OCTAVIO PAZ.
Patricio Eufraccio Solano
Octavio Paz es el poeta mexicano más prestigiado y controvertido de la segunda mitad del siglo XX. Nace en la ciudad de México en 1914, cuando el país se encuentra en plena lucha revolucionaria. Pasa parte de su niñez en los Estados Unidos y en su vida adulta vive en Francia y la India debido a su actividad como diplomático mexicano.
Es galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1990. Muere en la ciudad de México en abril de 1998.Su vida familiar se polariza entre dos figuras: su abuelo Irineo Paz, escritor, intelectual y allegado al gobierno de Porfirio Díaz y, su padre, Octavio Irineo Paz, simpatizante de la Revolución Mexicana y cercano a Emiliano Zapata.
La vida y la obra de Paz fueron y son motivo de atención y crítica. En sus primeros años, los libros de Octavio Paz fueron alabados en forma casi unánime. Aún hoy, el llamado "primer Paz" es considerado por algunos críticos como el mejor. En contraste, para otros autores la obra de su madurez es la que lo define como gran poeta y ensayista.
La crítica, en general, se ha centrado en algunos de sus libros como los ensayos El laberinto de la soledad y El arco y lira y los libros poéticos Libertad bajo palabra, Ladera Este, y El mono gramático. Aún está por realizarse el estudio sistemático de su obra conjunta. Salvo excepciones como El laberinto de la soledad y Libertad bajo palabra, es pobre la difusión de sus libros. Todavía hoy no es posible contar con la edición total de sus Obras Completas.
Paz y su siglo
El historiador y ensayista Enrique Krauze, uno de los más avanzados discípulos de Octavio Paz, lo ha definido como hombre de su siglo. Esta definición, aplicable a más de uno de los intelectuales del siglo XX, puede entenderse en varias formas; como hombre cuya vida inicia y termina en este periodo o bien, como un intelectual que dedicó su esfuerzo reflexivo y creador a escribir sobre el siglo XX y los hombres y mujeres que lo habitaron; o, también, como un crítico que analiza con elementos perspectivos de este siglo las creaciones de siglos anteriores. Para el caso de Octavio Paz caben estas tres posibilidades interpretativas de la definición de Krauze, puesto que vivió y nació en este siglo, también dedicó la mayor parte de su obra reflexiva crítica (con excepciones como el libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, y sus ensayos sobre algunos clásicos como Quevedo), a ensayar sobre temas y personajes de este siglo; y, asimismo, a reflexionar, con la mirada del Siglo Veinte, sobre acontecimientos y autores del pasado.
La posición crítica de Octavio Paz, equilibrada entre la tradición y la ruptura, se presenta para algunos autores como el arquetipo intelectual de este período. Como ejemplo de esta visión está la española Fanny Rubio, para quien Octavio Paz es el gran intelectual, sin par en su momento, en lengua española; en contrapunto, para otros autores como el mexicano Antonio Alatorre, Paz representa el prototipo del anti intelectual, más preocupado por su persona que por su pensamiento. A partir de su ensayo El laberinto de la soledad, publicado al mediar el siglo, Octavio Paz se convierte en una voz buscada y escuchada en México. Pero su obra no se inicia en los años cincuenta del siglo XX, sino antes. Si hemos de atender a sus palabras, Octavio Paz escribe poesía desde niño y reflexiones de tipo ensayístico desde la adolescencia. Un recorrido a través de su obra necesariamente habría que dividirlo en varias etapas y géneros.
En cuanto a las primeras, deben considerarse las etapas juveniles en las que gravita alrededor de revistas literarias como Barandal y Taller, y, en su madurez, en publicaciones como el suplemento cultural Plural (del periódico Excélsior) y la revista Vuelta, de la que fue su fundador y director hasta el final. En cuanto a los géneros literarios, su obra se desarrolla en la poesía y el ensayo. Escribió una pieza teatral, La hija de Rappaccini, que el propio Paz denomina como "poema dramático". El primer Paz Enrico Mario Santi recopila los primeros escritos de Octavio Paz, en un libro titulado Primeras letras (1931-1943)1.
