SANTO TOMÁS DE AQUINO

                 SANTO 
    TOMÁS DE AQUINO

Llamado Doctor Angélico; nació en Roccaseca, actual Italia, el año 1224 y murió en Fossanuova, id, en 1274.

Teólogo y filósofo italiano. Hijo de una de las familias aristócratas más influyentes de la Italia meridional, estudió en Montecassino, en cuyo monasterio benedictino sus padres quisieron que siguiera la carrera eclesiástica. 

Posteriormente, se trasladó a Nápoles, donde cursó estudios de artes y teología y entró en contacto con la Orden de los Hermanos Predicadores. En 1243 manifestó su deseo de ingresar en dicha Orden, pero su familia se opuso firmemente, e incluso su madre consiguió el permiso de Federico II para que sus dos hermanos, miembros del ejército imperial, detuvieran a Tomás.

Ello ocurrió en Acquapendente en mayo de 1244, y el santo permaneció retenido en el castillo de Santo Giovanni durante un año. Tras una queja de Juan el Teutónico, general de los dominicos, a Federico II, éste accedió a que Tomás fuera puesto en libertad. Luego se le permitió trasladarse a París, donde permaneció desde 1245 hasta 1256, fecha en que obtuvo el título de maestro en teología.

Durante estos años, estuvo al cuidado de Alberto Magno, con quien entabló una duradera amistad. Les unía además del hecho de pertenecer ambos a la Orden dominica- una visión abierta y tolerante, aunque no exenta de crítica, del nuevo saber greco-árabe, que por aquellas fechas llegaba masivamente a las universidades y centros de cultura occidentales. 

Tras doctorarse, ocupó una de las cátedras reservadas a los dominicos, tarea que compatibiliza con la redacción de sus primeras obras, en las cuales empezó a alejarse de la corriente teológica mayoritaria, derivada de las enseñanzas de San Agustín de Hipona.
En 1259 regresó a Italia, donde permaneció hasta 1268 al servicio de la corte pontificia en calidad de instructor y consultor del Papa, a quien acompañaba en sus viajes. Durante estos años redactó varios comentarios al Pseudo-Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma contra los gentiles, obra en la cual repasaba críticamente las filosofías y teologías presentes a lo largo de la historia, e inició la redacción de su obra capital, la Suma Teológica, en la que estuvo ocupado entre 1267 y 1274 y que representa el compendio último de todo su pensamiento.
Tomás de Aquino supo resolver la crisis producida en el pensamiento cristiano por el averroísmo, interpretación del pensamiento aristotélico que resaltaba la independencia del entendimiento guiado por los sentidos y planteaba el problema de la doble verdad, es decir, la contradicción de las verdades del entendimiento y las de la revelación.
En oposición a esta tesis, defendida en la Universidad de París por Siger de Brabante, afirmó la necesidad de que ambas fueran compatibles, pues, procediendo de Dios, no podrían entrar en contradicción; ambas verdades debían ser, además, complementarias, de modo que las de orden sobrenatural debían ser conocidas por revelación, mientras que las de orden natural serían accesibles por el entendimiento; filosofía y teología son, por tanto, distintas y complementarias, siendo ambas racionales, pues la teología deduce racionalmente a partir de las premisas reveladas.
A medio camino entre el espiritualismo agustiniano y el naturalismo emergente del averroísmo, defendió un realismo moderado, para el cual los universales (los conceptos abstractos) existen fundamentalmente in re (en las cosas) y sólo formalmente post rem (en el entendimiento). En último término, Tomás de Aquino encontró una vía para conciliar la revalorización del mundo material que se vivía en Occidente con los dogmas del cristianismo, a través de una inteligente y bien trabada interpretación de Aristóteles.

Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio católicos en 1880. Su festividad se celebra el 28 de enero.
Tomás de Aquino nació en el seno de una numerosa y noble familia de sangre germana. Su padre, Landolfo, descendiente a su vez de los condes de Aquino, estaba emparentado con el emperador Federico II. Su madre, Teodora, era hija de los condes de Taete y Chieti.
Recibió Tomás su primera educación cumplidos los cinco años, en la abadía de Montecasino, de la que era abad su tío. Ya por estas fechas sus biógrafos más reputados (Guillermo de Tocco, Bernardo Guido o Pedro Calo) destacan una singular devoción, señalando que, desde bebé, se aferraba fuertemente a un papiro que tenía escrito el Ave María. Le enseñaron primariamente gramática, moral, música y religión hasta 1239, cuando el emperador Federico II decretó la expulsión de los monjes. A finales del mismo año el joven Tomás entró en un centro más avanzado, acorde a sus facultades: la Universidad de Nápoles, que, mediante las artes liberales, le introdujo en la lógica aristotélica.

