difusión a nivel mundial.
En los siguientes versos, podemos encontrar dentro de la poética de Rafael José Álvarez pasajes que comulgan entre abismos atemporales dentro de una expresión de sentidos figurados:
"Asciende su alma en temblorosos vuelos
Sobre campos de bíblicos rumores
Y la envuelve en nostalgias y fulgores
El arpa solitario de los cielos.
Y queda su cadáver con sus duelos
En un silencio de abultadas flores,
Donde crecen condenas y dolores
bajo brillos y cálidos desvelos.
Oh que huesos y lámparas ardiendo,
Que corazón de música muriendo
Sobre llanuras y brumosos prados.
Así contra cenizas y carbones
Va la muerte entre golpes y tifones
A fustigar los sueños extraviados".
En un desdibujar de la imagen, los versos representan la etapa final de algo que se ha construido con la música de los temblores del silencio, en búsqueda de enmienda para saber donde se funde el alma una vez que llega la muerte.
En "Trina y otras memorias", uno de sus últimos libros, el poeta crea otros pasajes a partir del recuerdo de Trina, su abuela, quien se encuentra en un camino del pasado, que ha sido reconstruido por el poeta desde un presente caluroso. En su poética hay una luz que dormita en la esperanza humana; dentro de ello existe, a su vez, una manera de construir desde los objetos, que representan el paso de la cotidianidad; una guarida que penetra la conciencia del recuerdo, que reinterpreta los sueños de los muertos por medio del devenir de los vacíos; esto ocurre, por ejemplo, con el poema:

LA CASA

¿qué fiebre
qué silencio
amortigua la lluvia?
¿qué viento dormita
a esta hora
sobre los eucaliptos?
¿quién busca humedad
evanescente
de los muros
el ruido de las llaves?

En una reseña sobre el poeta que aparece en "Trina y otras memorias", Vicente Gerbasi dice lo siguiente:
"Sabemos que Rafael José Álvarez es de una región de los médanos, de cactus, cabras sonámbulas, de ese deslumbrante estado Falcón, donde persiste una falta de conciencia de la sequía, de la erosión, del desamparo. Zona que se hace legendaria por sus sobrecogedoras tradiciones, que todos los venezolanos compartimos con emoción, porque sabemos que ellas han contribuido y contribuyen a enriquecer el alma de la nación. Ese dramatismo que configura esta región deslumbrada por un sol furioso y por los espectros demoníacos de la noche, constituye la materia trascendente de este libro. Su sentido dramático adquiere una especial calidad poética por los vivenciales hallazgos metafóricos que usa el autor como una verdadera maestría lírica".
Esas metáforas a las que hace alusión Vicente Gerbasi pueden apreciarse cuando leemos el siguiente verso del poema "texto a la privacidad":
"Las pecas del animal estaban en sus manos"...www.elnuevocojo.com › Literatura

            !HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!

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