GIACOMO PUCCINI
GIACOMO PUCCINI
Nacido en una familia de músicos (los Puccini fueron durante generaciones maestros de cámara del Duomo, Catedral de Lucca.
Después de haber perdido a su padre a la edad de cinco años, fue enviado a estudiar con su tío Fortunato Magi, que lo consideró un alumno no particularmente dotado y sobre todo indisciplinado.
Más tarde consiguió el puesto de organista y maestro de coro en Lucca. La leyenda dice que la decisión de dedicarse al teatro musical le vino después de asistir en 1876 a una representación de Aida de Verdi en Pisa, a donde había llegado a lomos de una mula.
Corresponden a este período las primeras composiciones escritas, entre las que destacan una cantata (I figli d'Italia bella, 1877), un motete (Mottetto per San Paolino), 1877) y una Misa (1880).
En 1880, con la ayuda de un pariente y una beca, consiguió inscribirse en el Conservatorio de Milán para estudiar composición con Antonio Bazzini y Amilcare Ponchielli. En ese mismo año, a la edad de 21 años, compuso la Misa, que marca la culminación de la larga relación de su familia con la música religiosa. Aunque Puccini la llamó correctamente la Messa, una Misa, se la conoce popularmente como la Misa de Gloria.
Entre tanto, en 1884, Puccini había formado una familia, iniciando una convivencia con Elvira Bonturi, mujer del farmacéutico de Lucca, Narciso Gemignani, que duró, con vicisitudes, toda la vida. Elvira le dio en 1880 su primera hija, Fosca, y en 1886 nació su segundo hijo, Antonio, llamado Tonio.
El éxito: las colaboraciones con Luigi Illica y Giuseppe Giacosa
Después del semi paso en falso de Edgar, la tercera ópera —Manon Lescaut— fue un éxito extraordinario, quizás el mayor de la carrera de Puccini. Además, fue el inicio de la colaboración con los libretistas Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Illica y Giacosa escribieron después los libretos de las siguientes tres óperas de Puccini, las más famosas.
La colaboración con Illica y Giacosa fue ciertamente la más productiva de la carrera artística de Puccini. A Luigi Illica, dramaturgo y periodista, le correspondía la tarea de esbozar el fondo y definir la trama poco a poco, discutiéndola con Puccini, para acabar con un texto completo. A Giuseppe Giacosa, autor de comedias de éxito y profesor de literatura, le correspondía el delicado trabajo de poner en verso el texto, manteniendo tanto los aspectos literarios como los musicales, tarea que realizaba con gran paciencia y sensibilidad poética.
La última palabra la tenía siempre Puccini, al cual Giulio Ricordi apodaba el Dogo, por el predominio que ejercía en el grupo. Ricordi contribuía también personalmente a la creación de los libretos, sugiriendo soluciones, de vez en cuando escribiendo versos y, sobre todo, mediando entre los libretistas y el músico en las ocasiones de las frecuentes controversias debidas a la costumbre de Puccini de revolucionar el hilo dramático durante la génesis de las óperas.
La crisis
A partir de 1904 comenzaron los años más difíciles de la vida de Puccini. En ese año, el músico, apasionado de los automóviles, resulta gravemente herido en un accidente de coche y debe seguir una larga y penosa convalecencia.
En 1906, la muerte de Giacosa pone fin a la colaboración a tres que había producido las precedentes obras maestras. Todas las tentativas de colaboración solamente con Illica naufragaron, en particular en el proyecto de una Maria Antonietta.
En 1909, una nueva tragedia y un escándalo golpean profundamente al músico: su aya, Doria Manfredi, de 23 años, objeto de los celos obsesivos de Elvira, se suicida envenenándose. Este drama agravó más tarde las relaciones entre el compositor y su esposa.
En 1912, muere también Giulio Ricordi, el editor al cual Puccini se sentía profundamente ligado y a quien consideraba un segundo padre.
El Tríptico
El eclecticismo de Puccini, junto con su incesante búsqueda de soluciones originales, encontraron pleno apogeo en el llamado Il Trittico, tres óperas de un acto, estrenadas en Nueva York, a la vez en 1918.
Personalidad
Excepto para su última ópera, Turandot, Puccini componía sus óperas cerrando herméticamente puertas y ventanas para impedir que la luz del día entrara en la estancia donde se encontraba, ya que era frecuente que dedicara la noche a corregir y perfeccionar lo compuesto. Con el primero, en agosto de 1922, el músico organizó un larguísimo viaje en automóvil por Europa. La «comitiva» de amigos iba en dos vehículos, el Lancia Trikappa de Puccini y el Fiat 501 de su amigo Angelo Magrini.
