SIMÓN RODRÍGUEZ


    Simón Rodríguez

Simón Narciso Jesús Rodríguez; pedagogo y escritor que nace en la ciudad de Caracas, Venezuela, el año 1769 - y, fallece en Amotape, Perú, el año 1854. 
Don Simón Rodríguez insigne educador y gran pensador americano. El conocimiento de su vida, quedó atrapado en el seudónimo de El Maestro del Libertador, pero, destaca  en la historia por el mérito de haber forjado el espíritu y las ideas de Bolívar.
El proyecto diseñado por Simón Rodríguez, basado en la colonización del continente por sus propios habitantes y en la formación de ciudadanos por medio del saber, lo dibuja como un gran pensador americano a quien, sería más justo recordar como el gran maestro de muchos. La originalidad de sus pensamientos, su sentido estricto de la honestidad, la trascendencia renovadora de sus ideas pedagógicas y sociales y la heterodoxia y excentricidad de sus métodos hablan de un hombre con sentido propio, ajeno al contexto de su época.
 Su árbol genealógico comienza por ser hijo natural de Rosalía Rodríguez y de un hombre desconocido, de apellido Carreño.
 Abandonado en las puertas de un monasterio, fue criado por un clérigo de nombre Alejandro Carreño, de quien se presume  era su padre
 Fue un cosmopolita en el sentido literal del término, a quien poco importaba el arraigo a cualquier vínculo familiar, cultural o territorial. El ethos de su vida fue siempre educar, y para ello recorrió el mundo entero, para  poner en práctica sus ideas. Ésta fue su verdadera patria.
El joven maestro
 Simón Rodríguez como educador, si es que así puede etiquetarse su incesante labor de "formar ciudadanos por medio del saber", se inicia oficialmente cuando el Cabildo de Caracas le otorga, en 1791, el permiso para ejercer de maestro de escuela de primeras letras en la única escuela pública de esa ciudad. Claro está que la formación autodidacta emprendida por Rodríguez desde muy joven, habla de un inicio temprano en su carrera y de un encuentro prematuro con la vocación del saber, la reflexión y el pensamiento.
 A los veinte años de edad, según se dice, Simón Rodríguez ya había leído a Jean-Jacques Rousseau, particularmente su obra Emilio o De la educación, y una traducción de lDeclaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. 
 Las ideas vertidas en este ensayo parten de la necesidad de formalizar la educación pública por medio de la creación de nuevas escuelas y la formación de buenos profesores; de esta forma, argumentaba, se promovería la incorporación de más alumnos (incluyendo a los niños pardos y negros) y la disminución progresiva de la enseñanza particular; se requería además buenos salarios.
 Simón Rodríguez, que además de maestro era también amanuense del tutor de Bolívar, había sido recomendado para encargarse de la educación del futuro Libertador de América. Alguna contingencia de vital importancia para la vida del maestro lo animaría a abandonar el país.
 Hay quien asegura, sin embargo, que resolvió buscar en otra parte la libertad de pensamiento y de acción que no se toleraba en su país natal" y Jamaica le esperaba como puerto de inicio de una aventura de más de veinte años en el exilio.
                                El exilio
 Simón Rodríguez  se encontraba sediento por aprender, al tiempo que diseñaba y ensayaba a su paso nuevos métodos de enseñanza. Una vez en Kingston, Rodríguez utilizó sus ahorros para aprender inglés en una escuela de niños; mientras lo hacía, se divertía enseñando castellano a los párvulos. 
 Su siguiente destino sería Estados Unidos. Tres años después viajó a Bayona, en Francia, donde se registró bajo el nombre de Samuel Robinson . Bolívar se encontraba en París desde 1803, y Simón Rodríguez formaba parte de sus amistades más cercanas. Ambos disfrutaban de largas tertulias, a veces solos y otras acompañados de Fernando Toro o de algún otro personaje. En 1805 emprendieron una larga travesía hasta Italia, cruzando a pie los Alpes. Fueron de Chambéry a Milán, luego a Verona y Venecia, Padua, Ferrara, Florencia y Perusa.
 Por último, llegaron a Roma. Aquí fue donde subieron al Monte Sacro y se produjo el famoso juramento de Bolívar de libertar América: "Juro delante de usted (así describe Rodríguez el juramento de Bolívar), juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".
 Fue en Nápoles donde sus trayectorias se separaron: Bolívar regresó a América; Simón Rodríguez volvió a París y de ahí marchó a Alemania, y luego a Prusia, Polonia, Rusia e Inglaterra. Según su propio relato, estudió literatura y lenguas y regentó una escuela de primeras letras en un pueblito de Rusia.
 Posteriormente, en Londres, se desempeñó como educador e inventó un novedoso sistema de enseñanza con varios tópicos, de los cuales uno estaba destinado al buen manejo de la escritura. Y es que Simón Rodríguez era un apasionado de la escritura. Veía en ella unas capacidades expresivas que, desde su punto de vista, no estaban reflejadas en la gramática española. 

 Solía escribir utilizando al máximo signos de puntuación, admiración y exclamación, mayúsculas y subrayados, y esquemas de fórmulas, símbolos, paréntesis y llaves, de forma tal que le resultara posible transmitir el espíritu y la complejidad de sus pensamientos. Quería una letra viva. Y así la habría de practicar a lo largo de todos sus escritos en Europa y una vez retornado al nuevo continente. www.biografiasyvidas.com


                 !HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!

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