GIORDANO BRUNO (I)


                                    GIORDANO BRUNO

     Giordano Bruno, -de nacimiento- Filippo Bruno fue un astrónomo, filósofo, teólogo y poeta italiano. Nació en Nola, Nápoles, 09 de febrero de 1548- muere en Roma, en la hoguera- por considerarlo hereje, en Roma, el 17 de febrero de 1600.

  •       Sus teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano: 
  • 1.- propuso que el Sol era simplemente      una estrella y, 
  • 2.- que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Miembro de la Orden de los Dominicos, propuso en el campo teológico una forma particular de panteísmo, lo cual difería considerablemente de la visión cosmológica sostenida por las distintas confesiones cristianas.​
  • Además de estos razonamientos, sus afirmaciones teológicas también fueron otra de las causas de su condena, que lo llevaron a ser ejecutado por las autoridades civiles de Roma después de que la Inquisición romana lo declarara culpable de herejía. Fue quemado vivo en la hoguera. Tras su muerte, su nombre ganó fama considerable, particularmente en el siglo xix y principios del xx.

   Nació a comienzos de 1548 en Nola, a unos veinte kilómetros de Nápoles, entonces bajo el dominio español. Sus padres eran Giovanni Bruno, hombre de armas en el ejército español, y Fraulissa Savolino. Fue bautizado con el nombre de Filippo.​

       Comienza estudiando en Nola, pero en 1562 se traslada a Nápoles, donde recibe lecciones de Giovanni Vincenzo de Colle en el Studium Generale y de Teófilo da Vairano en el monasterio agustino de la ciudad. En junio de 1565 ingresa en la http://Orden de los Dominicos, en el monasterio de Santo Domingo Mayor de Nápoles, donde se dedicó al estudio de la filosofía aristotélica y a la teología de Santo Tomás (tomismo). Ese mismo año cambió su nombre de pila por el de Giordano.

    En 1571 comparece ante el papa Pío V para exponer su sistema nemotécnico, dedicando al papa su obra Sobre el Arca de Noé. 

      En 1572 es ordenado sacerdote y en 1575 recibió el título de doctor en teología.

   Sus problemas comenzaron durante su adoctrinamiento. Fue procesado por rechazar tener imágenes de santos en su celda, y aceptar sólo el crucifijo. Más tarde se le abrió un nuevo proceso por recomendar a otro novicio que dejase un libro sobre la vida de la Virgen y se dedicase a leer otras obras más importantes. También se le acusó de defender la herejía arriana. En marzo de 1576 huye del convento, sin esperar a que terminase la causa.​

    Vida errante: Sus opiniones suscitaron un escándalo, y se formularon 130 artículos de acusación contra él. Por temor a la Inquisición, a los veintiocho años abandonó la «prisión angosta y negra del convento» y huyó de Roma en 1576, comenzando una vida errante y aventurera. Desde entonces pudo decir, con razón, que «toda la tierra es patria para un filósofo».


    Expresó en escritos y conferencias sus ideas científicas acerca de la pluralidad de los mundos y sistemas solares, el heliocentrismo, la infinitud del espacio y el universo y el movimiento de los astros.​

   Se trasladó a Francia donde, en la Universidad de Toulouse, se doctoró en teología y enseñó durante dos años (1580-1581). Escribió la Clavis magna (lulista) y explicó el tratado De Anima de Aristóteles. Luego de varios tropiezos debido a la guerra religiosa, fue aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad de París en 1581.

   En esa etapa de su vida publicó sus obras: Las sombras de las ideas y El canto de Circe.

  En 1583 viajó a Inglaterra, tras ser nombrado secretario del embajador francés Michel de Castelnau. Enseñó en la Universidad de Oxford la nueva cosmología copernicana atacando las ideas tradicionales. 

  Después de varias discusiones abandonó Oxford. Sus escritos más importantes son De umbris idearum, de 1582; La cena de las cenizas, Del universo infinito y los mundos y Sobre la causa, el principio y el uno, las tres últimas escritas en 1584. En 1585 escribió Los furores heroicos donde, en un estilo de diálogo platónico, describe el camino hacia Dios a través de la sabiduría.

   Pasó a servir brevemente como profesor de matemáticas en la Universidad de Helmstedt, pero tuvo que huir otra vez cuando fue excomulgado por los luteranos. En 1590 se dirigió al convento de las Carmelitas en Fráncfort y Zúrich. Ahí escribió sus poemas.

   A instancias de Giovanni Mocenigo,​ noble veneciano, regresó a Italia. Mocenigo se convirtió en su protector, para impartir cátedra particular, fijando su residencia en Venecia.

                                       Proceso y condena

   El 21 de mayo de 1591, Mocenigo, «no satisfecho de la enseñanza y molestado por los discursos heréticos de su huésped», le denunció a la Inquisición.​ La Inquisición veneciana lo encarcela el 23 de mayo de 1592 y es reclamado por Roma el 12 de septiembre de 1592. El 27 de enero de 1593 se ordenó el encierro de Giordano Bruno en el Palacio del Santo Oficio, en el Vaticano


  -Estuvo en la cárcel durante ocho años, mientras se disponía el juicio —bajo el tribunal de Venecia—, en el que se le adjudicaban cargos por blasfemia, herejía e inmoralidad; así como por sus enseñanzas sobre los múltiples sistemas solares y sobre la infinitud del universo. Durante la ocupación napoleónica se perdieron la mayoría de los folios de ese juicio.

