HORACIO QUIROGA *

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Por parte paterna descendía
 del caudillo riojano
 Facundo Quiroga.

        Horacio QuirogaHoracio Silvestre Quiroga Forteza fue un cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Nació en Salto, Uruguay, el 31 de diciembre de 1878 y falleció en Buenos Aires, Argentina, el 19 de febrero de 1937.



Maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista.​ 

Sus relatos a menudo retratan a la naturaleza bajo rasgos temibles y horrorosos, como enemiga del ser humano. Fue comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe.


La vida de Quiroga, marcada por la tragedia, los accidentes y los suicidios, culminó por decisión propia, cuando bebió un vaso de cianuro en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad, al conocer que padecía cáncer de próstata.

Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el 31 de diciembre de 1878 en la ciudad uruguaya de Salto, en el oeste del país, sobre el río Uruguay, segundo hijo del matrimonio de Prudencio Quiroga, vicecónsul argentino, y Pastora Forteza. Por parte paterna descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Su padre falleció cuando él contaba tan solo dos meses, cuando al bajar de una embarcación se le disparó accidentalmente la escopeta, delante de su esposa que le recibía con Horacio en los brazos.
En 1891 la viuda se casó con Mario Barcos, que fue un buen padrastro con el chico, pero sufrió un derrame cerebral en 1896 que le dejó semiparalizado y mudo. Hizo sus estudios en Montevideo, capital de Uruguay hasta terminar el colegio secundario. Estos estudios incluyeron formación técnica (Instituto Politécnico de Montevideo) y general (Colegio Nacional), y ya desde muy joven demostró interés por la literatura, la química, la fotografía, la mecánica, el ciclismo y la vida de campo. A esa temprana edad fundó la Sociedad de Ciclismo de Salto y viajó en bicicleta desde Salto hasta Paysandú (120 km).
Durante el carnaval de 1898 el joven poeta conoció a su primer amor, María Esther Jurkovski, que inspirará dos de sus obras más importantes: Las sacrificadas (1920) y Una estación de amor, pero,  los padres de la joven reprobaban la relación, precipitaron la separación definitiva, debido al origen no judío de Quiroga
Al regreso de Paris, Quiroga reunió a sus amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado, y fundó con ellos el «Consistorio del Gay Saber»,​ una especie de laboratorio literario experimental donde todos ellos probarían nuevas formas de expresarse. El Consistorio del Gay saber fue uno de los cenáculos de Montevideo, junto con la Torre de los Panoramas. 
La alegría que le provocó la aparición de su primer libro (Los arrecifes de coral, poemas, cuentos y prosa lírica, publicado en Buenos Aires en 1901, dedicado a Lugones) se vio trágicamente opacada —una vez más— por las muertes de sus dos hermanos, Prudencio y Pastora, víctimas de la fiebre tifoidea en el Chaco.
La pena y la culpa por la muerte de su querido compañero literario llevan a Quiroga a disolver el Consistorio y a abandonar el Uruguay y, pasar a la Argentina. Cruzó el Río de la Plata en 1902 y fue a vivir con María, otra de sus hermanas. En Buenos Aires el artista alcanzaría la madurez profesional, además, su cuñado lo inició en la pedagogía, consiguiendo bajo contrato un trabajo como maestro en las mesas de examen del Colegio Nacional de Buenos Aires.
Designado profesor de castellano en el Colegio Británico de Buenos Aires en marzo de 1903, Quiroga quiso acompañar, en junio del mismo año y ya convertido en un fotógrafo experto, a Leopoldo Lugones en una expedición a Misiones, financiada por el Ministerio de Educación, en la que el insigne poeta argentino planeaba investigar unas ruinas de las misiones jesuíticas en esa provincia. La excelencia de Quiroga como fotógrafo hizo que Lugones aceptara llevarlo, y el uruguayo pudo documentar en imágenes ese viaje de descubrimiento.

