SAN FRANCISCO JAVIER*****
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SAN FRANCISCO JAVIER
Su predicación era constante y tenaz, regresando una y otra vez con distintas medios hasta hallar transmitir la fe a la gente a que se dirigía. Su único equipaje eran su libro de frases y su incansable ánimo para instruir, curar a enfermos, estudiar idiomas extraños y bautizar conversos por millares. Dedicaba las noches a la oración y, si no lograba dormir, pasaba horas recostado al lado del sagrario.
En el momento en que regresó a Goa, le entregaron un mazo de cartas retrasadas que le habían ido escribiendo desde Roma. Conociendo que sus compañeros habían efectuado la profesión solemne, la pronunció igualmente, recortando sobre el artículo latino la firma con la que Ignacio de Loyola había concluido una de sus cartas. Una copia del texto de su profesión llevó siempre colgada al cuello dentro de una bolsa, como si se tratara de una auténtica reliquia.
Poco a poco, Jesucristo fue ganando espacio en la vida de Javier, y al acabar sus estudios, decidió dedicar su historia a Dios y a enseñar el Evangelio por toda la tierra. Todos y cada uno de los que lo conocieron le describieron como una persona muy alegre y optimista, dispuesta a trasmitir a el resto la alegría que le generaba ser escogido por Dios para difundir su palabra. Retablo S Fco Javier en Santa Rosalía Del siglo XVIII es asimismo el retablo que conserva el convento de Santa Rosalía, obra del taller de Cayetano de Acosta efectuada para las monjas capuchinas que revela el patrocinio de algún devoto de la Compañía de Jesús.
Francisco era consciente –y de esta manera lo dejó escrito- de que los japoneses no abrazarían el cristianismo si antes no lo hacían los chinos. Impresionado por los jesuitas, el rey Juan III de Portugal solicitó la orden a fin de que los misioneros trabajen en su imperio. Aunque Loyola en un inicio escogió a otros para la tarea, Javier intervino en el momento en que un compañero sacerdote se enfermó.
San Francisco Javier nació el 7 de abril de 1506, en un castillo cerca de Sangüesa en Navarra (una parte de la España actual). Con el aliento de su amigo Ignacio de Loyola, Javier se dedicó al servicio espiritual y se transformó en uno de los creadores de la orden jesuita. Pasó una gran parte de su historia atendiendo misiones en áreas como India y Japón.
El cuerpo incorrupto fue llevado en triunfo a Goa, donde sigue siendo venerado. El hermano Ferreira no se atrevió a acompañar al padre Francisco, lo que le valió la expulsión. Los portugueses abandonaban la isla de Sanchán, llevando consigo las últimas cartas que escribió el misionero jesuita. Pensó, aun, que los alemanes y flamencos que conociesen el castellano o el portugués eran los más adecuados para llevar a cabo esta misión.
DIOS CON NOSOTROS!
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