    El proceso fue dirigido por el cardenal Roberto Belarmino, canonizado en 1930 por la Iglesia católica y quien años después, en 1616, llevaría el similar proceso contra Galileo Galilei. Giovanni Mocenigo fue acusado de herejía al descubrirse que intentaba dominar las mentes ajenas, cosa que Bruno se negó a enseñarle. Nunca fue apresado ni existió proceso en su contra.

   En 1599 se expusieron los cargos en contra de Bruno, recopilados por el propio Belarmino y el dominico Alberto Tra Gagliolo (comisario general del Santo Oficio). Las múltiples ofertas de retractación fueron desestimadas. Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y el 20 de enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares. Las alegaciones finales por escrito de Bruno, dirigidas al pontífice, «fueron abiertas pero no leídas».​

Luigi Firpo lista estos cargos que fueron puestos contra Bruno por la Inquisición:​

  • Tener opiniones en contra de la fe católica y hablar en contra de ella y sus ministros.
  • Tener opiniones contrarias a la fe católica sobre la Trinidad, la divinidad de Cristo y la encarnación.
  • Tener opiniones contrarias a la fe católica en relación a Jesús como Cristo.
  • Tener opiniones contrarias a la fe católica en relación a la virginidad de María, la madre de Jesús.
  • Tener opiniones contrarias a la fe católica en relación a la transubstanciación y la misa.
  • Decir que existe múltiples mundos.
  • Tener opiniones favorables de la transmigración del espíritu en otros seres humanos después de la muerte.
  • Brujería.

    La Inquisición lo acusó inicialmente por sus ideas anti-dogmáticas, que ya le habían costado el hábito dominico. Como anti-Trinitario, rechazó la virginidad de María y la transubstanciación. Sus reflexiones sobre cuestiones de cosmología, y su atracción por la magia dieron gradualmente lugar a una impresionante lista de acusaciones. Al final, fue el conjunto de su pensamiento lo que fue impugnado. En febrero de 1593, Bruno fue encarcelado en las prisiones del Santo Oficio. El juicio se prolongó durante otros dos años antes de tomar la decisión de realizar un estudio en profundidad de sus obras, que fueron censuradas y posteriormente quemadas en la plaza de San Pedro. 

   Desde su celda, Bruno terminó de escribir una declaración para su defensa, y presentó su alegato final el 20 de diciembre de 1594 ante el Santo Oficio. El juicio fue interrumpido durante seis meses, tiempo durante el cual Bruno continuó defendiendo activamente su teoría de los infinitos mundos, a veces afirmando que estaba dispuesto a retractarse, y otras declarando que era fiel a sus ideas. Por lo tanto, el cardenal Belarmino elaboró una lista de las teorías consideradas heréticas, sobre las que Bruno de nuevo vaciló antes de negarse categóricamente a renunciar a ellas.

Las ocho proposiciones a las que el filósofo se negó a renunciar fueron las siguientes:​

  1. La declaración de «dos principios reales y eternos de la existencia: el alma del mundo y la materia original de la que se derivan los seres».
  2. La doctrina del universo infinito y los mundos infinitos en conflicto con la idea de la Creación: «El que niega el efecto infinito niega el poder infinito».
  3. La idea de que toda realidad, incluyendo el cuerpo, reside en el alma eterna e infinita del mundo: «No hay realidad que no se acompañe de un espíritu y una inteligencia».
  4. El argumento según el cual «no hay transformación en la sustancia», ya que la sustancia es eterna y no genera nada, sino que se transforma.
  5. La idea del movimiento terrestre, que según Bruno, no se oponía a las Sagradas Escrituras, las cuales estaban popularizadas para los fieles y no se aplicaban a los científicos.
  6. La designación de las estrellas como «mensajeros e intérpretes de los caminos de Dios».
  7. La asignación de un alma «tanto sensorial como intelectual» a la Tierra.
  8. La oposición a la doctrina de Santo Tomás sobre el alma: la realidad espiritual permanece cautiva en el cuerpo y no es considerada como la forma del cuerpo humano.

    El papa Clemente VIII dudó de la sentencia impuesta a Giordano antes de dictarla porque no deseaba convertir a Bruno en un mártir. El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado. Es famosa la frase que dirigió a sus jueces:

Maiori forsan cum timore sententiam in me fertis quam ego accipiam
Temblais acaso más vosotros al anunciar esta sentencia, que yo al recibirla.
nota 115

                             Fue excomulgado y sus trabajos quemados en la plaza pública.

Según Isaac Asimov, su muerte tuvo un efecto disuasorio en el avance científico de la civilización, particularmente en las naciones católicas y, a pesar de esto, sus observaciones científicas continuaron influyendo en otros pensadores, y se le considera uno de los precursores de la Revolución científicawww.wikipedia.


SOLO DIOS JUZGA!​





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