En 1244, sintiéndose inmensamente llamado a la vida austera e intelectual de los frailes dominicos que había conocido en un convento de Nápoles, ingresó excepcionalmente rápido en su Orden, gracias a la amistad que había trabado con el Maestro General Juan de Wildeshausen. La decisión contrarió sobremanera a su familia, que tenía planificado que Tomás sucediera a su tío al frente de la abadía de Montecasino. Enterados de que Tomás se iba a dirigir a Roma para iniciarse en los estudios del noviciado sus hermanos lo raptaron y retuvieron durante más de un año en el castillo de Roccasecca con la intención de disuadirlo de su ingreso definitivo en la orden. Tras haber sido tentado varias veces, logró huir del castillo, y, para alejarse de su familia tuvo que ser trasladado a París.

El Aquinate sorprendió a los frailes cuando estos vieron que se había dedicado a leer y memorizar la Biblia y las Sententiae de Pedro Lombardo, incluso había comentado un apartado de las Refutaciones sofísticas de Aristóteles que eran las referencias para los estudios de la época.

Formación universitaria

La Universidad de París era ideal para las aspiraciones del joven Tomás, por su marcada predisposición al Trivium (ya tradicional en París) y por sus escuelas de teología. Tuvo por maestros más destacados a Alejandro de Hales y a Alberto Magno, ambos acogedores de la doctrina aristotélica (especialmente el segundo). Entre sus compañeros estaba Buenaventura de Fidanza con quien mantuvo una singular relación de amistad, aunque también de cierta polémica intelectual. Antes de que Tomás acabara los estudios, Alberto Magno, sorprendido por el entendimiento de su alumno napolitano, le encarga un Acto escolástico, y a sus fortísimos argumentos, el alumno responde con perfecta distinción, deshaciendo el discurso del Doctor alemán, el cual dijo a la asamblea:
Vosotros llamáis a éste, el Buey mudo, pero yo os aseguró que éste Buey dará tales mugidos con su saber que resonarán por el mundo entero
Barbado Viejo, F. Introducción General en Tomás de Aquino Suma teológica Tomo I. BAC 1947, p.12
Alberto Magno, seguro del potencial del novicio, se llevó a éste consigo, a Colonia, a enseñarle y estudiar profundamente las obras de Aristóteles, que ambos habrían de defender posteriormente. En esa época Tomás fue ordenado sacerdote. Tomás volvería a París en 1252 para continuar sus estudios, pero encontraría una fuerte oposición a las Órdenes mendicantes, liderada por los profesores seculares, que perseguían el abandono de la Universidad, en señal de protesta contra el encarcelamiento de alumnos delincuentes. Pero el objeto último de su ira eran los maestros mendicantes: su singular pobreza, constancia y hábito de estudio llenaba sus clases de alumnos (Véase el caso de Alberto Magno) y ponía en evidencia a los seculares.
El punto álgido de aquel enfrentamiento, que llegó a amenazar la vida de los mendicantes, llegó cuando el doctor Guillermo de Saint Amour publicó sus tratados: Libro del anticristo y sus ministros y Contra los peligros de los novísimos tiempos. Tomás escribió en octubre de 1256, unos meses más tarde del segundo panfleto de San Amour, Contra los que impugnan el culto divino y, el Papa Alejandro IV, ese mismo mes, excomulgaría a San Amour, prohibiéndole la enseñanza y los sacramentos. El joven napolitano contaría, a raíz de su respuesta a Saint Amour, con la confianza papal en cuestiones teológicas, y se le asignó la revisión del Libro introductorio al Evangelio eterno, de influencias joaquinistas.

