SIMÓN BOLÍVAR- Carta a Don Antonio Nariño.
SIMÓN BOLÍVAR
EL LIBERTADOR |
JOSÉ GUILLERMO CARRILLO
Carta a don Antonio Nariño
Barinas, 21 de abril de 1821.
Señor General Antonio Nariño
http://bolivar.ula.ve/cgi-win/be_alex.exe?Acceso=T011900001664/7&Nombrebd=BOLIVAR
“FONOTECA JOSÉ GUILLERMO CARRILLO”
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL
DR. RODOLFO LOERO ARISMENDI
CARACAS • VENEZUELA
UNIVERSIDAD INTERAMERICANA
(UNICA)
SANTO DOMINGO • REPÚBLICA DOMINICANA
FONOTECA VIRTUAL
FUNDACION INTERNACIONAL JOSE GUILLERMO CARRILLO
http://www.unica.edu.do/fonoteca.htm
Carta a don Antonio Nariño
Barinas, 21 de abril de 1821.
Señor General Antonio Nariño
Mi muy estimable amigo y señor:
Mucho celebraré que Vd. haya llegado a Cúcuta sin ninguna novedad particular. Debe ser un poco triste para Vd. el pronto término de sus predecesores, y no quiera el cielo que Vd. los siga en su viaje a la patria de los muertos. Aquí se ha asegurado que nuestro común y digno amigo Azuola debe haber expirado: muy sensible me será si tal desgracia le sucede a la república y a su familia.
Yo tengo mucha confianza en que Vd. allanará todas las dificultades que se opongan a la instalación del congreso, y es el objeto, en el día, más ardiente para mi corazón. Deseo, sobre toda exageración, que el cuerpo legislativo se reúna para que eche los últimos cimientos al edificio de la república, que aún está por construir; pues que no tenemos más que despejado el terreno de veinte y dos provincias, y un libro que no habla con nadie, que llaman constitución.
Pero, Vd. verá por sí mismo, que no hay otra cosa, porque la transición del gobierno, la comisión de unos individuos en países extranjeros, la muerte de dos vice-presidentes, la ausencia de los ministros, la dificultad de la reunión del congreso, la no existencia de una dirección general de rentas, y la incoherencia de mi ausencia de la capital, y mi estada en el ejército, todo esto y otras muchas cosas tienen, por decirlo así, la república en orfandad.
Colombia se gobierna por la espada de los que la defienden, y en lugar de ser un cuerpo social, es un campo militar. Por consiguiente, los abusos, la negligencias y la carencia de todo elemento orgánico, es inevitablemente el efecto de aquellos principios que no ha estado en mi poder corregir, por muchas razones: la primera, porque un hombre en muy poco tiempo, y escaso de conocimientos generales, no puede hacerlo todo, ni bien ni mal; segunda, porque me he dedicado exclusivamente a expulsar a nuestros enemigos; tercera, porque hay muchas consideraciones que guardar en este caos asombroso de patriotas, godos, egoístas, blancos, pardos, venezolanos, cundinamarqueses, federalistas, centralistas, republicanos, aristócratas, buenos y malos, y toda la caterva de jerarquías en que se subdividen tan diferentes bandos; de suerte, amigo, yo he tenido muchas veces que ser injusto por política, y no he podido ser justo impunemente.
Convencido íntimamente de que a la cabeza del gobierno se debe poner otro que no sea un soldado como yo, siempre en la frontera; y de que debe dividirse el mando del ejército y el de la república, mando mi dimisión, para que, tanto Vd. como los demás buenos ciudadanos, se empeñen en que se acepte. De no, cuente Vd. con la orfandad eterna del gobierno, y aun con mi deserción el día mismo que bata los enemigos.
Crea Vd., amigo mío, que yo he meditado mucho esta materia, en ocho años que he gobernado la república. Yo no sé, ni puedo, ni quiero gobernar: para hacer eficazmente una cosa es menester tener inclinación a ella, y aun quererla con pasión vehemente.
Por mi parte, cada cha me siento con más repugnancia por el mando, y si continúo y continuaré a la cabeza del ejército, es porque desde el primer día de mi vida pública me encontré fuertemente animado del ansia de contribuir a la expulsión de nuestros antiguos opresores. De suerte, que este servicio lo hago por pasión, no por mérito.
Yo espero que Vd. emplee todo su influjo en que no se me fuerce a cometer una acción más contraria a mí mismo que al crédito de la república, y en que ambos padeceríamos más de lo que se puede prever; porque suponga Vd. que impresión haría a los extranjeros la deserción del jefe del estado y ¡qué anarquía la que se establecería en nuestro pueblo colombiano!
Si Vd. no quiere ser presidente, puede Vd. indicar otro que lo sea tan dignamente como Vd. mismo. El general Santander es excelente sujeto; y si no, Urdaneta, Montilla, Restrepo, Peñalver, Zea y otros muchos que tienen más o menos mérito que los precedentes. Mi opinión es en esta parte que el presidente debe ser militar y cundinamarqués; y el vicepresidente paisano y venezolano, para evitar celos y discordias; si es que se pueden evitar en el tumulto de tan ciegas pasiones.
Adiós, mi querido amigo.
BOLÍVAR.
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“FONOTECA JOSÉ GUILLERMO CARRILLO”
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL
DR. RODOLFO LOERO ARISMENDI
CARACAS • VENEZUELA
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(UNICA)
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