Es un periodo que abarca una veintena de años de gran importancia en la vida literaria de Paz, pues en estos textos se encuentra ya la simiente de algunos de sus ensayos más logrados y famosos. El caso más notable lo constituye el texto Poesía de soledad y poesía de comunión, fechado en 1943 en la ciudad de México, y que se constituye en el antecedente del ensayo El arco y la lira; primero de la trilogía en donde Paz expone su poética. El Paz de Primeras letras, es un joven impetuoso, combativo y, por momentos, irreverente, que anda en busca del tono y sentido de su voz.
La temática de Primeras letras se concentra en tres vertientes: la crítica literaria y poética de los autores que está leyendo en esos momentos (como Carlos Pellicer o Quevedo); la búsqueda del Ser de mexicano, y sus inquietudes intelectuales personales, como el erotismo (Sade: un más allá erótico) o la teoría poética (Poesía de soledad y poesía de comunión). El contexto en que se enmarca esta etapa creativa de Octavio Paz, coincide con varios sucesos y circunstancias como: el momento más brillante del grupo poético mexicano Contemporáneos; el contundente influjo de Alfonso Reyes en el mundillo intelectual de México; el sonado impacto del libro de Samuel Ramos: El perfil del hombre y la cultura en México; la efervescencia intelectual del mundo hispánico como consecuencia de la Guerra Civil Española, y su matrimonio con Elena Garro.
Este primer Paz ensayista, encuentra su correspondiente poético en los libros: Luna silvestre (1933); ¡No pasarán! (1936); Raíz del hombre (1937); Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España (1937), y A la orilla del mundo (1942). En 1945 se irá a París como funcionario menor de la Embajada mexicana. Paz en su laberinto de liras, peras y otredades Al publicarse en 1950 El laberinto de la soledad, Octavio Paz alcanza fama y reconocimiento nacional y se inicia su ascenso internacional. Este libro es heredero indiscutible de la labor que realiza el grupo Hiperión de filósofos mexicanos a finales de la década de los cuarenta de este siglo, sobre la Identidad y el Ser del mexicano o , como ellos llamaban a su trabajo: "La búsqueda de una filosofía mexicana auténtica".
En los ensayos que forman El laberinto de la soledad, se evidencia una creciente madurez prosística de Paz y una definición, casi total, de su discurso narrativo. En estos momentos Paz es ya un hombre que se acerca a los cuarenta años de vida, con un caudal poético de varios libros y una trayectoria modesta, pero sólida, como crítico. La temática del libro no es, de ninguna manera, original, ni para esa época ni, muchos menos, para el momento actual, sin embargo, aún en nuestros días resulta deslumbrante la forma en que son tratados algunos de los subtemas, como el relativo a las máscaras con las que el mexicano se resguarda del mundo. Son los años en que Paz se manifiesta con un gran deseo y pujanza creativa.
El laberinto de la soledad, marca el inicio de sus libros ensayísticos integrales que se caracteriza por la elección de un tema para reflexionar en sus diferentes facetas. Esta característica se ahondará en la trilogía poética que inicia con El arco y la lira y Los signos en rotación, continúa con Los hijos del limo y termina con La otra voz. Así como en El laberinto de la soledad el ser del mexicano es lo central de la reflexión, en El arco y la lira y sus dos ensayos complementarios, la reflexión versa alrededor de la poesía, el fenómeno poético y el poema.
El arco y la lira se publica a mediados de la década de los cincuenta. A la escritura de este libro le preceden dos estadías en sendos países orientales: la India y el Japón. Al primero de ellos regresaría más tarde como embajador. Estas estancias, a decir del propio Paz en su libro Vislumbres de la India, son ricas en experiencias de vida y de copiosas lecturas. Se gestan en estos años los libros de poesía Semillas para un himno y Piedra de sol. .