Enseñanza universitaria

Tras aquella destacada actuación se le concedió el doctorado con la excepcional edad de 31 años, por lo cual, en 1256 ejerce como maestro de Teología en la Universidad de París. Allí escribe varios opúsculos de gran profundidad metafísica, como De ente et essentia y su primera Summa o compendio de saber: el Scriptum super Sententias. Además, goza del puesto de consejero personal del Rey Luis IX de Francia.
En junio de 1259, Tomás es llamado a Valenciennes, junto con Alberto Magno y Pedro de Tarentaise (futuro papa Inocencio V), para organizar los estudios de la Orden, aprovechando que tenía que trasladarse a su Italia natal. Estuvo durante un periodo de diez años enseñando en Nápoles, Orvieto, Roma y Viterbo. En esta era de su vida Tomás termina la Summa contra gentiles, que sería la guía de apología de la Orden en España, encarga la traducción de numerosas obras de Aristóteles a su amigo erudito Guillermo de Moerbeke, para evitar ciertos errores de interpretación cometidos por los árabes, y comienza la redacción de la Summa Theologiae. Es menester señalar que el Papa Urbano IV lo nombró consejero personal, y que le encargó la Catena aurea (Comentario a los cuatro Evangelios), el Oficio y misa propia del Corpus Christi y la revisión del libro Sobre la fe en la Santísima Trinidad, atribuido al obispo Nicolás de Durazzo.
El Aquinate fue enviado de vuelta a París, debido a la gran oposición que se había alzado en contra de su figura y doctrina. Ésta época, por ser la última, es la más madura y fecunda del Aquinate, el cuál se enfrentó a tres brazos del pensamiento: los idealistas agustinistas, encabezados por Juan Peckham, los seculares antimendicantes, dirigidos por Gerardo de Abbeville y, por último los averroístas, cuya figura visible era Sigerio de Brabante. Tomás ya había asumido públicamente, numerosas ideas aristotélicas y completó las Exposiciones de las más destacadas obras de Aristóteles, del Evangelio de Juan y de las Cartas de Pablo el apóstol. Por otro lado, escribe sus famosas cuestiones disputadas de ética y algunos opúsculos en respuesta a Juan Peckham y Nicolás de Lisieux, al tiempo que terminaba la segunda parte de la Summa Theologiae.
Pero su gran lucha vino contra los averroístas: Sigerio de Brabante, máxima figura de la Facultad de Artes, había manifestado en sus clases (no en sus obras, de lógica y física, como elSophisma y su comentario a la Física de Aristóteles) que el hombre no tenía naturaleza espiritual por lo que la razón podía contradecir la fe sin dejar ambas de ser verdaderas. Tomás, líder indiscutible de la Facultad de Teología, respondería ese mismo año con su De unitate intellectus contra averroistas terminando dicho opúsculo en una declaración sin par:
He aquí nuestra refutación del error. No está basada en documentos de fe sino de razón, y en los asertos de los filósofos. Si hay, pues, alguien que, orgullosamente engreído en su supuesta ciencia, quiera desafiar lo escrito, que no lo haga en un rincón o ante niños, sino que responda públicamente si se atreve. El me encontrará frente a sí, y no sólo al mísero de mí, sino a muchos otros que estudian la verdad. Daremos batalla a sus errores o curaremos su ignorancia
GK Chesterton Santo Tomás de Aquino. Espasa-Calpe 1941, p.84
Tras este desafío singular se dice, pues no consta entre sus biógrafos, que ambos se enfrentaron públicamente y no sería descabellado, ya que Tomás había disputado con, por ejemplo, Peckham ante la universidad pero lo históricamente válido es que Tomás salió ampliamente victorioso tras la publicación del opúsculo, ya que, en primer lugar, Siger se retractó de muchas cuestiones en su De anima intellectiva, y en segundo lugar, el obispo de París, Esteban Tempier condenaría a los pocos meses hasta trece cuestiones esenciales de laverroísmo, lo que provocó una gran huelga en la Facultad de Artes.

Regreso y muerte

Terminada su labor en Francia, se le encargó la fundación de un nuevo capítulo provincial en su Nápoles natal. Antes de ello Tomás visitó su familia, así como sus amigos el cardenal Anibaldo degli Anibaldi y el abad de Montecassino Bernard Ayglier. En Nápoles debe destacarse que fue recibido como un rey, así como la numerosa correspondencia que mantuvo, respondiendo dudas al mismo Bernard Ayglier entre muchos otros. Sin embargo, tan pronto comenzó la tercera parte de la Summa Theologiae tuvo una singular experiencia mística (ya las había tenido antes, está bien documentado ) tras la cual se le haría imposible escribir:
Me han sido reveladas semejantes cosas que lo que he escrito me parece paja.
Forment 
Al menos accedió a la invitación del Papa Gregorio X para asistir al Concilio de Lyon II. Sin embargo, desde el arrebato místico estaba muy débil, y hubieron de acogerle en la Abadía de Fossanova. Tras varias profecías y milagros documentados y con numerosos testimonios, Tomás murió haciendo una enérgica profesión de fe el 7 de marzo de 1274, cerca de Terracina. Posteriormente, el 28 de enero de 1369, los restos mortales del filósofo y teólogo fueron trasladados a Tolosa de Languedoc, motivo por el cual la Iglesia católica celebra su memoria en esta fecha.
Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de Aquino, confundidas entre las averroístas, fueron condenadas por el obispo de París, Étienne Tempier, quien en 1277 lanzó una gran condena de 219 tesis respecto a la Universidad de París. A pesar de que era una condena importante, pero local, Tomás de Aquino fue canonizado rápidamente, el 18 de enero de 1323. Las condenas de 1277 fueron inmediatamente levantadas en lo que respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de 1325.
Tomás de Aquino es, junto con Aristóteles, Agustín, Leibniz, Kant y Hegel, uno de los intelectuales más profundos, sistemáticos y fecundos de la Historia.

