CHARLES DE GAULLE- FRANCIA
CHARLES DE GAULLE
Combatió en la Primera Guerra Mundial (1914-18) y luego fue destinado a auxiliar al ejército polaco en su guerra contra la Rusia soviética (1920).
Hizo su carrera bajo la protección del general Pétain, que le promovió a cargos de responsabilidad antes de romper relaciones en 1938 por un asunto de plagio; pero De Gaulle ascendía con lentitud por hacerse notar como un joven ambicioso e indisciplinado, que criticaba las directrices de la defensa nacional y publicaba pretenciosos tratados de estrategia y filosofía militar.azada, pero no pudo evitar ser derrotado ante el avance arrollador de la «guerra relámpago» alemana.
En aquel momento de derrota, sin embargo, obtuvo la doble victoria personal de ascender a general y acceder a un primer cargo en el gobierno (subsecretario de la Guerra) por su amistad con el nuevo primer ministro, Reynaud. Nada pudo hacer en aquel puesto, pues la derrota arrastró la caída del gobierno Reynaud y su sucesor, Pétain, se apresuró a firmar la paz con Hitler y aceptar la ocupación alemana de la mayor parte de Francia, estableciendo sobre el resto el régimen colaboracionista de Vichy.
De Gaulle se refugió en Londres, lanzando a través de la radio un llamamiento a los franceses para continuar la resistencia contra Alemania. Aunque carecía de apoyos, fue reconocido por Churchill como representante legítimo de la «Francia libre» ante los aliados. Hizo valer su liderazgo sobre los movimientos de resistencia del interior, al tiempo que lograba el control de algunas colonias francesas, donde contar con territorios y ejércitos propios que justificaran su papel en la guerra.
Adoptó una postura intransigente en defensa de la dignidad e independencia de Francia, reclamando ser tratado en pie de igualdad por Gran Bretaña y Estados Unidos; ello dificultó las relaciones con los aliados, sobre todo con Roosevelt, que desconfiaba del ambicioso general y de sus tentaciones autoritarias.
Adoptó una postura intransigente en defensa de la dignidad e independencia de Francia, reclamando ser tratado en pie de igualdad por Gran Bretaña y Estados Unidos; ello dificultó las relaciones con los aliados, sobre todo con Roosevelt, que desconfiaba del ambicioso general y de sus tentaciones autoritarias.
Fueron los americanos los que dejaron a De Gaulle al margen del desembarco aliado en el norte de África, sustituyéndole por Giraud. Pero De Gaulle se impuso a Giraud como jefe del gobierno francés en el exilio, al reunir a su alrededor a representantes de los antiguos partidos (incluidos los comunistas) con sus promesas de restablecer la democracia e introducir mejoras sociales (1943).
Tras el desembarco de Normandía, De Gaulle se instaló en Francia al frente de un gobierno provisional de concentración (1944) y procedió rápidamente a afirmar el poder central y depurar a los colaboracionistas. Recogió los frutos de la victoria aliada, consiguiendo para Francia el tratamiento de gran potencia que pretendía, al obtener una zona de ocupación en Alemania, así como un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero dimitió en 1946, en desacuerdo con la Constitución de la Cuarta República, en la que habría querido introducir un poder ejecutivo más fuerte frente a la insistencia de los demás partidos en la preponderancia democrática del Parlamento. Desde entonces encabezó un movimiento de oposición que contribuyó a acentuar la inestabilidad política de la que acusaba a la Cuarta República. Al no obtener el triunfo electoral que esperaba, se retiró de la política en 1953, dejando sin embargo que sus partidarios mantuvieran vivo el movimiento «gaullista».
Fue la guerra de Argelia la que le permitió volver al poder: ante el avance del movimiento independentista, los partidarios de mantener la presencia francesa en Argelia dieron en 1958 un golpe de Estado con participación gaullista. Para evitar el establecimiento de una dictadura militar, los dirigentes de la República aceptaron llamar al gobierno al general De Gaulle, como pedían los sublevados. Con la oposición de la izquierda, obtuvo del Parlamento plenos poderes y el encargo de preparar una revisión constitucional.
La resultante Constitución de 1958 dio lugar a la Quinta República, que perdura en Francia hasta nuestros días; sus instituciones fueron hechas a la medida de De Gaulle y reflejan su pensamiento a medio camino entre la tradición republicana y el autoritarismo bonapartista: todo se centra en la figura del presidente, dotado de amplísimos poderes y elegido para un largo mandato (directamente por el pueblo desde 1962).
El propio De Gaulle ocupó la presidencia desde 1958 hasta 1969; su labor se centró en recuperar el protagonismo internacional que correspondía a la «grandeza» histórica de Francia; la base para conseguirlo fue la estabilidad política creada por la Constitución del 58 y por su propia permanencia en el poder.
Una vez liquidado el espinoso problema de Argelia (a la que concedió la independencia en 1962), intentó emancipar a Francia de la tutela norteamericana rompiendo la lógica bipolar de la «guerra fría»: dotó a Francia de armas nucleares, sacó al país de la estructura militar de la OTAN, vetó el ingreso de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, estableció relaciones con la China comunista.
Una vez liquidado el espinoso problema de Argelia (a la que concedió la independencia en 1962), intentó emancipar a Francia de la tutela norteamericana rompiendo la lógica bipolar de la «guerra fría»: dotó a Francia de armas nucleares, sacó al país de la estructura militar de la OTAN, vetó el ingreso de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, estableció relaciones con la China comunista.
Pero su conservadurismo, en materia económica y social, provocó un estallido de descontento obrero y juvenil en 1968 que amenazó los fundamentos de su régimen; intentó recomponerlo sometiendo a referéndum un proyecto de reforma constitucional, pero al ser derrotado en la consulta dimitió como presidente, dejando el cargo a su fiel colaborador Pompidou.
¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!
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