El itinerario era: Cutigliano, Verona, Trento, Bolzano, Innsbruck, Múnich, Ingolstadt, Núremberg, Fráncfort, Bonn, Colonia, Ámsterdam, La Haya, Constanza y el retorno a Italia. El "Lambda" de 1924 fue el último vehículo de Puccini, con el que se trasladó a la estación de Pisa para coger el tren a Bruselas, donde falleció.
Después de su muerte se construyó un mausoleo en la Casa Puccini en Torre del Lago, donde está enterrado el compositor junto con su mujer y su hijo, que murió más tarde. Esta casa es hoy día conocida como la "Casa Museo Puccini". La Casa Museo Puccini pertenece en la actualidad a su nieta Simonetta Puccini, y está abierta a las visitas del público.
Personalidad artística
Figura de pro del mundo operístico italiano, Giacomo Puccini se alejó de la tendencia dominante en su época, la ópera verista. Es difícil situar a Giacomo Puccini en el panorama internacional, ya que su música, por su continua evolución artística, no tiene la tensión innovadora de muchos de los mayores compositores europeos de la época.
Puccini se dedicó de manera casi exclusiva a la música teatral y, al contrario de los maestros de la vanguardia novecentista, escribió siempre pensando en el público, cuidando las representaciones y siguiéndolas en las giras por el mundo. Aunque creó solamente doce óperas (comprendidas tres en un acto que componen el Tríptico), sus obras se han asentado en los repertorios de los teatros líricos de todo el mundo. Los ingredientes fundamentales de su teatro son la variedad, la rapidez, la síntesis, la profundidad psicológica y la abundancia de hallazgos escénicos.
El público, bien que a veces desorientado por las novedades de cada ópera, al final se ponía de su parte; por el contrario, la crítica musical, en particular la italiana, consideró durante mucho tiempo a Puccini con sospecha u hostilidad. Se le solía acusar en Italia a Puccini de comercial y se decía que su música no era ni italiana, ni rusa, ni alemana, ni francesa. No obstante, expresaron su admiración por su trabajo contemporáneos como Stravinski, Schoenberg, Ravel o Webern.
El gran mérito de Puccini fue su inclinación ecléctica, asimilando y sintetizando con habilidad y rapidez lenguajes y culturas musicales diferentes. Para aproximarse a la personalidad artística de Puccini es preciso indagar en las relaciones que urdió con las diferentes culturas musicales y teatrales de su tiempo.
Influencia de Richard Wagner
Desde su llegada a Milán, Puccini formó parte de los admiradores de Richard Wagner: las dos composiciones sinfónicas presentadas como ejercicios del Conservatorio – el Preludio Sinfónico en La mayor (1882) y el Capriccio Sinfónico (1883) – contienen signos temáticos y estilísticos explícitos parecidos a las óperas de la primera madurez wagneriana: Lohengrin y Tannhäuser. A principios de 1883 adquirió junto con su compañero de habitación Pietro Mascagni, la partitura de Parsifal, cuyo Motivo de la Eucaristía se cita literalmente en el preludio de Le Villi.
Puccini ha sido quizá el primer músico italiano en comprender que la enseñanza de Wagner iba bien con su teoría del «drama musical» y de la «ópera de arte total»— que en Italia fueron el centro del debate—, y concernía específicamente el lenguaje musical y la estructura narrativa.
Si en sus obras de los años 1880 la influencia wagneriana se manifiesta sobre todo en algunas elecciones armónicas y orquestales que a veces recuerdan a una copia, a partir de Manon Lescaut Puccini empieza a explorar la técnica compositiva, llegando no sólo a utilizar de manera sistemática el leitmotiv sino a ligarlo también, según el sistema que Wagner empleó en Tristán e Isolda.
Todas las óperas de Puccini a partir de Manon Lescaut, se prestan a la lectura y la escucha también como partituras sinfónicas. Réné Leibowitz llegó incluso a individualizar en el primer acto de Manon Lescaut una articulación en cuatro tiempos de sinfonía, donde el tempo lento coincide con el encuentro entre Manon y Des Grieux y el scherzo (el término figura en el manuscrito) con la escena de la partida de cartas.
Sobre todo a partir de Tosca, Puccini recurre a una técnica típicamente wagneriana, cuyo modelo puede identificarse en el célebre himno a la noche del segundo acto de Tristán e Isolda. Se trata de lo que podría definirse como una suerte de crescendo temático, a partir de un núcleo (que genera ideas secundarias), cuya progresión se desarrolla y llega a un clímax sonoro, colocado un poco antes de la conclusión del episodio (técnica que Puccini emplea de manera particularmente sistemática y eficaz en Il tabarro).www.wikipedia.org
Comentarios
Publicar un comentario