JUSTINIANO PARTE II
JUSTINIANO
Del Corpus iuris civilis, el Digesto resultaría ser la única sin precedentes, |
Digesto o Pandectas
De las diferentes partes que componen el Corpus iuris civilis, el Digesto resultaría ser la única sin precedentes, como lo señalaría el propio Justiniano.
Una vez publicado el primer código, a través de una serie de constituciones, el Emperador ordenó el Digesto. El 15 de diciembre del 530, por la constitución Deo Auctore se autoriza al cuestor Triboniano para que organice una comisión para encarar dicha tarea. La obra monumental fue concluida el 30 de diciembre del 533.
Para ello, debían redactar un cuerpo legal que contuviera la obra de los jurisprudentes (iura). Surgiría así el Digesto, palabra latina que significa que de lo que se haya ubicado metódicamente, o Pandectas, de etimología griega, significa lo que comprende todo.
La obra se integra con 50 libros; cada libro está dividido en títulos (salvo los número 30, 31 y 32), subdivididos en fragmentos y a su vez en parágrafos.
Dos tercios de los fragmentos contenidos en el Digesto pertenecen a los juristas de la ley de citas (Gayo, Ulpiano, Paulo, Papiniano y Modestino). De éstos, la mayor parte pertenece a Paulo. De otros siete juristas emanan una cuarta parte de los Iura (Cervidio Zeavola, Juliano, Marciano, Pomponio, Jaboleno, Africano y Marcelo). El resto de la obra se reparte en opiniones de otros 27 juristas (como Celso, Florentino, Labeón, Neracio, Próculo, Sabino, entre otros).
Institutas
Es un tratado elemental de derecho destinado a la enseñanza dirigida a la juventud ávida de estudiar leyes. Esta obra debía allanar las dificultades que por el volumen y la complejidad del Digesto impedían el estudio de las instituciones jurídicas, directamente de las Pandectas.
Antes de concluirse el Digesto, la comisión dio término a la tarea que fue publicada el 21 de noviembre de 533, mediante la constitución Imperatoriam Maiestatem. Por la constitución Tanta, junto al Digesto, se estableció la vigencia de las Institutas a partir del 30 de diciembre de 533.
Para las Institutas se basaron en obras elementales de la jurídica clásica y postclásica como las Institutas de Gayo, las de Marciano, Ulpiano y Florentino. Su contenido era obligatorio para los ciudadanos romanos y resulta ser fuente real de derecho.
Están divididas en cuatro libros, abordando los temas esenciales del arte jurídico: las personas, las cosas y las acciones.
Novellae Constitutiones
En la Edad Media se comenzó a incluir, como integrando el Corpus iuris civilis un cuerpo legislativo comprensivo de una serie de constituciones dictadas con posterioridad a los códigos (Vetus y Novis) las Quinquaginta decisiones, el Digesto y las Institutas.
Comprende la obra legislativa de Justiniano a partir de 534 hasta su muerte en el año 565, la mayoría en griego y algunas en latín. Abarcaban diferentes materias, siendo escasas las referidas a derecho privado. Y fueron publicadas con carácter privado por algunos autores con el nombre de Novelles o Novellae leges (Nuevas leyes).
Cabe destacar que en vida del Emperador, no hubo recopilación oficial limitándose al Cuestor de palacio a registrarlas para ser publicadas periódicamente.
- Alrededor del año 535 aparece una colección conocida como Epitome Juliani, por ser atribuida a Juliano, profesor de derecho de Constantinopla. En esta colección se hallan 124 constituciones en latín, reduciéndose a 122 por repetición de dos de ellas. Incluye las constituciones dictadas entre los años 535 y 555.
- En el año 556 se conoce una segunda colección, con autor desconocido, de 134 constituciones en latín, conocida como las Auténticas.
- La Colección griega, concentra en su idioma original Novelas tanto griegas como latinas. Habría sido realizada en el 578 y la integran 158 novelas de Justiniano y otros emperadores posteriores como Justino II y Tiberio II. Cuando en ésta colección aparecen un grupo de 13 Novelas de Justiniano incorporadas como apéndice son conocidas como Edicta Justiniani.
- Otra obra fue conocida por la llegada de juristas bizantinos y manuscritos griegos, una vez caído el Imperio Oriental. Con 168 constituciones tenía su origen en Constantinopla.
- Juan Antioqueño (El Escolástico, patriarca de Constantinopla) realizó una colección de cánones extraídos de las Sagradas Escrituras, la patrística, los concilios y sínodos. Luego de la muerte de Justiniano y antes del 578 correlacionó su obra con las disposiciones de las Novelas de Justiniano.