En esos momentos México es un país con incipientes aspiraciones cosmopolitas y los creadores ávidos de internacionalismo encuentran en Paz a su representante. La publicación de El arco y la lira coloca nuevamente a Paz en el centro de la vida intelectual de México. A partir de ese momento, conceptos como tiempo, ritmo, origen y , sobre todo, otredad, quedan ligados a Paz. Durante 1957 Paz publica un libro más de poesía: La estación violenta, y el ensayo: Las peras del olmo. Las peras del olmo es una compilación de la actividad que Paz ha desarrollado en el periodismo literario.
En la advertencia a la primera edición aclara: "Durante más de quince años —aunque nunca de manera continua— he practicado en diarios y revistas el periodismo literario y artístico. Los textos reunidos en este volumen son una selección de esa labor". Éste es un libro editado como consecuencia de la fama renovada que le acarreó El arco y la lira. Se compone de dos partes, la primera dedicada a la poesía mexicana y, la segunda, titulada Otros temas, agrupa una variedad de reflexiones disímbolas tanto en las fechas en que son escritas como en la temática tocada.
Tres elementos destacan en este libro: 1) la aparición de un breve ensayo sobre Sor Juana Inés de la Cruz, en el que se encuentran los esbozos de lo que será el extenso ensayo, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, sobre la poeta monja del barroco mexicano, 2) la publicación del texto antecesor de El arco y la lira, titulado Poesía de soledad y poesía de comunión, y 3) el que la variedad temática de la segunda parte incluye crítica pictórica, en este caso sobre Rufino Tamayo y Pedro Coronel; una aproximación a la literatura oriental en Tres momentos de la literatura japonesa, y un texto sobre el cineasta surrealista Luis Buñuel, en el que Paz asegura que los filmes La edad de oro y El perro andaluz: "señalan la primera irrupción deliberada de la poesía en el arte cinematográfico".
Según apunta Anhalt, tanto el cuento de Hawthorne como la pieza teatral de Paz, conservan los elementos del relato francés, en el que un joven italiano, Giovanni Guasconti, llega a Padua para continuar con sus estudios, alojándose en una habitación de un antiguo palacio que mira hacia el jardín de Rappaccini, por donde pasea Beatriz. El amor surge entre ambos jóvenes que, con tal de conservarlo, se disponen a retar a la muerte. En la obra de Paz, al final sólo Beatriz llega al sacrificio amoroso, pues el joven, llamado aquí Juan, traducción castellana de Giovanni, desiste a la muerte.
En la última escena, Rappaccini y Juan lloran por distintas razones la pérdida de Beatriz. El amor, uno de los temas centrales de la poesía de Paz, aparece en la obra como algo no consumado por el temor de uno de los amantes a la integración total y definitiva con el otro; condición esencial de los amores trágicos y, por ello, heroicos. El final de los años cincuenta se presentan para Paz radiante y de buen augurio para su regreso a la diplomacia y en 1962 es nombrado embajador de México en la India. El "joven poeta bárbaro" de los años cincuenta, regresaría al país de Gandhi como un sólido intelectual a encontrarse con una época creativa fructífera y dichosa y, también, con Marie José, la mujer más importante en su vida.
India: el segundo nacimiento Octavio Paz no duda en calificar sus años en la India como memorables. Y lo son, pues durante ellos encuentra el amor en Marie José y su creatividad se concreta en tres de sus libros fundamentales de poesía y en cinco ensayos. En 1963 comenzará a recibir premios. El primero, el Premio Internacional de Poesía de Knokke le Zoute, de Bélgica, que ya habían recibido Saint-John Perse y Jorge Guillén. Asimismo, es el momento en que se definen su imagen de intelectual y humanista preocupado por las luchas sociales y firme crítico de los llamados "regímenes totalitarios". Finalmente, será en los últimos años de los sesenta cuando se inicia su peregrinar por las universidades mundiales, particularmente las estadounidenses, impartiendo cátedras y conferencias. La estancia en la India lo marca profundamente.