Obra

La obra escrita de Tomás de Aquino es inmensa y, cuando se tiene en cuenta que murió a los cuarenta y nueve años y había recorrido casi 10.000 kilómetros en viajes a pie se considera una hazaña inigualable. Josef Pieper comentaba:
Apenas puede creerse todo lo que escribió los últimos años en París
Josef Pieper Doce lecciones sobre tomismo Ed. Rialp 1948, p., 27
Sus obras más extensas, y generalmente consideradas más importantes y sistemáticas, son sus Sumas: la Summa Theologiae, la Summa contra Gentiles y su Scriptum super Sententias. Aunque el interés y la temática principal siempre es teológico, cuenta también con varios comentarios a obras filosóficas, destacándose, como se ha dicho antes, en Aristóteles con obras filosóficas, polémicas o litúrgicas. A lo largo de la historia se le han atribuido obras espurias, que con el paso del tiempo han dejado de ser consideradas de su autoría. Así, sus obras se encuentran divididas en:
  • Tres síntesis teológicas, o summas
  • Nueve tratados en la forma de disputas académicas
  • Doce disputas quodlibetales
  • Nueve exégesis sobre las Sagradas Escrituras
  • Una colección de glosas de los Padres de la Iglesia sobre los Evangelios
  • Once exposiciones sobre los trabajos de Aristóteles
  • Dos exposiciones de trabajos de Boecio
  • Dos exposiciones de trabajos de Proclo
  • Cinco trabajos polémicos
  • Cinco opiniones expertas, o responsa
  • Quince letras sobre teología, filosofía o temas políticos
  • Un texto litúrgico
  • Dos oraciones famosas
  • Aproximadamente 85 sermones
  • Ocho tratados sobre teología

Fe y Razón

El pensamiento de Tomás de Aquino partía de la superioridad de las verdades de la teología respecto a las racionales, por la sublimidad de su fuente y de su objeto de estudio: Dios. Aunque señaló que la razón era muy limitada para conocer a Dios, ello no le impidió mostrar que la filosofía era un modo de hallar conocimientos verdaderos:
En primer lugar porque no contradice a la teología, así lo dice:
Lo naturalmente innato en la razón es tan verdadero que no hay posibilidad de pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado por Dios. Luego como solamente lo falso es contrario a lo verdadero, como claramente prueban sus mismas definiciones, no hay posibilidad de que los principios racionales sean contrarios a la verdad de la fe
Tomás de Aquino
En segundo lugar, porque es la herramienta natural del hombre para conocer el mundo y el Aquinate, como se ha visto, considera imposible pensar en la falsedad de la razón por lo connatural que no es. No obstante, Tomás señalaba que si se llegaba a una contradicción real y no aparente entre una conclusión de fe y otra racional, la errónea sería la de razón ya que Dios es infalible. Un ejemplo de contradicción aparente sería la cuestión de la Trinidad:
Tomás, por razón, señala que "Dios es simple", y, por fe, que es "trino", pero para ser trino (que no triple) hace falta ser uno, es decir simple, por lo que fe y razón no se contradicen, sino que la gracia de la fe supone (acepta) y eleva (perfecciona) la naturaleza, racional en este caso.

Ontología

Tomás, como máximo exponente de la figura de Aristóteles, tiene en el ser el punto de partida de su esquema del pensamiento. El Aquinate comienza su ciencia en el ente, que se define como lo que está siendo. Ahí introduce su innovadora distinción entre esencia y existencia. Ya que podemos actualizar interiormente la esencia de un objeto (su figura, sus límites), independientemente de que exista, de que tenga realidad propia, contenido propio, hay que concluir que ambos son principios diferentes.

Tomás asocia la esencia, por ser limitación, con la potencia aristotélica, y la existencia, por ser perfección, como acto; en esta independencia de la existencia respecto a la esencia radica la cuestión de la contingencia de los objetos y de toda metafísica en general. Al hilo de ello, Tomás se refiere a a Dios, que es plenamente subsistente no-contingente luego su existencia se encuentra en su esencia, se define como el ser propio y absoluto, el Ser, como se verá más adelante.
La siguiente innovación radica en las propiedades inherentes del ser, o trascendentales, que son tres:
Unidad: Un ente, por Principio de no contradicción, es una realidad simple, es decir, incontradictoria. Esto enlaza con lo que dijo Aristóteles:
El Ser y el Uno son la misma cosa
Aristóteles Metafísica. Alianza Editorial, 2011, p.112
Verdad: Se dice aquí que todo ente es inteligible, que cualquier ente cabe de ser pensado. La verdad sería pues la propiedad de cognoscibilidad del ente, cosa afirmada por Agustín de Hipona y reforzada por Tomás en su famosa definición:
Conformidad del entendimiento con su principio, las cosas
Tomás de AquinoSuma Teológica Tomo I. BAC, 1947, pg. 639
Bondad: Ya que el mal, por ser mera corrupción, no existe como tal, como ente, no hay ente que sea "malo", así pues, todo ente es bueno, apetecible por la voluntad.
La ontología de Tomás no es, pues, una metafísica de las esencias y de las categorías como venía siendo tiempo atrás sino de algo aún más profundo: del ser mismo  lo cual conlleva un punto de vista más real, optimista y exacto.