Política religiosa
La política religiosa de Justiniano reflejó la convicción imperial en que la unidad del Imperio presuponía necesariamente la unidad de fe; y ello significaba indudablemente que esta fe sólo podía ser la ortodoxa. Justiniano veía la ortodoxia de la religión imperial amenazada por diversas corrientes religiosas, y especialmente por el monofisismo, que tenía muchos adeptos en las provincias orientales de Siria y Egipto. La doctrina monofisita había sido condenada como una herejía por el Concilio de Calcedonia de 451, y las políticas tolerantes contra esta corriente del emperador Zenón y Anastasio I habían sido una fuente de tensión en la relación del imperio con los obispos de Roma.
Justino revirtió la tendencia, confirmando la doctrina de Calcedonia, y condenando abiertamente a los monofisitas. Justiniano continuó esta política, e intentó imponer la unidad religiosa a sus súbditos mediante compromisos doctrinales que pudieran ser válidos para todos, política que se demostró inútil al no satisfacer a ninguna de las partes implicadas.
Justino revirtió la tendencia, confirmando la doctrina de Calcedonia, y condenando abiertamente a los monofisitas. Justiniano continuó esta política, e intentó imponer la unidad religiosa a sus súbditos mediante compromisos doctrinales que pudieran ser válidos para todos, política que se demostró inútil al no satisfacer a ninguna de las partes implicadas.
Hacia finales de su vida, Justiniano se inclinó todavía más hacia la doctrina monofisita, especialmente en su corriente del aftartodocetismo, pero murió antes de promulgar ningún tipo de legislación que pudiera elevar sus enseñanzas al estatus de dogma. La emperatriz Teodora simpatizo desde el principio con los monofisitas y se dice que pudo haber sido una fuente constante de intrigas promonofisistas en la corte imperial durante los primeros años. En el curso de su reinado, Justiniano, que tenía un genuino interés en temas teológicos, llegó a escribir diversos tratados en la materia.
Política eclesiástica
En los primeros años de su reinado, Justiniano consideró apropiado promulgar por ley la creencia de la Iglesia en la Trinidad y en la Encarnación, amenazando a los herejes con las correspondientes penas; mientras que declaraba que intentaba evitar que los que buscaran perturbar la ortodoxia cristiana tuvieran oportunidad de hacerlo a través del correspondiente proceso legal.
Hizo del Credo Niceno el único símbolo de la Iglesia, y dotó de fuerza de ley a los cánones de los cuatro concilios ecuménicos. Los obispos que atendieron al Segundo Concilio de Constantinopla de 553 reconocieron que nada podía hacerse en la Iglesia que pudiera ser contrario al deseo o a las órdenes del emperador; mientras que, por su parte, el emperador, en el caso del Patriarca Antimo I de Constantinopla, reforzó esta prohibición con una proscripción temporal.
Justiniano protegía la pureza de la Iglesia eliminando la herejía, y no dejó pasar ninguna oportunidad para asegurar los derechos de la Iglesia y del clero, y proteger u extender el monasticismo. Garantizó a los monjes el derecho a heredar la propiedad de ciudadanos privados y el derecho a recibir regalos anuales del tesoro imperial o incluso de los impuestos de determinadas provincias, prohibiendo por ley la confiscación de los bienes monásticos. Al igual que en lo relacionado con la administración secular, el despotismo imperial pasó también a la política eclesiástica de Justiniano, que reguló absolutamente todo lo relacionado con la religión imperial.
Aunque el carácter despótico de sus medidas resulta contrario a las sensibilidades modernas, fue de hecho un importante protector de la Iglesia. Tanto en el Codex como en las Novellae aparecen numerosas normas regulando las donaciones, fundaciones y la administración de la propiedad eclesiástica, la elección y derechos de obispos, curas y abades, la vida monástica, las obligaciones del clero, la forma del servicio litúrgico, la jurisdicción episcopal, y un largo etcétera. Justiniano también reconstruyó la iglesia de Santa Sofía, que se convirtió en el centro y en el monumento más visible de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla.
Relación con Roma
Desde mediados del siglo V en adelante, los emperadores de oriente se enfrentaron en labores cada vez más arduas en materia eclesiástica. Por un lado, los radicales de ambos bandos se sentían siempre rechazados por el credo adoptado en el Concilio de Calcedonia para defender la doctrina bíblica de Cristo y para establecer puentes entre los distintos dogmas. La carta del papa León I a Flaviano de Constantinopla fue considerada en Oriente como una obra de Satán, haciendo que la población dejara de sentir apego por la Iglesia romana. Los emperadores, sin embargo, mantenían una política conciliadora, buscando preservar la unidad entre Constantinopla y Roma, lo cual era posible siempre y cuando no se apartasen de la línea definida en Calcedonia. El problema se acentuó debido a que en oriente los grupos que disentían de las decisiones del Concilio excedían de sus defensores, tanto en número como en habilidad intelectual. La tensión por la incompatibilidad de ambos credos fue creciente: los que elegían el credo romano occidental debían renunciar al oriental, y viceversa. De nuevo, Justiniano centró su apoyo en el edicto religioso de 15 de marzo de 533,. y se felicitó de obtener del papa Juan II una admisión de la ortodoxia de la confesión imperial.
