TERESA DE LA PARRA- ESCRITORA
TERESA DE LA PARRA
Nació en París en 1889, fueron sus padres Rafael Parra Hernáiz e Isabel Sanoja. A los tres años llega a Venezuela. Su familia formaba parte de la aristocracia venezolana y al sector de los terratenientes.
En la hacienda de caña "El Tazón", cercana a Caracas, pasa su infancia. Tan provinciana vida se trastoca seis años después, al morir repentinamente su padre.
Es una niña de 11 años cuando muere su padre, y, su familia decide fijar residencia en Europa. Se instalan en Mislata (Valencia), España, y Teresa es internada en un Colegio religioso . En 1909, cuando aun no cumple 20 años, compone unos versos para el día de la Beatificación de la Madre Magdalena Sofía Baralt. En el festejo recibe el primero de los muchos reconocimientos que obtendrá a lo largo de su vida; el primer premio escolar, y queda reconocida bajo el seudónimo de Teresa de la Parra, por el de fru-fru.
Luego de culminar estudios en dicha institución se dirige a París donde permanece algún tiempo antes de regresar a Caracas. Para entonces, ya había comenzado su carrera literaria. . Corre el año de 1915, y la mayoría de las mujeres de su edad no se ocupan precisamente del oficio literario. Es pues, un hecho excepcional lo que ocurre en sus escritos, que se ven publicados en revistas parisinas como Paris Time, Revue de L'Amérique Latine y otras más.
En vista de su éxito, diferentes publicaciones venezolanas se interesan por su escritura, y así sus relatos aparecen en El Universal y en la revista Lectura Semanal. En estos periódicos pública bajo el seudónimo de Fru-Fru, cuentos como Un evangelio indio: Buda y la leprosa y Flor de loto: una leyenda japonesa. Algunos de los cuentos fantásticos que pública son: El ermitaño del reloj, El genio del pesacartas y La historia de la señorita grano de polvo, bailarina del sol. Asimismo, en 1920 pública en la revista Actualidades, dirigida por Rómulo Gallegos, su "Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente", que en realidad es una ficción basada en las cartas enviadas por su hermana en numeroso viajes.
Animada por el éxito alcanzado, por sus artículos y cuentos publicados en los periódicos caraqueños, se dedica con entusiasmo a la tarea de leer y escribir, y comienza el Diario de una Señorita que escribió porque se fastidiaba. Siente una gran fascinación por el habla coloquial, venezolana, pero, a diferencia de lo que estila el costumbrismo, reproducirla no será el fin de su obra, se trata sólo de un recurso para contar historias.
Se dedica a la lectura de escritores famosos como, Guy de Maupassant, Catulle Méndes y Valle-Inclán, quienes van a ejercer gran influencia en su formación literaria. En 1924 se hace merecedora del primer premio en un concurso de escritores por su novela Ifigenia, publicada ese mismo año, por el Instituto Hispanoamericano de Cultura Francesa en París.
En la hacienda de caña "El Tazón", cercana a Caracas, pasa su infancia. Tan provinciana vida se trastoca seis años después, al morir repentinamente su padre.
Es una niña de 11 años cuando muere su padre, y, su familia decide fijar residencia en Europa. Se instalan en Mislata (Valencia), España, y Teresa es internada en un Colegio religioso . En 1909, cuando aun no cumple 20 años, compone unos versos para el día de la Beatificación de la Madre Magdalena Sofía Baralt. En el festejo recibe el primero de los muchos reconocimientos que obtendrá a lo largo de su vida; el primer premio escolar, y queda reconocida bajo el seudónimo de Teresa de la Parra, por el de fru-fru.
Luego de culminar estudios en dicha institución se dirige a París donde permanece algún tiempo antes de regresar a Caracas. Para entonces, ya había comenzado su carrera literaria. . Corre el año de 1915, y la mayoría de las mujeres de su edad no se ocupan precisamente del oficio literario. Es pues, un hecho excepcional lo que ocurre en sus escritos, que se ven publicados en revistas parisinas como Paris Time, Revue de L'Amérique Latine y otras más.