Conocimiento

La teoría del conocimiento de Tomás de Aquino es un rescate de la defendida por Aristóteles. Para ambos el entendimiento toma la forma genérica y substancial de los objetos del exterior (percibida a través de los individuos, plenamente reconocidos por la intencionalidad del esciente) y la abstrae, dando lugar a la especie o universal en acto. En ello radica la diferencia cognoscitiva entre hombre y animal, ya que el universal es un elemento indispensable para toda ciencia, que sólo puede alcanzar el hombre.
La novedad de Tomás en este tema reside en su respuesta al problema de los universales. Dicho problema, mencionado primeramente por Porfirio en su Isagoge, analiza el modo de ser del universal. Ya que ésta cuestión es de capital importancia antropológica (Está visto arriba), directa o indirectamente las grandes figuras intelectuales de la Edad Media como Agustín de Hipona, Escoto Eriúgena, Anselmo de Canterbury, Pedro Abelardo o Sigerio de Brabante tomaron postura en la polémica. Tomás no sería menos y dio la siguiente solución, destacando tres estados reales del universal:
  • Ante rem (Anteriores a las cosas): En la mente de Dios, por ser Creador del mismo, como arquetipo de los entes de la realidad material.
  • In rem (En las cosas): Como estructura que conforma la especie de un objeto singular. Está mezclado con la materia, por lo que, como tal, en el aspecto sensitivo es potencial e imperceptible.
  • Post Rem (Posteriores a las cosas): Como conceptos lógicos, abstraídos de los entes reales materiales y, necesariamente por lo dicho arriba, inmateriales.

Existencia de Dios

La demostración de la existencia de Dios, ofrecida en una formulación sintética a través de las así llamadas "Cinco Vías" es un punto breve en la magna obra de Tomás. No obstante, su exposición es tan completa y sistemática que ha hecho sombra a Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona o Anselmo de Canterbury y se ha convertido en el modelo de la filosofía clásica respecto a éste punto.
La Primera Vía se deduce del movimiento de los objetos. Tomás explica mediante la distinción de acto y potencia, que un mismo ente no puede mover y ser movido al momento, luego todo aquello que se mueve lo hace en virtud de otro. Se inicia, pues, una serie de motores, y esta serie no puede llevarse al infinito, porque no habría un primer motor, ni segundo (es decir, no habría comunicación de movimiento) por lo tanto debe haber un Primer Motor Inmóvil que se identifica con Dios, principio de todo.
La Segunda Vía se deduce de la causa eficiente (pues todo objeto sensible está limitado por la forma, de ahí que no sea eterno y sí causado). Se inicia, por lo tanto, una serie de causas análoga a los motores que termina en una Causa Incausada, identificada con Dios, creador de todo.
La Tercera Vía se deduce a partir de lo posible. Encontramos que las cosas pueden existir o no, que pueden pensarse como no existentes y por lo tanto son contingentes. Es imposible que las cosas sometidas a la posibilidad de no existir lleven existiendo eternamente pues en algún momento habrían de no existir. Por lo tanto debe haber un Ser Necesario que se identifica con Dios, donde esencia y existencia son una realidad.
La Cuarta Vía se deduce de la jerarquía de valores de las cosas. Encontramos que las cosas son más o menos bondadosas, nobles o veraces. Y este "más o menos" se dice en cuanto que se aproxima a lo máximo y (ya que los grados inferiores tienen su causa en algo genéricamente más perfecto) lo máximo ha de ser causa de todo lo que pertenece a tal género. La causa de la bondad y la veracidad se identifica con Dios, el Ser máximamente bueno.
La Quinta Vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Tomás recuerda como los cuerpos naturales, siempre o a menudo, obran intencionadamente con el fín de lo mejor, muchos incluso sin conocimiento. Llegó a decir, fiel a Aristóteles, que cada ente, como causado, debe tener un orden dado, tanto por razón de su forma (esencia) como de su existencia y, remontándonos en la serie de causas finales, esto sólo es posible si hay un Ser supremamente inteligente, que es Dios.
Muchas de las numerosas críticas a esta propuesta de Tomás se deben a tres fenómenos corregibles:
Lectura imprecisa
Se le ha criticado que no explicaba la solución a la serie de infinitos, ni la contingencia de los cuerpos o que emplea el principio de razón suficiente y mal pero ninguna afirmación es cierta, como hemos podido ver.
Formación insuficiente
Un caso muy notorio a este respecto es el del genetista Richard Dawkins señalaba, entre otros, tres aspectos imposibles de las Cinco Vías:
Que la causalidad habría de aplicarse igualmente a la Dios, por ser supuestamente objeto de estudio (y de causa) por lo que no sería tal (citando a Immanuel Kant).
Que también los valores negativos, como "la hediondez", necesitaban de un máximo igualmente, por lo que Dios no sería tal
Por último, que la omnipotencia de Dios le haría conocedor de su futuro y apto para negarse a sí por lo tanto no sería tal.
Lo que Dawkins no reconocía era:
  • Que se ha difamado el argumento: la causalidad ha de detenerse necesariamente en un punto incausado, también llamado Dios.
  • Que la hediondez es una corrupción de la bondad (verdadero valor) en cuanto olfativa.
  • Por último, que Dios no tiene futuro, no existe término alguno en él pues es absolutamente inmutable e inmóvil.
Error terminológico
Arthur Schopenhauer criticaba que la necesidad era un efecto de un principio. Esa definición, bien conocida por Tomás, se aplica a la analítica lógica, por eso es incompleta. Tomás se refiere a la necesidad como tal de la existencia, que se contiene en la naturaleza divina.
También se le ha criticado que dicho Dios no tiene por qué ser el Dios cristiano, sino que podría ser el Uno de Plotino o la Causa Incausada de Aristóteles. A esto hay que decir que el Dios de las Cinco Vías es el ser por esencia, el acto puro y propio que se lee en el Éxodo, capítulo 3, versículo 14:
"Yo soy el que es "
A pesar del gran optimismo de Tomás respecto a la cognoscibilidad de Dios, éste no estaba dispuesto aceptar cualquier vía para demostrar la existencia de Dios. Su realismo aristotélico provocó numerosos enfrentamientos con los agustinistas, y, entre otras cuestiones, con el muy discutido argumento ontológico; es poco menos que impresionante apreciar que Tomás, por defender la verdad, es capaz de negar uno de los pilares doctrinales de un Doctor de la Iglesia, que él, como devoto creyente, considera casi infalible.
Tomás, muy por delante de las futuras exposiciones empíricas (Hume y Kant), da dos razones simples y fáciles de entender para negar la conclusión del argumento.
Una radica en la evidencia de la idea de Dios:
Que Dios existe, es ciertamente evidente en sí, porque es su mismo ser, pero con respecto a nosotros, Dios no es evidente. Que el todo sea mayor que las partes es, en sí, absolutamente evidente. Pero no lo es para el que no concible el todo. Y así sucede con nuestro entendimiento