Cuentista

Al regresar a Buenos Aires luego de su fallida experiencia en el Chaco, Quiroga abrazó la narración breve con pasión y energía. Fue así que en 1904 publicó el notable libro de relatos El crimen de otro, fuertemente influido por el estilo de Edgar Allan Poe, que fue reconocido y elogiado, entre otros, por José Enrique Rodó. Estas primeras comparaciones con el «Maestro de Boston» no molestaban a Quiroga, que las escucharía con complacencia hasta el fin de su vida, respondiendo a menudo que Poe era su primer y principal maestro.
Durante dos años Quiroga trabajó en multitud de cuentos, muchos de ellos de terror rural, pero, otros en forma de deliciosas historias para niños, pobladas de animales que hablan y piensan sin perder las características naturales de su especie. A esta época pertenecen la novela breve Los perseguidos (1905), producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera, hasta la frontera con Brasil, y su soberbio y horroroso El almohadón de pluma, publicado en la revista argentina Caras y Caretas en 1905, que llegó a publicar ocho cuentos de Quiroga al año. 
En 1906 Quiroga decidió volver a su amada selva. Aprovechando las facilidades que el gobierno ofrecía para la explotación de las tierras, compró una chacra (junto con Vicente Gozalbo) de 185 hectáreas en la provincia de Misiones, sobre la orilla del Alto Paraná, y comenzó a hacer los preparativos destinados a vivir allí, mientras enseñaba Castellano y Literatura.
Durante las vacaciones de 1908, el literato se trasladó a su nueva propiedad, construyó las primeras instalaciones y comenzó a edificar el bungalow donde se establecería. Un año después, en 1911 Ana María dio a luz a su primera hija, Eglé Quiroga, en su casa de la selva. Durante ese mismo año, el escritor comenzó la explotación de sus yerbatales en sociedad con su amigo uruguayo Vicente Gozalbo y, al mismo tiempo, fue nombrado Juez de Paz. 
Al año siguiente nació su hijo menor, Darío. En cuanto los niños aprendieron a caminar, Quiroga decidió ocuparse personalmente de su educación. Severo y dictatorial, exigía que cada pequeño detalle estuviese hecho según sus exigencias. La hija aprendió a criar animales silvestres y el niño a usar la escopeta, manejar una moto y navegar, solo, en una canoa.
Al año siguiente se estableció en un pequeño departamento de la calle Agüero, al tiempo que apareció su celebrado Cuentos de la selva, colección de relatos infantiles protagonizados por animales y ambientados en la selva misionera. Quiroga dedicó este libro a sus hijos, que lo acompañaron durante ese período de pobreza en el húmedo sótano de dos pequeñas habitaciones y cocina-comedor.
Con dos importantes ascensos en el escalafón consular (primero a cónsul de distrito de segunda clase y luego a cónsul adscrito) llegó también su nuevo libro de cuentos, El salvaje (1919).
A principios de 1926 Quiroga volvió a Buenos Aires y alquiló una quinta en el partido suburbano de Vicente López. En la cúspide misma de su popularidad, una importante editorial le dedicó un homenaje, del que participaron, entre otros, figuras literarias como Arturo Capdevila, Baldomero Fernández Moreno, Benito Lynch, Juana de Ibarbourou, Armando Donoso y Luis Franco. Amante de la música clásica, Quiroga asistía con frecuencia a los conciertos de la Asociación Wagneriana, afición que alterna con la lectura incansable de textos técnicos y manuales sobre mecánica, física y artes manuales
Además de los ya mencionados Leopoldo Lugones y José Enrique Rodó, la infatigable labor de Quiroga en el ámbito literario y cultural le granjeó la amistad y admiración de grandes e influyentes personalidades. De entre ellos se destacan la poeta argentina Alfonsina Storni y el escritor e historiador Ezequiel Martínez Estrada. Quiroga llamaba cariñosamente a este último «mi hermano menor».
En ese año de 1935 Quiroga comenzó a experimentar molestos síntomas, aparentemente vinculados con una prostatitis u otra enfermedad prostática. Pero, los problemas familiares de Quiroga continuarán: su esposa e hija lo abandonaron definitivamente, dejándole —solo y enfermo— en la selva. Ellas volvieron a Buenos Aires, y el ánimo del escritor decayó completamente ante esta grave pérdida.

Desesperado por los sufrimientos presentes y por venir, y comprendiendo que su vida había acabado, el soberbio Horacio Quiroga confió a Batistessa su decisión: se anticiparía al cáncer y abreviaría su dolor, a lo que el otro se comprometió a ayudarle. Esa misma madrugada (19 de febrero de 1937) y en presencia de su amigo, Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos minutos después entre espantosos dolores.​ Su cadáver fue velado en la Casa del Teatro de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) que lo contó como fundador y vicepresidente. Tiempo después, sus restos fueron repatriados a su país natal. Uno de los deseos de Quiroga era que cuando muriera su cuerpo fuera cremado y sus cenizas esparcidas en la selva misionera.
El oscuro destino que parecía perseguirlo se concretó incluso tras su muerte: sus dos hijos mayores también se suicidaron. Eglé un año después, en 1937, y Darío en 1952.

