EMPERADOR HIROHITO




EMPERADOR  HIROHITO
HIROHITO [Showa Tenno] :: Político y Militar japonés del Siglo XX. 1903-1989

TOKYO, JAPÓN, 29 DE ABRIL DE 1903
TOKYO, JAPÓN, 7 DE ENERO DE 1989

     

Himno Nacional de Japón
Letra: Collection of Kokinshu
Música: Hiromori Hayashi
Autógrafo de HIROHITO [Showa Tenno]

             BIOGRAFÍA DEL EMPERADOR HIROHITO
                               (Showa Tenno) 



El Emperador del Japón fue hijo primogénito del emperador Yoshihito, al cual sucedió en 1926. Recibió una educación nacionalista y tradicional bajo la tutela de los militares, y completó su formación con un viaje sin precedentes a Europa occidental, que le causó gran impresión. 

Al regresar de aquel viaje hubo de asumir la regencia en nombre de su padre, aquejado de una enfermedad mental (1921). Muerto Yoshihito, Hirohito fue coronado en 1926, adoptando para su reinado el nombre de Showa («Paz y armonía»). Hubo de hacer frente al ascenso del poder de los militares, que desde 1927-31 impulsaron la penetración japonesa en Manchuria, mientras promovían en el interior conspiraciones tendentes a sustituir los gobiernos de partido por una dictadura militar bajo la cobertura del emperador.

Hirohito, inclinado a comportarse como un monarca constitucional al estilo europeo, luchó mientras pudo contra esas tendencias, castigando a los culpables (especialmente con ocasión de la insurrección militar de 1936). Sin embargo, atenazado por el temor a perder el Trono, acabó por admitir la política imperialista que impusieron los militares desde que estalló la guerra con China (1937), así como el alineamiento con la Alemania nazi y el ataque a Estados Unidos, que hicieron entrar a Japón en la Segunda Guerra Mundial (1941).

Durante toda la contienda permaneció en su palacio de Tokyo, sufriendo los bombardeos para compartir la suerte de sus súbditos; y fue él quien, después de que los americanos lanzaran las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, impuso la inevitable rendición en 1945 y la anunció por radio a los japoneses. Contra todo pronóstico, los aliados aceptaron el criterio de MacArthur de mantener al emperador como garantía de estabilidad y de reconstrucción del Japón vencido.

Se abría así una época de grandes reformas, que se inició con la declaración pública de Hirohito, de su carácter humano, que acababa con la ficción de la monarquía sagrada tradicional (1946); durante la ocupación norteamericana, la democratización del Japón le obligó a realizar un gran esfuerzo personal, asumiendo un papel meramente simbólico sin influencia política efectiva y saliendo de la corte para conocer directamente la realidad del país. 

Adaptado a la nueva situación, presidió un proceso de occidentalización y de crecimiento económico espectacular, refugiándose en el estudio de la biología marina, en la que llegó a ser especialista.

Fue el primer emperador japonés que viajó al extranjero (a Europa y Estados Unidos, en los años setenta). Al morir le sucedió su hijo Akihito.

HONOR A QUIEN HONOR MERECE





DOCUMENTOS SONOROSDE LA BIBLIOTECA DE VOCES DEL SIGLO XX
SONOROUS DOCUMENTS
OF THE LIBRARY OF VOICES OF 20TH CENTURY


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Emperor Hirohito,
Accepting the Potsdam Declaration,
Radio Broadcast

On August 14, 1945
Compilación, Restauración y Digitalización
Archivo Sonoro
“José Guillermo Carrillo”
Caracas. Venezuela
25 de enero de 2006


“To our good and loyal subjects: After pondering deeply the general trends of the world and the actual conditions obtaining in our empire today, we have decided to effect a settlement of the present situation by resorting to an extraordinary measure.
We have ordered our Government to communicate to the Governments of the United States, Great Britain, China and the Soviet Union that our empire accepts the provisions of their joint declaration.
To strive for the common prosperity and happiness of all nations as well as the security and well-being of our subjects is the solemn obligation which has been handed down by our imperial ancestors and which we lay close to the heart.
Indeed, we declared war on America and Britain out of our sincere desire to insure Japan's self-preservation and the stabilization of East Asia, it being far from our thought either to infringe upon the sovereignty of other nations or to embark upon territorial aggrandizement.
But now the war has lasted for nearly four years. Despite the best that has been done by everyone--the gallant fighting of our military and naval forces, the diligence and assiduity of out servants of the State and the devoted service of our 100,000,000 people--the war situation has developed not necessarily to Japan's advantage, while the general trends of the world have all turned against her interest.
Moreover, the enemy has begun to employ a new and most cruel bomb, the power of which to do damage is, indeed, incalculable, taking the toll of many innocent lives. Should we continue to fight, it would not only result in an ultimate collapse and obliteration of the Japanese nation, but also it would lead to the total extinction of human civilization.Such being the case, how are we to save the millions of our subjects, nor to atone ourselves before the hallowed spirits of our imperial ancestors? This is the reason why we have ordered the acceptance of the provisions of the joint declaration of the powers.We cannot but express the deepest sense of regret to our allied nations of East Asia, who have consistently cooperated with the Empire toward the emancipation of East Asia.The thought of those officers and men as well as others who have fallen in the fields of battle, those who died at their posts of duty, or those who met death [otherwise] and all their bereaved families, pains our heart night and day.The welfare of the wounded and the war sufferers and of those who lost their homes and livelihood is the object of our profound solicitude. The hardships and sufferings to which our nation is to be subjected hereafter will be certainly great”
 






















Bandera  de Japon

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