Otra radica en la existencia de la idea de Dios:
Y de que concibamos intelectualmente el significado del término "Dios" no se sigue que Dios sea existente sino concebido en el entendimiento. Y en consecuencia, el ser más perfecto que se pueda pensar no es necesario que se dé fuera del entendimiento
Tomás de Aquino (2007, p. 60)
Aquí el Aquinate distingue "pensar algo como existente" y "pensar algo ya existente", señalando que la existencia que pide Anselmo es necesariedad, es un deber-ser meramente intelectual, no existencial.
Asimismo, Tomás defendió, con gran éxito, frente a Juan Peckham la posibilidad de que el mundo fuera causado y eterno al mismo tiempo, es decir, con término de ser pero no de movimiento físico, demostrando su cercanía con el pensamiento clásico griego:
La causa completa y su efecto son simultáneos, pero a Dios no le falta ningún complemento luego su efecto siempre puede darse

Esencia de Dios

Tomás, como se ha visto, dejó claro que (Debido a su inmensidad) no podemos contemplar a Dios como tal y señaló que la mejor forma de conocer a Dios sería mediante su Revelación directa: la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente filosófico, se habría de conocer a Dios no mediante dichas fuentes sino del modo en que está ordenada la razón natural: tomando las cosas sensibles (los efectos) y abstraerse a sus principios (la causa) o fines. Una vez realizado ese proceso se establece qué tienen en común y qué no, es decir, las dos Vías del Conocimiento de Dios:
Vía negativa
El Aquinate afirma en su Summa contra gentiles que en Dios no hay composición, violencia, corporeidad o potencia alguna, no porque le falten dichos rasgos y parezca, así, incompleto, sino porque está por encima de todo límite o posibilidad.
De esta manera, eliminando predicados "negativos" obtenemos una imagen más exacta de Dios, que es, por oposición, simple, natural, incorpóreo y acto puro.
Vía afirmativa
Se trata de predicar las cualidades de todos aquellos atributos de bondad, veracidad y otros valores "positivos" pues Dios es causa en todo cuanto hay de bueno en la tierra, y por lo tanto, como está dicho en la Cuarta Vía, él es la pura Bondad, Verdad etc...
Este modo de relacionar sujetos entre sí por su parecido, fruto de la proporcionalidad de ciertos predicados es lo que Tomás llama analogía. Aunque es una herramienta definida y empleada como tal por primera vez por Aristóteles, no era sino un aspecto de la sofística sin analizar internamente, de lo cual se ocuparía Tomás. Éste distinguió dos clases de analogías:
De proporcionalidad
Se da en un conjunto de objetos, con distinta naturaleza por la distinta entidad de éstos. Es de forma "horizontal" y según el atributo, puede ser propia o metafórica.
De atribución
Se da desde un "primer analogado" activo o un "analogado" pasivo, por lo que es de forma "vertical".
La novedad de Tomás radica no sólo en tal distinción sino en emplear éste nexo lógico en un campo existencial y sumándole el concepto de "eminencia" (Dios posee el atributo de modo supremo por lo que está absolutamente identificado con tal).