La última embajada En México, una labor privilegiada para los intelectuales es el servicio diplomático. Si no todos, buena parte de ellos aprecia esta labor y se acoge a ella de buen grado. No son pocos los intelectuales mexicanos que han hecho carrera diplomática. Alfonso Reyes, José Gorostiza y el propio Octavio Paz, son tan sólo un ejemplo de ello. El Servicio Exterior Mexicano les permite a los intelectuales el contacto con la élite de otros países y una vida decorosa, que en ocasiones raya en el glamour. Las buenas maneras, el cultivo de la tolerancia y el refinamiento, son actitudes que gustan a los intelectuales y que florecen en los consulados y embajadas del mundo. Octavio Paz comienza su labor diplomática en París hacia 1945. Seis años después sería enviado a la India.
Tan sólo unos meses después de su llegada es nuevamente trasladado. Va a Japón y después reside unos años en México. En 1962, es nombrado embajador en la India, labor que desarrollará durante los siguientes seis años. Octavio Paz describe esa época como "un periodo dichoso" en el que lee profusamente y escribe varios libros de poesía y ensayo, y se reencuentra y casa con Marie José.
Octavio Paz, en su calidad de embajador, forma parte de ese gobierno y en los primeros momentos del conflicto estudiantil colabora proporcionando información y opiniones al respecto.
En el documento señala: El desarrollo económico y su consecuencia más inmediata —la movilidad social— permiten pensar que, gradualmente, la población subdesarrollada será absorbida e incorporada. En efecto, el sector desarrollado crece día a día y disminuye el subdesarrollado. Todo es problema de tiempo: una evolución demasiado lenta o una suspensión de la movilidad social, pondría en crisis la estructura misma de la sociedad mexicana...
Los problemas del sector desarrollado son muy distintos y su resolución no implica un cambio de la estructura social sino una reforma. Esta reforma, según se verá, tendría principalmente por objeto adaptar nuestro sistema político a las nuevas condiciones creadas por el desarrollo económico, entre las cuales destacan el nacimiento de una clase media (a la cual pertenecen los estudiantes) y crecimiento del proletariado urbano. Desde el punto de vista sumariamente expuesto en el párrafo anterior, los disturbios estudiantiles de México presentan analogías y diferencias con los de los jóvenes de París, Chicago, Milán, Tokio y Berlín Occidental.
Diez días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, en el barrio de Tlaltelolco, en la Plaza de las Tres Culturas, ubicada a un costado del edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el ejército mexicano atacó a los estudiantes y personas en general, que ahí realizaban un mitin. Al acto se le conoce como "La matanza de Tlaltelolco". La indignación y condena a esta acción resulta general. Muchas son las reacciones; una de ellas, la pública renuncia de Octavio Paz a su cargo como embajador de México en la India. En una carta fechada el 4 de octubre de 1968 y clasificada como "confidencial y personal", Octavio Paz le dice al Secretario de Relaciones Exteriores: Anoche, por la BBC de Londres me enteré de que la violencia había estallado de nuevo (en México). La prensa india de hoy confirma y amplía la noticia de la radio: las fuerzas armadas dispararon contra la multitud, compuesta en su mayoría por estudiantes. El resultado: más de veinticinco muertos, varios centenares de heridos y un millar de personas en la cárcel. No describiré a usted mi ánimo. Me imagino que es el de la mayoría de los mexicanos: tristeza y cólera.
Desde hace veinticuatro años pertenezco al Servicio Exterior de México. He sido canciller, secretario de Embajada, Consejero, Ministro y Embajador. No siempre, como es natural, he estado de acuerdo con todos los aspectos de la política gubernamental pero esos desacuerdos nunca fueron tan graves o tan agudos para obligarme a un examen de conciencia (...) Es verdad que el país ha progresado. Sobre todo en su sector desarrollado, constituido tal vez por más de la mitad de la población; también lo es que la clase obrera ha participado, aunque no en la medida deseable y justa, en ese progreso y que ha surgido una nueva clase media. Pero este adelanto económico no se ha traducido en lo que, me parece, debería haber sido su lógica consecuencia: la participación más directa, amplia y efectiva del pueblo en la vida política. Concibo esa participación como un diálogo plural entre el gobierno y los diversos grupos populares. Es un diálogo que, de antemano, acepta la crítica, la divergencia y la oposición.
