AMÉRICA ALONSO


                                                                América Alonso
                                                                                                          E.A. Moreno-Uribe


Se mantiene activa, viaja a Vernezuela periódicamente, y se encuentra establecida en Miami.

Escribe de a poquito sus memorias, para escaparse hacia ese pasado donde siempre estuvo rodeada de gente, aunque ahora no está sola, porque tiene muchos recuerdos. Para ese trabajo cuenta con centenares de recortes de prensa, además de su memoria que esta nítida cuando transita hacia los 78 años.


“No será autobiografía, con detalles de meses y días. Son momentos que vivimos en la Segunda Guerra Mundial y otras cosas más, entrelazadas con mis remembranzas de niña. No será un diario, jamás”.

Advierte que llegó a Caracas con su mamá Natacha, procedente de Europa, dejando atrás los horrores de una conflagración y las sórdidas pasantías por los campos de concentración, el 18 de septiembre de 1948. Aquí se quedó, para hacer una impresionante carrera en todos los rubros de las artes escénicas, por lo cual mereció el Premio Nacional de Teatro de 1991, y sigue vigente. Ni la retiran ni se retira, a pesar que desde 1984 sufre de torticolis cervical severa, dolencia de origen genético que la hace consumir fármacos de manera permanente y usar un collarín, especie de gorguera de acero, permanente.



Sin embargo, cuando está en Caracas sale a la calle, maneja su carro y colabora con el director Daniel Uribe Osío en los interminables ensayos de algunas de sus espectáculos. "El monta y yo atiendo a los actores y actrices. 

...Es una maravilla este trabajo, precisamente cuando el teatro venezolano perdió la guerra o tocó fondo en los años 90 por la muerte de un grupo valioso de teatreros. Ahora empieza a resurgir porque hay una nueva generación con gente como Héctor Manrique, que nos mantiene al día con las obras importantes que se muestran en Europa o el resto de América. Y también hay artistas creativos como Natalia Martínez, nieta de Lily Álvarez Sierra que hace estupendos espectáculos para niños”.



Por ahora no reaparece en escena. No quiere incrementar “la monologuitis”, que ella empezó en 1977 cuando exhibió Adiós, pues, Caracas, recopilación de textos costumbristas que hizo José Gabriel Núñez, y se paseó por Estados Unidos, México y Europa.

Su debut teatral (1952) fue con la pieza Nuestra Natacha de Alejandro Casona, tras un largo curso con Juana Sujo, su madrina que le enseñó a pronunciar el castellano y le dio las bases para destacar en la actuación. La llamaron de la naciente Televisora Nacional de Venezuela, pero antes trabajó en el Teatro del Pueblo, que dirigía Eduardo Calcaño, y actuó en El árbol que anda , de Juan Pablo Sojo, donde firmó su primer contrato por 800 bolívares mensuales. Participó en el lanzamiento de Radio Caracas Televisión (1953) con la zarzuela Los gavilanes , “era un papelito de extra”, puntualiza.

Ahí le recomendaron trocar su María por América, continente donde renació, y su apellido yugoslavo por el de la bailarina Alicia Alonso. Desde entonces su nombre es marca de calidad en todo lo hizo, desde producciones cómicas hasta publicitarias, pero sin descuidar el teatro y el cine. El asombroso récord de sus trabajos los tiene en su archivo y será un indispensable documento de consulta.

Sólo recuerda lo último que hizo en los años 80, cuando su enfermedad la obligó a disminuir la marcha. ”En Bogotá, cuando hacia la comedia Yo me bajo en la próxima y ¿usted? de Adolfo Marsillach, comenzaron mis dolores infernales, pero en Caracas logré actuar en la obra Lo que dejo la tempestad de César Rengifo, dirigida por Carlos Giménez, y me despedí con la ópera prima del cineasta Miguel Curiel, Una noche oriental. En los 90, durante un breve mejoría, pude trabajar en la miniserie Sara de Venevisión”.

De su vida privada no revela nada que no se conozca. De su primer matrimonio (1959), con Mario Bertoul, procrearon a Roberto y Alejandro. “Hoy en día son profesionales, uno vive en Miami y el otro en Santiago de Chile. Ya me hicieron cuatro veces abuela y eso me estimula a seguir viviendo porque son unas niñas adorables y entregadas a sus estudios”. Vino el divorcio y se casó con Daniel Farias, con quien se dedicó a fondo al arte teatral, contando además con el apoyo de Carlos Giménez, “mi gran amigo, en las buenas y en las malas”. Divorciada dos veces, María Golajovski, venezolana con cédula 1.862.948, confiesa que no es millonaria. “Recibo sendas pensiones del Estado: la del Premio Nacional de Teatro 1991 y la del IVSS, y cuento con el apoyo de mis hijos”.

AUN LA RECUERDAN


El público que la vio en televisión la recuerda por el programa Casos y cosas de casa con el actor Jorge Félix, quien recientemente murió. Para Mario Monti, “América Alonso, fue la Dama de la actuación en Venezuela. Yo era un niño apenas, cuando de casualidad vi uno minutos de novela, que nunca olvidaré, América interpretando a una novia que si iba a casarse y el novio (Jorge Félix) nunca apareció, ya que fue pagado por su padre (Orangel Delfín) para que se fuera, ella en su desespero cree ver por detrás a alguien del público, que es su novio y corre por toda la sala, gritando su nombre, cuando el voltea se da cuenta su error.

Le hacen un acercamiento a su rostro, de impresión, de desilusión, mientras el público ríe. Nunca olvidaré esa imagen, esa cara...que gran actriz, y así todas sus actuaciones han sido siempre insuperables”. Mientras que Ramón Varela González comenta que al igual que muchos la vio por primera vez en Casos y cosas de casa , pero “personalmente la vi en el teatro Juárez de Barquisimeto declamando un poema de Aquiles Nazoa, El Último Pan de Hornero. Fue impresionante. Que Dios la cuide”. FUENTE:es.wikipedia.org



                     !HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!





























 E.A. Moreno-Uribe a la/s 7:25 a. m.

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