El alma y el cuerpo

La enseñanza filosófica del Aquinate sobre la entidad y relación del alma y cuerpo viene recogida, en gran medida, en la respuesta que da al averroísmo y a su Teoría de la unidad del intelecto o entendimiento:
Fruto de la exégesis neo-platónica de Alejandro de Afrodisias de los textos aristotélicos, así como del extremismo teocentrista arábigo, el filósofo árabe Averroes, evolucionando la opinión del verdadero precursor, Avicena, defendió que el intelecto agente, el actualizador del universal, era Alá, y que tal universal el género humano lo asimilaba y hacía ciencia con él en el intelecto posible (que era único para todos) por lo que ninguna alma tenía, como individuo, nada incorpóreo; así pues, ninguna era inmortal. 

Averroes indicaba que la relación entre entendimiento y alma humana se daba mediante la fantasía, entendida como facultad de conocimiento sensitivo, propia del animal. A esto dicho filósofo añadía, como nos ha dejado constancia Tomás, que ésta era la opinión de Aristóteles, pues él decía que el entendimiento era impasible, inmixto y separado.
Para entender la singular energía de Tomás en respuesta a esta opinión habría que caer en la cuenta de dos aspectos de la misma.
  • Traicionaban y confundían el legado de Aristóteles, provocando que el Aquinate fuera objeto de innecesarias críticas (de Buenaventura de Fidanza por ejemplo)
  • Negaba, a través de elementos verdaderos, toda relación posible del hombre con Dios, lo que daría pie a la Teoría de la doble verdad donde se despreciaba la fe y confundía la persona de Jesucristo, haciéndola pasar por un sujeto doble, divino y humano, como lo hace hoy el modernismo teológico y la teología de la liberación.
Vistos estos puntos se puede entender la energía del Aquinate en responder a Sigerio, pero no lo hace desde el sentimiento y la sofística sino, como se verá, desde el sentido común y la sencillez:
Del mismo modo, criticaría que la opinión de Aristóteles no era tal pues él afirmó por escrito que el entendimiento es potencia genérica del alma mediante el cual opina y entiende por lo tanto el que esté separado e inmixto se toma respecto a otras potencias del individuo.
A partir del asentimiento de Tomás a el intelectualismo del alma, afirmará, por ser recipiente del universal, que ésta es inmaterial e incorruptible. Respecto al cuerpo, Tomás criticó a Platón de rechazarlo y de afirmar la unión de ambos como accidental, por lo que defendió la unidad sustancial de ambos y su identidad como un solo sujeto.

Ley natural

El fin último del hombre es el bien de su especie, su plenitud-perfección, alcanzar la felicidad. Para obtenerla debe responderse a su naturaleza, a su forma humana, y que el ser humano entiende a Dios, Sumo Bien, por el dictamen de su intelecto es como llega al bien (del cual da Dios razón) de las cosas  Ya que todo ente tiene una forma, con sus límites y medidas, según esas leyes de naturaleza, el hombre alcanza su bien, su virtud. A ello se le llamaría ley natural.
En consecuencia, la ley positiva, si es contraria a la ley natural, es injusta pues atenta contra el bien del hombre. De este modo, la ley natural expresa la libertad del hombre y exige una ordenación racional de su conducta. Esto explica que, para Tomás de Aquino, la peor forma de gobierno es la tiranía. Tomás de Aquino recoge las virtudes aristotélicas cuya realización está en el justo medio. Esto se ve corroborado, profundizado y trascendido por la revelación cristiana. Según ésta, el compendio de la ética es el amor al prójimo, que es querer el bien de todo hombre.

Influencias y repercusiones

Tomás, aun siendo teólogo, destacó por haber leído y estudiado exhaustivamente a todos los intelectuales referenciales del momento, filosóficos incluidos, de ahí que pudiera alcanzar una síntesis tan extensa y consistente. Los materiales para su pensamiento son de muy diverso origen:
En primer lugar de Platón. A él, se debe cierta doctrina de la participación (aún no plenamente metafísica), para explicar la relación entre Dios y las criaturas, así como la cuestión de los grados de perfección. Tomás también conocía a los estoicos como antecedentes de la idea tomista de ley natural.
De Aristóteles coge sus teorías principales, aunque con la perspectiva cristiana del ser, como se ha visto antes. Los conceptos de forma y materia, acto y potencia, substancia y accidentes y Dios como fundamento último de los movimientos de la realidad (primera y quinta Vía). Asume toda su teoría del conocimiento y las bases de su antropología: la concepción formal del alma, su división tripartita etc..