Basta leer a la prensa diaria y semanal de México en estos días para sentir rubor: en ningún país con instituciones democráticas puede encontrarse ese elogio casi totalmente unánime al Gobierno y esa condenación también unánime a sus críticos. (...) Ante los acontecimientos últimos, he tenido que preguntarme si podía seguir sirviendo con lealtad y sin reservas mentales al Gobierno. Mi respuesta es la petición que le hago llegar: le ruego que se sirva ponerme a disponibilidad, tal como lo señala la Ley del Servicio Exterior Mexicano.
En 1990 recibe el Premio Nobel. Continúa escribiendo hasta el fin de su vida, primordialmente ensayos. Destacan tres de ellos: el extenso sobre la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz; sus reflexiones sobre el erotismo y el amor; y su libro último, sobre la India. El libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, resulta ser un ensayo de características monumentales.
En estos pasajes se develan los ejes del ensayo: vida-obra e historia-sociedad. Sor Juana poeta, mujer, monja, política, ensayista, cortesana y polemista, se desborda en las profusas páginas de este ensayo.
Erotismo y amor: la llama doble de la vida. La llama doble: ¿adiós o testamento? Desde la primera ocasión en que leí el prólogo, medité sobre ello: ¿puede pensarse como un adiós o como un testamento un ensayo sobre el amor y sus afluentes: el erotismo y la sexualidad, escrito a los ochenta años?
En síntesis, como un clamor de su paso amoroso por la vida mundana. Un intento de explicar el amor desde la humanidad. En la interpretación poética-literaria, encuentro a Octavio Paz pleno de literatura. Un Paz ya conocido de antes, de siempre, aquél que explica la vida a través de las manifestaciones literarias de los hombres. En este caso, el amor es analizado en y desde la literatura. Ejemplo de ello lo constituye la reflexión sobre el amor cortés. En Paz el amor cortés es algo más que el testimonio de una época, es una fórmula de vida que trasciende su tiempo e historia permitiéndonos encontrar su rastro en nuestros días.
Un Paz enamorado, poeta, diplomático y gozoso de contar con la gracia de vivir esos años de fecunda creación y buenas compañías. El Premio Nobel En 1990, Octavio Paz es galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Tal distinción remueve celos y orgullos. La figura de Paz alcanza dimensiones megatónicas en el mundillo intelectual mexicano y latinoamericano; más en el primero. Se radicalizan los bandos en pacianos y antipacianos. Se le venera y denosta al mismo tiempo, pero nadie lo ignora. Todo aquel que desea crecer busca su cobijo nobélico o se declara en franca rebeldía antipaciana. A muchos, su actitud les rinde frutos.
En el texto que Octavio Paz lee en la ceremonia de recepción del Premio Nobel, plantea varias vertientes de reflexión. A mi juicio destacan tres: la aparición en el siglo XX de "las literaturas de América"; la búsqueda de la modernidad, y, el probable fin y mutación de la Edad Moderna. Al inicio de su discurso, Octavio Paz asegura que las "lenguas son realidades más vastas que las entidades políticas e históricas que llamamos naciones". Con ello, Paz, por ser un autor en lengua española, pretende hacer suya la tradición que ésta alberga; de tal suerte, que ya no es un poeta y ensayista mexicano del siglo XX, sino un heredero y continuador de los hombres que pretenden hacer, de la literaria, una tradición transcontinental y una continuidad histórica.
En lo tocante a la Modernidad, Paz dirá en su discurso Nobel: "quería ser (un poeta) de mi tiempo y de mi siglo. Un poco después esta obsesión se volvió idea fija: quise ser poeta moderno. . Mayor acierto logra Paz al asegurar que: La modernidad es una palabra en busca de su significado[...] La modernidad ha sido una pasión universal.
Hace lo mismo con La hija de Rappaccini, al cual denomina poema dramático. De ahí la dificultad de su análisis discursivo. Tulio H. Demicheli. "El poeta asustado como un niño", en Vuelta, mayo de 1998, número 258, año XXII, p. 55. Op., cit., p. 358. Los textos completos de los que extraje éstos y los subsecuentes fragmentos, aparecieron publicados en el No. 256 de la revista Vuelta, marzo de 1998.
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