En vista de su éxito, diferentes publicaciones venezolanas se interesan por su escritura, y así sus relatos aparecen en El Universal y en la revista Lectura Semanal. En estos periódicos pública bajo el seudónimo de Fru-Fru, cuentos como Un evangelio indio: Buda y la leprosa y Flor de loto: una leyenda japonesa. Algunos de los cuentos fantásticos que pública son: El ermitaño del reloj, El genio del pesacartas y La historia de la señorita grano de polvo, bailarina del sol. Asimismo, en 1920 pública en la revista Actualidades, dirigida por Rómulo Gallegos, su "Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente", que en realidad es una ficción basada en las cartas enviadas por su hermana en numeroso viajes.
Animada por el éxito alcanzado, por sus artículos y cuentos publicados en los periódicos caraqueños, se dedica con entusiasmo a la tarea de leer y escribir, y comienza el Diario de una Señorita que escribió porque se fastidiaba. Siente una gran fascinación por el habla coloquial, venezolana, pero, a diferencia de lo que estila el costumbrismo, reproducirla no será el fin de su obra, se trata sólo de un recurso para contar historias.
Se dedica a la lectura de escritores famosos como, Guy de Maupassant, Catulle Méndes y Valle-Inclán, quienes van a ejercer gran influencia en su formación literaria. En 1924 se hace merecedora del primer premio en un concurso de escritores por su novela Ifigenia, publicada ese mismo año, por el Instituto Hispanoamericano de Cultura Francesa en París.
En 1927 viaja a Cuba para representar a Venezuela en la Conferencia Interamericana de Periodistas con una disertación titulada "La influencia oculta de las mujeres en el Continente y en la vida de Bolívar". Luego, invitada por el gobierno de Colombia, dicta en ese país una serie de conferencias que tienen como tema la "Importancia de la mujer durante la Colonia y la Independencia".
En 1928 regresa a Europa donde comienza a escribir su segunda novela Memorias de Mamá Blanca. En 1929, está de vuelta en Venezuela, pero al poco tiempo, enferma de tuberculosis; se traslada a Suiza para internarse en un sanatorio, donde reside, casi hasta su muerte.
En relación a su novela Ifigenia, en la misma se plantea el drama de la mujer frente a una sociedad que como la de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, no le permitía expresar sus ideas ni elegir su destino. En cuanto, a las Memorias de Mama Blanca, en la misma se recrea el ambiente de su niñez, mostrando personajes y costumbres en el ambiente de una hacienda de caña de azúcar.
En términos generales, ambas obras están inscritas en el ámbito de la "novela psicológica", la cual se caracteriza por el estudio interior que se hace de los caracteres. Es considerada una de las escritoras más destacadas de su época. A pesar de que gran parte de su vida transcurrió en el extranjero, supo expresar en su obra literaria el ambiente íntimo y familiar de la Venezuela de ese entonces.
En términos generales, ambas obras están inscritas en el ámbito de la "novela psicológica", la cual se caracteriza por el estudio interior que se hace de los caracteres. Es considerada una de las escritoras más destacadas de su época. A pesar de que gran parte de su vida transcurrió en el extranjero, supo expresar en su obra literaria el ambiente íntimo y familiar de la Venezuela de ese entonces.
Asimismo, en su novela Ifigenia introduce el "tiempo existencial", alargando el tiempo cronológico mediante el fastidio experimentado por su protagonista: Ifigenia. Uno de los principales aportes de Teresa de la Parra a la literatura venezolana, radica en la introducción del humor y la ironía en su obra, lo cual contrastaba con el tono serio y amargo de la literatura de la época.
Por otra parte, su obra tiene una importancia histórica ya que permite apreciar los defectos de una sociedad decadente y llena de prejuicios, tal como era la Venezuela Gomecista, en la que se experimentaban las luchas entre las tradiciones y los viejos prejuicios con la vida moderna y sus costumbres nuevas.
En definitiva, Teresa de la Parra ha sido considerada como una de las más importantes escritoras hispanoamericanas. Para el momento de su muerte la acompañan su madre, Isabel Sanojo de Parra; su hermana María y su amiga Lydia Cabrera, escritora cubana que le dedicara a Teresa su libro Cuentos negros.
¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!
Sus restos, sepultados en el cementerio de Almudena, son repatriados en 1947 al panteón familiar Parra Sanojo y finalmente al cumplirse el centenario de su nacimiento son llevados el 7 de noviembre de 1989 al Panteón Nacional de Venezuela. fuentes:wikipedia, venezuela tuya, biografías.
¡HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!
Comentarios
Publicar un comentario