En Ética y Política recoge el concepto y la clasificación aristotélica de la virtud y completa sus aportaciones sobre la ley natural (base del derecho natural, que, aún defendido por John Locke e Inmanuel Kant, es metafísico), y completa estos esquemas con la referencia a la ley eterna y las virtudes teologales (ajenas a la misma cultura griega). Por otra parte, la Lógica la acepta íntegramente desde su juventud.
Del pensamiento musulmán y judío, además de acoger sus comentarios a Aristóteles destaca por su atención a Avicena en su distinción (aún inexacta, debido a su esencialismo) entre esencia y existencia, y en la formulación de la Tercera Vía. Por otro lado, de Maimónides recoge la defensa de la creación de la nada y su modo de entender las relaciones entre la fe y la razón. En cuanto a lo cristiano, es fundamental recordar su adhesión inquebrantable a la Biblia, los Decretos de los Concilios y los Papas (destaca Gregorio Magno por sus tratados morales y pastorales). 

Entre los Padres de la Iglesia destaca, eminentemente, Agustín de Hipona en la relación de los atributos de Dios, la idea de la creación o la tesis de la inmaterialidad del alma, la cuestión de la Trinidad entre muchas otras (afinadas por su aristotelismo)
De otros neoplatónicos como Pseudo Dionisio Areopagita asume los aspectos neoplatónicos de sus obras, como el concepto de participación y las grados de perfecciones, en clave teológica. De Boecio, sus aportes a los dogmas trinitarios y cristológicos. Alberto Magno, en último lugar, le introduje en el conocimiento de Aristóteles y le inició en la cuestión de los trascendentales.
Respecto a su influencia posterior, Tomás jugó un papel capital, nunca antes visto en la Iglesia católica, como referencia y modelo de pensamiento, tanto en la Inquisición como en el Concilio de Trento. En el siglo XV sus seguidores son muy diversos: el canciller Juan Gerson, el inquisidor Tomás de Torquemada y Girolamo Savonarola. En el siglo XVI defienden su doctrina y figura el Papa Pío V (que lo nombró Doctor de la Iglesia) y un buen número de distinguidos españoles como el fundador de la Compañía de Jesús Ignacio de Loyola (cuya lectura él decretó en el Cap. 14, punto 4° de las Constituciones ), el Doctor místico Juan de la Cruz (que emplea constantemente sus principios para explicar los mecanismos espirituales), el cardenal Tomás Cayetano, Francisco de Vitoria y Domingo de Soto. Más tarde, asentando la reforma contra el protestantismo en el siglo XVII, destacan el obispo Francisco de Sales, Juan de Santo Tomás, Francisco Suárez y Domingo Báñez.
En el siglo XVIII, a pesar de la poderosa aparición del racionalismo y, a raíz de él, el empirismo (entre ilustrados) y ontologismo (entre católicos como Nicolas de Malebranche) cabe mencionar las aportaciones del cardenal Juan Tomás de Boxadors y los obispos Alfonso María de Ligorio y Jacques Bossuet.
Ante las nuevas corrientes intelectuales como el idealismo romántico, nihilismo vitalista, filosofía de la conciencia (Henri Bergson) y Fenomenología, así como una rama fideísta ultra-católica (Louis Eugène Marie Bautain, Louis de Bonald y el joven Félicité Robert de Lamennais), la Iglesia católica recomendó directamente a Tomás para un estudio veraz, acorde a la fe católica. Ya en el siglo XIX Tomás es recomendado por los Papas Leon XIII (es famoso por su encíclica Aeterni Patris) y Pio X (destacó su motu propio Doctoris Angelici) con el apoyo de los cardenales Désiré Félicien-François-Joseph Mercier, Tomás Zigliara y Zeferino González, al tiempo que surgen los grandes inspiradores del neotomismo: Pierre Mandonnet y Ambroise Gardeil.

Y, al fin, en el siglo XX se trata de los Papas Pío XI (Studiorum Ducem), Juan Pablo II (formado en el Angelicum) el canciller Etienne Gilson, Josef Pieper, Reginald Garrigou-Lagrange, Jacques Maritain, Antonin-Dalmace Sertillanges y Sebastiaan Tromp.
En la Iglesia en general, es la referencia de los Concilios Trento y Vaticano I (en la constitución Dei Filius), a la vez que se coloca como paradigma de estudios en general en el Vaticano II (se vuelve a nombrar como autoridad a seguir en cuestiones especulativas y metafísicas ) y en el Código de Derecho Canónico (can. 589 y 1366). De hecho, hoy, numerosos escritos de los Papas vuelven constantemente a él. FUENTE WIKIPEDIA.ORG, VIDA DE LOS SANTOS.

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