Su obra

Seguidor de la escuela modernista fundada por Rubén Darío y obsesivo lector de Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant, Quiroga se sintió atraído por temas que abarcaban los aspectos más extraños de la naturaleza, a menudo teñidos de horror, enfermedad y sufrimiento para los seres humanos. Muchos de sus relatos pertenecen a esta corriente, cuya obra más emblemática es la colección Cuentos de amor de locura y de muerte.
Algunos estudiosos de la obra de Quiroga opinan que la fascinación con la muerte, los accidentes y la enfermedad (que lo relaciona con Edgar Allan Poe y Baudelaire) se debe a la vida increíblemente trágica que le tocó en suerte. Sea esto cierto o no, en verdad Horacio Quiroga ha dejado para la posteridad algunas de las piezas más terribles, brillantes y trascendentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
 Quiroga divide la acción en tres etapas. En la primera, una niña de nueve años se enamora de un hombre adulto. En la segunda parte, el hombre, que no se había percatado del amor de la niña, pasados ocho años (ella tiene ahora diecisiete) comienza a cortejarla. En la tercera parte el hombre narra la última etapa de su amor: han pasado diez años desde que la joven lo ha abandonado. La acción se inicia aquí: es el tiempo presente de la novela. En Pasado amor la historia se repite: un hombre maduro regresa a un lugar luego de años de ausencia y se enamora de una jovencita a la que había amado siendo niña.
Conociendo la historia personal de Quiroga, se evidencian las características autobiográficas de ambas novelas: hasta el nombre de la protagonista de Historia de un amor turbio es Eglé (así se llamaba la hija de Quiroga, de una de cuyas compañeritas se enamoró el escritor y que llegaría a ser su segunda esposa).
.Es Horacio Quiroga el primero que se preocupa por los aspectos técnicos de la narrativa breve, puliendo incansablemente su estilo (para lo cual vuelve y rebusca siempre sobre los mismos temas) hasta alcanzar la casi perfección formal de sus últimas obras.
Claramente influido por Rubén Darío y los modernistas, poco a poco el modernismo del oriental comienza a volverse decadente, describiendo a la naturaleza con minuciosa precisión pero dejando en claro que la relación de ella con el hombre siempre representa un conflicto.La naturaleza hostil, por supuesto, casi siempre vence en la narrativa quiroguiana.
La morbosa obsesión de Quiroga por el tormento y la muerte es aceptada mucho más fácilmente por los personajes que por el lector: la técnica narrativa del autor presenta protagonistas acostumbrados al riesgo y al peligro, que juegan según reglas claras y específicas: saben que no deben cometer errores porque la selva no perdona, y, al caer, lo hacen con algo de «espíritu deportivo» y suelen morir, dejando al lector  angustiado.    
                                            OBRAS
  • Diario de viaje a París (Testimonio y observaciones, Ed. Páginas de Espuma, Montevideo, 1900)
  • Los arrecifes de coral (Prosa y verso, El Siglo Ilustrado, Montevideo, 1901)
  • El crimen del otro (Cuentos, Ed. Emilio Spinelli, Buenos Aires, 1904)
  • Los perseguidos (Relato, Ed. Arnaldo Moen y Hno., Buenos Aires, 1905)
  • Historia de un amor turbio (Novela, Ed. Arnaldo Moen y Hno., Buenos Aires, 1908)
  • Cuentos de amor de locura y de muerte (Cuentos, Soc. Coop. Editorial Ltda., Buenos Aires, 1917)
  • Cuentos de la selva (Cuentos infantiles, Soc. Coop. Editorial Ltda., Buenos Aires, 1918)
  • El salvaje (Cuentos, Soc. Coop. Editorial Ltda., Buenos Aires, 1920)
  • Las sacrificadas (Cuentos escénicos en cuatro actos, Soc. Coop. Editorial Ltda., Buenos Aires, 1920)
  • Anaconda (Cuentos, Agencia Gral. de Librería y Publicaciones, Buenos Aires, 1921)
  • El desierto (Cuentos, Ed. Babel, Buenos Aires, 1924)
  • Los desterrados (Cuentos, Ed. Babel, Buenos Aires, 1926)
  • Pasado amor (Novela, Ed. Babel, Buenos Aires, 1929)
  • Suelo natal (Cuentos, Ed. Crespillo, Buenos Aires, 1931)
  • Más allá (Cuentos, Soc. Amigos del Libro Rioplatense, Buenos Aires - Montevideo, 1935) WWW.WIKIPEDIA.ORG/FOTO IDEM.

             !HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!


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