Sin embargo, Justiniano se vio limitado por las complicaciones que ello habría supuesto en occidente.Justiniano entró en política eclesiástica poco después de la ascensión de su tío al poder en 518, poniendo fin al cisma monofisita que había prevalecido entre Roma y Constantinopla desde 483. El reconocimiento de la Santa Sede como la más alta autoridad eclesiástica se mantuvo como la piedra principal de su política occidental, si bien Justiniano se vio en cualquier caso lo suficientemente libre como para adoptar posturas despóticas en relación a algunos papas como Silverio o Vigilio.
Sin embargo, Justiniano se vio limitado por las complicaciones que ello habría supuesto en occidente.Justiniano entró en política eclesiástica poco después de la ascensión de su tío al poder en 518, poniendo fin al cisma monofisita que había prevalecido entre Roma y Constantinopla desde 483. El reconocimiento de la Santa Sede como la más alta autoridad eclesiástica se mantuvo como la piedra principal de su política occidental, si bien Justiniano se vio en cualquier caso lo suficientemente libre como para adoptar posturas despóticas en relación a algunos papas como Silverio o Vigilio.
Con la condena de los Tres Capítulos Justiniano intentó satisfacer tanto a oriente como a occidente, pero no logró satisfacer a ninguno. Aunque el papa accedió a la condena, occidente creía que el emperador actuó de manera contraria a los decretos de Calcedonia. Aunque muchos delegados surgieron en Oriente apoyando a Justiniano, muchos otros, especialmente los monofisitas, permanecieron insatisfechos.
Supresión de otras religiones
Quizá el evento más llamativo tuvo lugar en 529 cuando la Academia de Atenas, fundada por Platón, y que funcionaba desde 362 a. C. pasó a estar bajo control estatal por orden de Justiniano, consiguiendo así la extinción real de esta escuela de pensamiento helenista. El paganismo sería activamente reprimido: solo en Asia Menor, Juan de Éfeso afirma haber convertido a 70 000 paganos. También otros pueblos bárbaros aceptaron el cristianismo: los hérulos, los hunos que habitaban junto al río Don, los abasgios y los tzani en el Cáucaso.La política religiosa de Justiniano reflejaba la convicción imperial de que la unidad del Imperio presuponía incondicionalmente una unidad de fe, y que esta fe tan sólo podía ser la fe descrita en el credo niceno.
Aquellos que profesasen una fe distinta, sufrirían directamente el proceso iniciado en la legislación imperial que comenzó durante el reinado de Constancio II. El Codex recogía dos leyes que decretaban la destrucción total del paganismo, incluso en la vida privada, y sus disposiciones serían celosamente puestas en práctica. Las fuentes contemporáneas como Juan Malalas, Teófanes de Bizancio o Juan de Éfeso refieren graves persecuciones contra los no cristianos, incluso de personas en las alto estatus social.
También los judíos sufrieron estas medidas, viendo restringidos sus derechos civiles, y amenazados sus privilegios religiosos. Justiniano interfirió en los asuntos internos de la sinagoga e intentó que los judíos utilizaran la biblia Septuaginta, en griego en lugar de hebreo, en las sinagogas de Constantinopla. A aquellos que se opusiesen a estas medidas se les amenazaba con castigos corporales, el exilio y la pérdida de sus propiedades. Los judíos de Borium, cerca de la Gran Sirte, que habían opuesto resistencia a Belisario durante su campaña contra los vándalos, tuvieron que convertirse al cristianismo y su sinagoga fue transformada en una iglesia.
Su obra, sin embargo, más famosa, sería la reconstrucción de la basílica de Santa Sofía, que había sido destruida en los incendios de los disturbios de Niká. Su reconstrucción, realizada bajo un plan completamente distinto, fue realizada bajo la supervisión de los arquitectos Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles. El historiador bizantino Procopio de Cesarea describió la construcción del templo en su obra Sobre los edificios —latín: De aedificiis; griego: Peri ktismatōn—.
Se empleó más de diez mil personas para la construcción., y el emperador hizo traer material procedente de todo el imperio, como las columnas helenistas del templo de Artemisa en Éfeso, grandes piedras de las canteras de pórfido de Egipto, mármol verde de Tesalia, piedra negra de la región del Bósforo y piedra amarilla de Siria. Según Procopio, Justiniano afirmó, a la terminación del edificio, la frase "Salomón, te he superado", en alusión a la construcción del templo de Jerusalén. Esta nueva catedral, con su magnífica gran nave llena de mosaicos, se convirtió en el centro de la cristiandad oriental durante siglos. www.wikipedia.org
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